Opinión

Cocina gallega

Cada vez que se acercan las elecciones en España, sentimos que muchos políticos utilizan a los emigrantes como mercancía electoral, buscando con tosca demagogia ‘comprar’ sus votos para luego descartarlos o tratarlos como ciudadanos de segunda.La mayoría de estos políticos ni siquiera tiene claro lo que significó la emigración masiva para España, y particularmente para Galicia.
Cada vez que se acercan las elecciones en España, sentimos que muchos políticos utilizan a los emigrantes como mercancía electoral, buscando con tosca demagogia ‘comprar’ sus votos para luego descartarlos o tratarlos como ciudadanos de segunda.
La mayoría de estos políticos ni siquiera tiene claro lo que significó la emigración masiva para España, y particularmente para Galicia. Y son incapaces, entonces, de capitalizar experiencias de sus paisanos en el exterior que pueden contribuir al enriquecimiento de la patria. A desarrollar una convivencia democrática madura y de mayor calidad con caminos de ida y vuelta entre el país de origen y los de acogida. Cualquiera sabe que los que emigran en cada sociedad son los más aptos, los más fuertes.
Leímos hace un tiempo, en una publicación cuyo nombre se diluyó en la memoria, que cierto descendiente de un emigrante viaja a Galicia y visita las escuelas donadas por su pariente. Algunas conservaban la placa con el nombre del benefactor, otras ni eso. Pero lo triste era que nadie en la ciudad sabía dar noticia de quién, habiendo hecho dinero en América, se preocupó de sus paisanos, brindándoles la posibilidad de educarse mejor que él. La ingratitud fue el pago, y el olvido la forma de homenajearlo. Muchos hombres y mujeres anónimos corrieron la misma suerte. Muchos, de estar vivos, se sorprenderían al saber que el abandono escolar en España es de los más altos de Europa. Según informa ‘La Vanguardia’, se alcanzó una tasa media del 29,6% que duplica la europea del 15,3%. Según cifras comparativas aportadas por la UE, el problema, lejos de mejorar, se agrava año a año ¿Qué futuro nos espera? La historia nos da ejemplos en cuanto a que las fortunas se ganan y se pierden. Países que hoy son ricos ayer fueron pobres, y viceversa.
Leyendo el libro ‘Patrón de estancias. Ramón Santamarina. Una biografía de fortuna y poder en La Pampa’, de Andrea Reguera, nos enteramos que Ramón Santamarina nació en Ourense en 1827. Era hijo de un gentil hombre de Cámara y Capitán de la Guardia de Corps de Fernando VII, con mayorazgo en Monforte de Lemos. Había nacido, pues, en cuna de oro. Pero vio como su vida acomodada daba un giro de 180º a la temprana muerte de su padre, don José García Santamarina había iniciado una relación con una dama casada con un influyente personaje de la Corte. Cuando el romance se tornó público, el escándalo fue mayúsculo y, no pudiendo soportar la vergüenza y descrédito social, se pegó un tiro al pie de la Torre de Hércules delante de su pequeño hijo.
La familia, a raíz de los lamentables sucesos, perdió casi toda la fortuna y prestigio. Y Ramón, muy pequeño (muchos de nosotros conocemos el rigor del trabajo infantil), se vio de buenas a primeras cargando bultos en el puerto de A Coruña y luego internado en un orfanato para pobres en Santiago. De allí, un sacerdote lo ayuda a escapar y embarcarse en un barco de contrabandista con destino a Buenos Aires. Llega en 1840 con trece años, una moneda de oro de cinco duros y un total desconocimiento del nuevo país. Al morir, en 1904, tiene una fortuna de $12.463.636 de la época, compuesta esencialmente por estancias en diversas provincias, más de 30 propiedades en la Ciudad de Buenos Aires, activos financieros y efectivo.
¿Se trató de un hombre con visión comercial, un especulador que compró tierras en zonas donde aun se peleaba con los indios, y se beneficio con el avance de las fronteras y concesiones del gobierno? En su testamento leemos: “Siendo mi deseo que a los varones, cuando alcancen una edad conveniente, se les dé ingreso en la firma Santamarina, hijos en calidad de habilitados, socios o simples empleados, si su edad no permite otra cosa, a fin de que bajo la vigilancia de sus tíos y otros miembros de la familia puedan perpetuar la institución que su abuelo supo cimentar”.
Hombre activo, al sentir su salud deteriorada, se quitó la vida como lo hiciera su padre. Había revertido con astucia y coraje una situación personal más que adversa. Especialmente en Tandil, muchos edificios públicos, escuelas, universidades, bibliotecas, fueron donadas por su familia y su nombre está en plazas y calles.
No sólo somos un voto, los emigrantes somos el futuro, la permanencia de nuestra cultura en el mundo.
Para que los soberbios no pierdan la memoria, vamos con farangullos.
Ingredientes-Farangullos: 200 gramos de panceta ahumada / 5 huevos / 150 gramos de harina / 2 cucharadas de manteca de cerdo / leche  y agua.
Preparación: Mezclar los huevos con la harina e ir agregando agua y leche hasta formar un amasa espesa. Derretir la manteca y dorar la panceta cortada en cubos pequeños. Volcar la pasta encima y revolver hasta que se cocine y se vayan formando los farangullo. Servir calientes rociados con miel.