Opinión

Don Pedro Antonio Cerviño y el ‘Tercio de Gallegos’ de Buenos Aires

“Al frente de este Primer Instituto de Enseñanza Superior de las Ciencias Exactas en el Río de la Plata, se coloca al ilustrado pontevedrés, ingeniero voluntario del ‘Exército’, D. Pedro Antonio Cerviño, siendo su segundo el piloto mercante D.
Don Pedro Antonio Cerviño y el ‘Tercio de Gallegos’ de Buenos Aires
“Al frente de este Primer Instituto de Enseñanza Superior de las Ciencias Exactas en el Río de la Plata, se coloca al ilustrado pontevedrés, ingeniero voluntario del ‘Exército’, D. Pedro Antonio Cerviño, siendo su segundo el piloto mercante D. Juan de Alsina, nativo de Corcubión”, escribe Horacio Guillermo Vázquez en su libro Héroes del Tercio de Gallegos, editado por el Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial, Pontevedra, 2003. Así, pues, tras siete años de fructífera labor en la Escuela de Náutica –adelante, la invasión británica en Buenos Aires–, todos se aprontan para disponer las armas, sintiéndose frustrados y exigiendo un profundo cambio en la política militar y general. Dentro de su condición de militar –su rango de oficial militar sería el correspondiente al de capitán del ejército–, D. Pedro Antonio Cerviño fue convocado por el virrey Liniers para la Junta de Guerra. Testimonio de sus conocimientos castrenses fueron las sugerencias presentadas al virrey mediante su meticuloso y sabio opúsculo titulado ‘Preparativos para la Defensa de Buenos Aires’, el cual fuera ya transcrito en el anterior libro del ensayista y marino Horacio Guillermo Vázquez: El Tercio de Gallegos.
Al necesitar la creación de regimientos, Cerviño no pone en tela de juicio un nombre: “Galicia”. Y es elegido comandante por sus alumnos de la Escuela de Naútica y los gallegos de la ciudad. Convendría recordar que en la academia marítima se explicaban los fundamentos de las ciencias y artes militares, teniendo en cuenta que los buques mercantes de la época estaban artillados para su defensa contra la piratería. De manera que los capitanes y pilotos eran concienzudos artilleros, rígidos oficiales y conductores. El 17 de septiembre de 1806 así nació el ‘Tercio de Voluntarios Urbanos de Galicia’. Dos de los cadetes de la Escuela de Naútica señalan la trascendencia de sus nombres: D. Bernardino Rivadavia, capitán de la 6ª Compañía de Fusileros, quien años después sería el Primer Presidente de la Nación; y un adolescente de catorce años, Lucio Norberto Mansilla, “camarada” de Rivadavia en la misma Compañía de Fusileros, el cual, andando los años, cruzaría la cordillera de los Andes junto con el General José de San Martín, el Libertador de América, alcanzando la cumbre de su carrera en calidad de General de la Independencia.
La mayoría de las gentes pertenecía a la ‘Congregación del Apóstol Santiago’, de enorme fuerza de convocatoria. Veinte años antes ya se habían reunido 156 personas para aquel acto constitutivo. Una de sus cabezas más eminentes fue la de D. José Fernández de Castro, seleccionado como Segundo Comandante. Evoquemos la bandera de la ‘Congregación del Apóstol Santiago’, punto inicial del movimiento comunitario patriótico galaico-argentino: confeccionada con paños “de tafetán blanco, con la divisa del Reyno de Galicia, y la Cruz del Santo Apóstol…”. El Tercio, por consiguiente, tendría idénticos atributos en un paño de cada una de sus banderas. Revisando la historia, rememoremos cómo hacia fines de junio de 1807 –después de haber apresado la banda oriental del Río de la Plata, donde se habían agrupado las fuerzas reconquistadoras el año anterior– arriban a las costas de Buenos Aires, a bordo de la flota más numerosa jamás vista por esas latitudes, los británicos, dispuestos con 12.000 hombres a vengar la gran afrenta sufrida tan sólo un año antes.