Opinión

La Europa de Merkel

El Consejo Europeo (CE) de finales de septiembre sentó las bases del presupuesto comunitario para el próximo período 2014-2020. Bajo instancias de la canciller alemana Ángela Merkel, este presupuesto comunitario se recortó en un 3 por ciento, quedando en 960.000 millones de euros, un 1 por ciento del PIB de la Unión Europea (UE).La discusión sobre los fondos europeos hasta el 2020 no es un asunto cualquiera en Europa.

El Consejo Europeo (CE) de finales de septiembre sentó las bases del presupuesto comunitario para el próximo período 2014-2020. Bajo instancias de la canciller alemana Ángela Merkel, este presupuesto comunitario se recortó en un 3 por ciento, quedando en 960.000 millones de euros, un 1 por ciento del PIB de la Unión Europea (UE).
La discusión sobre los fondos europeos hasta el 2020 no es un asunto cualquiera en Europa. Aquí se dirimen los proyectos de desarrollo y de cohesión entre los países menos desarrollados, principalmente del Sur y Este de Europa, así como la política agraria común, la cooperación transfronteriza, el I+D, etc. En este sentido, este Consejo Europeo evidenció el enorme poder político de Berlín, ahora en manos de Merkel a la espera de las elecciones federales alemanas a celebrarse en septiembre próximo.
La fractura geopolítica europea es evidente. La negociación de los fondos europeos 2014-2020 concretó un inesperado eje Berlín-Londres auspiciado por los países nórdicos, Holanda, Austria, etc. El Sur europeo, manifestado por el eje Francia, Italia y España, se ve mucho más condicionado por las reformas y la austeridad financiera de una Merkel que no podía permitirse la disyuntiva de exigirle a los alemanes mayores sacrificios fiscales mientras aprobaba en Bruselas un mayor gasto público.
En este sentido, Merkel debe hacer equilibrios constantes, como nivelas las críticas de los países del Norte por el excesivo peso de la política agraria en el presupuesto comunitario (39 por ciento), un aspecto defendido por Francia y sus aliados sureños y orientales. Pero en el fondo, más que los criterios está el peso político: Alemania domina sin ambigüedades una Unión Europea claramente dividida y atomizada. Mientras, la crisis y las protestas sociales y el retorno de salidas populistas (Berlusconi en Italia) complican aún más un panorama político sumamente enrarecido.
A Merkel no le importó pasar por largo la propuesta del premier británico David Cameron de eventualmente realizar un referendo en Gran Bretaña sobre su permanencia en la UE para 2017. Lo que realmente une a Berlín y Londres son los criterios de austeridad de un presupuesto a la baja, aunque no tanto. Pero puede que el futuro político de Europa ya no se juegue en Bruselas sino en Berlín. Las elecciones alemanas de septiembre, con Merkel buscando la reelección y los socialistas intentando volver al poder, definirán el nuevo color político europeo. El último Consejo Europeo certificó esta realidad, sin ninguna duda.