Galicia amplía a 50 las unidades de atención temprana contra los trastornos en el desarrollo

El Gobierno gallego se propone implementar en 2022 las medidas adoptadas por la Consellería de Política Social para la detección temprana de problemas motores, cognitivos o conductuales y de lenguaje en los niños de edades comprendidas entre 0 y 6 años, con el objeto de colaborar en su proceso evolutivo.
Galicia amplía a 50 las unidades de atención temprana contra los trastornos en el desarrollo
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Uxía Silva García, coordinadora de la unidad de atención ‘temperá’ de A Estrada, durante una sesión de trabajo.

El Gobierno gallego se propone implementar en 2022 las medidas adoptadas por la Consellería de Política Social para la detección temprana de problemas motores, cognitivos o conductuales y de lenguaje en los niños de edades comprendidas entre 0 y 6 años, con el objeto de colaborar en su proceso evolutivo. El próximo ejercicio dispondrá de más de 6,2 millones de euros (casi un 82% más que en 2021) para alcanzar las 50 unidades de esta especialidad en toda Galicia (14 más que las actuales) y colaborar así con las familias, también con las retornadas, en la solución de estos problemas.

Los trastornos del desarrollo condicionan los primeros años de la vida del niño, la mayoría de las veces, de forma innecesaria. Trastornos del lenguaje, motores o de tipo cognitivo o conductual detectados a menudo en las guarderías, centros escolares, consultas pediátricas y también en el propio núcleo familiar deberán derivarse cuanto antes a las unidades de atención temprana que la Xunta implantó en los municipios para asegurarse un resultado óptimo en el menor tiempo posible. 

Dotadas de profesionales especializados: logopedas, psicólogos y terapeutas, la Xunta, a través de la Consellería de Política Social,  implantó en 2009 en 14 ayuntamientos de Galicia dos unidades que prestaron atención a 160 niños y que se enmarcan dentro del programa de atención ‘temperá’ que puso en marcha para colaborar con las familias en este apartado. Dicho programa multiplicó por 10 su extensión desde entonces y hoy cuenta con 39 unidades, que abarcan 168 municipios y atienden a 1.740 menores. 

Los datos indican que en 2021 hay veinte veces más unidades de las que había entonces y diez veces más niños atendidos, mientras que el nivel de cobertura supera la mitad del territorio gallego.

Consciente de la importancia de este programa y de la creciente demanda experimentada desde su puesta en funcionamiento, Política Social se propone para el próximo ejercicio duplicar la inversión en el mantenimiento de las unidades existentes y crear 14 nuevas, hasta alcanzar un total de 50 repartidas por toda la comunidad autónoma, con el objeto de proporcionar este servicio a los municipios que carecen de esta prestación y ayudar así a superar sus problemas al mayor número posible de niños que cargan con alguna de estas limitaciones a tan temprana edad.

Para ello, adelanta que destinará más de 6,2 millones de euros (un 82% más que este año) para dar cobertura a un número superior de municipios de lo que lo viene haciendo en este momento.

Ayuntamientos urbanos y del rural prestan desde hace más de una década atención temprana a niños que, bien por percepción de los profesionales de la enseñanza, de los pediatras o dentro de la propia familia, presentan síntomas de padecer alguna de estas patologías, que se tratan con éxito en la mayoría de los casos, según destaca la coordinadora de la unidad de atención temperá de A Estrada (Pontevedra), la logopeda Uxía Silva García.

Tras años dedicada a la especialidad, Uxía Silva, quien desarrolla su labor en el centro conjuntamente con una psicóloga y una terapeuta, asegura que “todos los niños tienen una evolución muy positiva” una vez que son tratados en la unidad, y aclara que “cualquier niño en riesgo de padecer alguna dificultad en su desarrollo normal puede venir a este servicio”, incluidos los niños de familias retornadas a Galicia, que también pueden beneficiarse de las políticas sociales que pone en marcha la Xunta de Galicia para mejorar la calidad de vida de la población, empezando por los más pequeños.

“Aunque muchas veces depende de la gravedad de los casos”, advierte la coordinadora, “en ninguno no se notó una mejoría”. A veces esto sucede “a los tres meses; a veces, a los seis; y a veces hay que esperar a los ocho meses o al año” para “ver pequeñas mejoras” en el desarrollo del menor, pero, apunta, sin contar con la intervención de los profesionales especializados en la materia, el proceso evolutivo se dilataría más en el tiempo.

La unidad de atención temprana de A Estrada se puso en funcionamiento en 2019 y en todo este tiempo, más de 40 niños de edades comprendidas entre los 0 y los 6 años pasaron por las instalaciones del centro para ser tratados por las tres profesionales que trabajan para proporcionarles una evolución favorable.

Los menores llegan a la unidad derivados por los pediatras después de que estos mismos, los profesores o los propios padres les hayan detectado algún retraso, bien en el desarrollo del lenguaje, bien de tipo motor, cognitivo o conductual.

Dependiendo del área de que se trate, la detección se produce a una edad u otra, según la logopeda, quien apunta que en el caso de problemas motores, se puede detectar con meses, mientras que si obedece a problemas de lenguaje, suele ser alrededor de los dos años o dos años y medio cuando se empieza a percibir. En lo que atañe a las disfunciones conductuales, estas empiezan a manifestarse a partir de los tres años.

Una vez en contacto con los profesionales de la unidad, estos se encargan de marcar una cita con la familia para tener conocimiento de aquellos datos que pueden facilitar el modo de proceder en cada caso. Así, se habla sobre la historia del niño, de las circunstancias que rodearon el parto y, dependiendo de su edad, de su relación con el juego o de su autonomía para realizar las tareas como vestirse o ir al baño.

La comunicación entre los profesionales de la unidad y las familias se produce todas las semanas, confirma Silva, ya que es a la salida de las sesiones de trabajo cuando se comenta con los padres el trabajo realizado y se les dan algunas pautas para que lo llevan ellos a la “rutina diaria”.

Además, “cada seis meses hay que renovar el plan de intervención del niño”, lo que propicia reuniones con la familia para comentarles los avances y los objetivos de la intervención, así como con los profesionales del colegio para que “cuenten lo que están trabajando con él”. En el caso de que hagan uso de los servicios privados, se trata de hacer un trabajo en red para que conste que “todos estamos trabajando en los mismos objetivos”, comenta Uxía Silva.

Este tipo de trastornos se dan en cualquier clase de familia, asegura la logopeda, quien descarta que se detecten más en familias con menos recursos. No obstante, notan que “a las familias con más carencias, a nivel aconómico o emocional, les cuesta más abrirse a nosotros”, mientras que “las familias más acomodadas son más receptivas, pero llega un punto en que tanto unas como otras se sienten a gusto con nosotros y trabajamos bien”.

El servicio de atención ‘temperá’ consiste en un conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil, a su familia y a su entorno, con el objetivo de responder lo antes posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños en aquellos aspectos que tienen que ver con el desarrollo, o que están en riesgo de padecerlas. De lo que se trata, según el departamento de Política Social de la Xunta, es de facilitar el desarrollo de su autonomía personal y la inclusión social, contando para ello con la ayuda de profesionales especializados.

La clave, para la Consellería, está en la palabra ‘temprana’, ya que cuando antes se detecten las posibles dificultades, mejores resultados se pueden obtener de la atención profesional.

Por ello, se apuesta por mantener a las familias bien informadas acerca del proceso evolutivo de sus hijos para poder detectar cualquier dificultad con la mayor prontitud y para ello ofrece la Red gallega de atención temprana, que favorece la adquisición o recuperación de funciones y habilidades personales y sociales a los niños.