Opinión

Cocina Gallega

Cuando la Unesco proclama el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía tuvieron en cuenta el advenimiento de la primavera, siguiendo la norma generalizada de pensar desde el hemisferio norte celebraciones que también se tendrán en cuenta en las antípodas (los emigrantes al sur de la línea del Ecuador saben muy bien cómo es celebrar una fiesta invernal como la Navidad, por ejemplo, en pleno verano).

Cuando la Unesco proclama el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía tuvieron en cuenta el advenimiento de la primavera, siguiendo la norma generalizada de pensar desde el hemisferio norte celebraciones que también se tendrán en cuenta en las antípodas (los emigrantes al sur de la línea del Ecuador saben muy bien cómo es celebrar una fiesta invernal como la Navidad, por ejemplo, en pleno verano). Pero en este caso, el otoño también es propicio para el pensamiento poético con sus díscolas hojas doradas y sus atardeceres melancólicos, aun sus lluvias caprichosas y las caricias intensas del viento. En 1999, el organismo internacional justificaba su decisión de imponer un día para promover la poesía, con estos argumentos: “La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la manera en que usamos las palabras y las cosas, nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas, y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas. Diversidad en el diálogo, libre circulación de las ideas por medio de la palabra, creatividad e innovación: es evidente que el Día Mundial de la Poesía es también una invitación a reflexionar sobre el poder del lenguaje y el florecimiento de las capacidades creadoras de cada persona. De acuerdo con la decisión de la Unesco, el principal objetivo de esta acción es sostener la diversidad de los idiomas a través de la expresión poética y dar a los que están amenazados la posibilidad de expresarse en sus comunidades respectivas. Por otra parte, este Día tiene por objeto apoyar la poesía, la vuelta a la tradición oral de los recitales de poesía, promover la enseñanza de la poesía, el restablecimiento del diálogo entre la poesía con las demás manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música, la pintura y así sucesivamente, el apoyo a los pequeños editores y crear una imagen atractiva de la poesía en los medios de comunicación para que el arte de la poesía ya no se considere una forma anticuada de arte…”. ¿Forma anticuada? ¿Es que ya no tenemos una mirada personal, poética, sobre la realidad? Cuando nuestra Rosalía escribió: “Recuerda el trinar del ave/ y el chasquido de los besos;/ los rumores de la selva,/ cuando en ella gime el viento,/ y del mar las tempestades,/ ,y la bronca voz del trueno;/ todo halla un eco en las cuerdas/ del arpa que pulsa el genio.// Pero aquel sordo latido/ del corazón que está enfermo/ de muerte, y que de amor muere/ y que resuena en el pecho/ como en bordón que se rompe/ dentro de un sepulcro hueco,/ es tan triste y melancólico,/ tan horrible y tan supremo,/ que jamás el genio pudo/ repetirlo con sus ecos”, ¿era antigua?, no, al contrario, fue la más moderna, una vanguardista que se nutría de las imágenes más entrañables de su tierra, la que permitió el resurgimiento de la poesía gallega, y da voz a todo un pueblo, heredera de bardos acallados por insidiosas historias oficiales. La mirada poética es sensible, busca lo “fieramente humano” que hay en nosotros y en nuestros semejantes, se solidariza con el dolor ajeno, comparte las alegrías, pero nunca es indiferente. Desde 1860 hasta no hace muchas décadas, nuestros paisanos no solo erigían grandes edificios sino que patrocinaban actividades culturales de todo tipo, eran mecenas interesados en apadrinar a los artistas que luchaban sin medios materiales para promover nuestra cultura. Luego, poco a poco, la mirada de la mayoría de los dirigentes se vuelve indiferente, niega la poesía, se aferra a los bienes materiales, los honores efímeros, las medallas y el bronce. Los resultados están a la vista, para muestra un botón: el posible cierre de la institución madre de nuestro colectivo, el Centro Gallego de Buenos Aires. Allí mismo, donde la habitación vacía donde falleció Castelao invita a la reflexión, se le da la espalda a los miles de ancianos que depositaron toda la confianza en su Centro para que cuidara de su salud, especialmente en los últimos años de su vida. Una prolija e imparcial crónica de los últimos 15 años de gestión de la centenaria Institución tendría todas las características de una novela de intrigas y traiciones, egoísmo e ignorancia. Este cocinero, como muchos otros integrantes del colectivo, sufrió en carne propia cierta indiferencia o mirada indolente por preferir la poesía a la obsecuencia partidaria, el pensamiento independiente a la sumisión. No perdemos la esperanza, porque, como escribió el poeta C.A. Molina: “Ti e mais eu/ estamos agachados/ encollidos como en urnas/ nesta arca de pedra/ que vai a deriva polos vales sulegados/ cara o ígneo resplandor do sol que nos espalla”. 

 
Colita de cuadril en cazuela-Ingredientes: 1 colita de cuadril, 100 grs. de panceta ahumada, 2 zanahorias, 2 cebollas, 4 dientes de ajo, 1 vaso de vino, 1 copa de coñac, 4 cucharadas de aceite, 1 taza de salsa de tomate, 100 grs. de miga de pan, sal y pimienta.


Preparación: Mechar la colita de cuadril con la panceta. Sofreír en aceite para sellar bien, añadir las cebollas picadas, los ajos, la zanahoria rallada y rehogar. Añadir la salsa de tomate, salpimentar. Regar el coñac, incorporar la miga de pan machacada y mezclada con el vino, y agua si la salsa queda muy espesa. Dejar cocer hasta que la carne este tierna y servir cortada en lonchas gruesas con la salsa pasada por el chino, y acompañada de papas hervidas.