Una vocación docente capaz de sobreponerse al franquismo

Una vocación docente capaz de sobreponerse al franquismo

Parte de la vida de Antón Fraguas, como la de otros intelectuales galleguistas de la época, estuvo marcada por la guerra civil española y la dictadura en que derivó el alzamiento militar. El intelectual de Cotobade sufrió en carne propia las consecuencias de la guerra, no solo porque tuvo que dejar su labor como docente durante dos años, sino porque sufrió la represión y la humillación con la que se castigaba a cualquiera que discrepara de las ideas que se querían imponer.

Tras el alzamiento, Fraguas se refugió en su parroquia de Loureiro. “Escapaba al monte y  regresaba a casa cuando su madre encendía un farol en una de las ventanas”, relata el etnógrafo Clodio González.

Malores Villanueva, autora de la biografía sobre Antón Fraguas que publica la Editorial Galaxia, reconoce que aquella “fue una etapa muy dura y muy difícil para él”, hasta el punto de que los franquistas lo humillaron públicamente obligándolo a cantar el ‘Cara al sol’ y a limpiar las pintadas a favor del Estatuto con sus propias manos y haciéndole beber aceite de ricino.

A pesar de ello, el franquismo no logró doblegar su “absoluta” vocación docente, y, en los años 50, Fraguas consiguió recuperar la cátedra de la que fue “injustamente” apartado, relata la historiadora, quien destaca el hecho de que, a pesar de todos los contratiempos y miserias vividas en la dictadura, llegara a disfrutar del “sueño” de poder vivir en democracia.