Carlos Brandeiro: “La pedagogía ha cambiado y hoy formamos a los jóvenes para que tengan ideas propias”
Enseñar es algo más que inculcar conocimientos. Es educar a los niños y jóvenes para que sean capaces de detectar sus propias “fortalezas y debilidades’ y, en base a ello, “fomentar sus capacidades’ con vistas a un futuro que siempre se muestra “incierto”. Con esta filosofía se presenta en el ámbito educativo de Buenos Aires el Colegio Santiago Apóstol, que dirige el docente y académico de la RAG Carlos Rodríguez Brandeiro, natural de Cedeira (A Coruña).
En el año dedicado a Castelao, el Colegio Santiago Apóstol de Buenos Aires –creado en 1998 por la Xunta, a iniciativa del Centro Galicia de esa capital–, suma a sus actividades de exaltación de la cultura y las tradiciones gallegas las relacionadas con la celebración del 75º aniversario del fallecimiento del célebre galleguista, quien vivió emigrado y exiliado en Argentina.
Pregunta. ¿Qué actividades programa la entidad para enaltecer a una figura tan destacada que, además, fue referente para la colectividad gallega en Buenos Aires?
Respuesta. Se programan diferentes iniciativas en relación con las edades de los alumnos a los que van dirigidas. Por ejemplo, se inauguraron exposiciones sobre el personaje; se trabaja con los chicos para que preparen entrevistas con gente mayor que tuvo contacto con personas que conocieron a Castelao; tenemos actos con los familiares de los alumnos... Se puede hablar de una lluvia de ideas orientadas a estimular el conocimiento sobre este intelectual gallego. Igualmente, con motivo de la Feria del Libro de Buenos Aires, visitaron la ciudad escritores y estudiosos que conocen a fondo la figura de Castelao, como Xabier Alcalá, Tamara Andrés, Henrique Monteagudo o Miguel Anxo Seixas, que han pasado por el Colegio y dejaron una gran impresión.
P. ¿Qué clase de alumnos reciben enseñanza en este centro?
R. Por nuestras aulas pasan alumnos con vinculación con Galicia, pero también otros que no tienen orígenes en la comunidad autónoma, lo que habla bien de este colegio, que cuesta dinero, porque es privado.
Lo cierto es que, en Buenos Aires, faltaba la escuela que mantuviera viva la cultura gallega y, una vez se implantó el sistema autonómico en España, y gracias al esfuerzo de la Xunta –con Fraga al frente–, se consiguió levantar el colegio con el que Galicia salda la deuda contraída con los emigrantes y exiliados que construyeron más de 385 escuelas en el territorio en momentos de dificultad.
P. ¿Qué importancia cobran la cultura y las tradiciones de Galicia a la hora de programar actividades en el Santiago Apóstol?
R. En ese sentido, cubrimos varios frentes. Por una parte, el Día das Letras, en el que se trabaja con la música tradicional y con la lengua, pero también celebramos el Día de Galicia, fecha en la que adquiere protagonismo el folclore y demás aspectos culturales. Además, acontecimientos como el de este año, dedicado a Castelao, invitan a programar actividades de diversa índole que ayudan a dar relevancia a lo que se quiere significar.
Galicia está presente en Buenos Aires a través de este centro, no porque en el edificio esté la bandera gallega, sino para que el alumnado se acerque a esta cultura, que es la cultura de sus ancestros. Hay chicos que hablan y dominan el gallego y esa es la mejor manera de contribuir a mantener la cultura de Galicia.
P. Después de 27 años impartiendo docencia en la capital argentina, ¿hasta dónde alcanza el prestigio del Colegio Santiago Apóstol?
R. Se comenzó en 1998 con un ciclo lectivo de 30 alumnos e impartiendo estudios hasta cuarto grado y hoy se cuenta con más de 500 estudiantes matriculados que pueden recibir formación académica hasta su ingreso en la universidad.
Por resumir un poco nuestra filosofía, decir que huimos de ornamentos, porque consideramos que la mejor manera de defender la educación es apostando por la calidad y, en nuestro caso, el Colegio está siendo bien valorado por las autoridades educativas de Argentina.
P. ¿Cómo es la educación en estos tiempos?
R. La pedagogía ha cambiado, porque los retos a los que nos enfrentamos también son distintos. Me refiero a la inteligencia artificial o los avances tecnológicos. Por eso, la educación hoy en día tiene que centrarse en preparar a los alumnos para que sepan detectar sus fortalezas y debilidades y, de esa manera, puedan fomentar sus capacidades.
P. ¿Y cómo se lleva a cabo esta tarea en el Santiago Apóstol?
R. Nos preocupamos por procurar la socialización de los alumnos y ofrecerles un abanico de oferta pedagógica amplio. No se puede pensar en preparar a los chicos para el futuro, porque el futuro nunca se sabe cómo va a ser, y tampoco se puede ser contemplativos, porque la contemplación conlleva involución. Más bien, hay que estar en la enseñanza de modo proactivo, siempre innovando, siempre escuchando. Y, sobre todo, hay que tener presente que el docente está para acompañar y orientar, no para guiar ni dar clases magistrales.
P. ¿Cómo se educa en un país como Argentina, con una historia reciente traspasada por intensos episodios de inestabilidad política, económica y social?
R. Como gallego que soy veo pros y contras. Puedo decir que yo en Vallecas (Madrid) he tenido miedo y que en Buenos Aires, en cierta ocasión en que enfermé, me trataron muy bien en un hospital público.
Lo que pasa en Argentina es fiel reflejo de lo que pasa en el mundo, aunque, bien es cierto, con diferentes grados. Por mi parte, soy un gran defensor de los valores del humanismo, de la sensatez, de la humildad. Estoy preocupado porque esos valores se han ido perdiendo y en las escuelas tenemos que procurar que los alumnos tengan información y conocimiento para que puedan tener ideas y voz propia. Los chicos tienen que ser libres y sentirse libres y para ello hay que tener conocimiento.
P. ¿Cómo ve las sociedades de hoy en día?
R. Creo que falta diálogo y respeto. Si escuchamos, reforzamos nuestras ideas, y, diciendo esto, no estoy inventando nada nuevo. Todo parte de la base de que el otro tiene cosas de las que podemos aprender y, en este sentido, la escuela tiene que actuar como mediadora para fomentar esos principios. Tenemos que volver sobre la idea de otros tiempos en la que se fomentaba el trabajar todos para todos. Entonces las cosas irían mucho mejor.
P. ¿Es posible que cale esta idea en sociedades tan polarizadas políticamente y con gobernantes tan contestados?
R. Yo no generalizaría. Hay buenos y malos políticos, y no podría meter a todos en el mismo saco; los hay honorables y otros que tendrían que escuchar un poco más y ser más humildes. Como docente, aspiro a vivir en una sociedad en la que seamos capaces de apreciar a los que hacen buena política y educar a los que la hacen mala.