Opinión

Santa María de Oia, Agolada, Silleda y Monasterio de Carboeiro

Santa María de Oia, Agolada, Silleda y Monasterio de Carboeiro

Desde O Rosal, provincia de Pontevedra, encaminamos nuestro periplo en dirección a Oia, cuyo Monasterio en 1931 fue ‘declarado’ ‘Monumento Histórico-Artístico’. Un conciso paradigma de la austeridad arquitectónica de la Orden del Císter, perteneciente al estilo Gótico. Fue construido en 1132 bajo el reinado de Alfonso VII, habiendo sido un potente baluarte defensivo contra las asiduas invasiones marítimas de diferentes pueblos. He aquí cómo en el exterior se conserva magníficamente el estilo del Románico de su primera época. En la fachada del Barroco llevada a término durante el siglo XVIII, sobresale esta figura de la Virgen del Mar. La iglesia abacial pertenece al Románico de transición, iniciada durante el postrer cuarto del siglo XII, cuya planta es de “cruz latina”.

Días más tarde, visitamos el interior-norte de la provincia pontevedresa. Recordemos que los “mercados” de Galicia constituían auténticas “ferias” plenas de actividad y próspera vida de una comunidad; creaban incluso un núcleo de organización de pueblos de la comarca en la cual se enmarcaban. Éste es el ejemplo de los restos conservados del “Mercado Popular” de Agolada. He ahí un espacio conformado para el ritual del “trueque”, compra y venta, charla, “regateo”, encuentro, engaños y ganancias. También apretones de mano y faltriqueras; sin “perdonar”, por supuesto, un suculento ‘polvo á feira’.

Henos ahora ante unas construcciones primordialmente prácticas, sin decoración, y erigidas con una técnica de eficacia y modestia. Formaban cobertizos y cabañas de empleo rápido y cómodo para el tan aguardado ‘Día da Feira’. El “espacio” –digno de orden y admiración– se nos presenta estructurado en angostas ‘rúas’, constituidas por cobertizos con grandes “mostradores” y bancos corridos. Ese antiguo “entramado” del viejo “Mercado Popular” ha sido construido, si bien estuvo a punto de desaparecer durante la década de 1970.

Vamos después a Silleda, cuya fundación data del año 939 por los condes don Gonzalo y doña Teresa. A fines de este siglo X este Monasterio –lugar de Carboeiro– fue destruido y vuelto a consagrar. Su período de esplendor se remonta a los siglos XI y XII. ¿Cómo lo sabemos? La fecha de “1171” figura en una inscripción latina en el interior de la iglesia: acaso la fecha de inicio del actual edificio, proyecto atribuido al abad Fernando y sus monjes.

Por estas ‘datas’ podríamos concluir que la iglesia fue levantada a finales del XII y quizás terminada a principios del XIII. La nave mayor se nos ofrece compuesta de tres tramos separados por pilares con columnas adosadas y capiteles de ornamentación vegetal. En esta nave mayor arrancan de los basamentos, con arcos “formeros” de medio punto considerablemente “peraltados” que la separan de las naves menores. En la nave mayor esta decoración tiene como punto de partida las “ménsulas” a la altura de los capiteles, arrancando de los basamentos en los otros tres lados.

Si observamos –y férvidamente admiramos– el exterior del Monasterio de Carboeiro, sorprende la total organización del conjunto. Maravilla la fachada este u oriental. Un gran ábside de triple capilla apoyado sobre el enorme pedestal de la cripta, aunque sólo apreciado desde el distante paisaje, al este del río, al otro lado del acantilado.