Sara Dobarro, experta en comunicación emocional y presidenta de Aegare

“Galicia va a dar una lección al mundo. Al gallego le ha llegado la hora de pensar en grande”

Conceptos como la bondad, la lealtad o la generosidad, tan nobles como desusados en nuestro tiempo, configuran en buena medida la personalidad del gallego; una personalidad forjada a costa de largos (eternos) años en la emigración, que han hecho de los habitantes de la región unos individuos capaces de manejar cualquier situación adversa por difícil que parezca.

“Galicia va a dar una lección al mundo. Al gallego le ha llegado la hora de pensar en grande”
Sara Dobarro.

Conceptos como la bondad, la lealtad o la generosidad, tan nobles como desusados en nuestro tiempo, configuran en buena medida la personalidad del gallego; una personalidad forjada a costa de largos (eternos) años en la emigración, que han hecho de los habitantes de la región unos individuos capaces de manejar cualquier situación adversa por difícil que parezca. Sin tierra, sin ocio, sin identidad, al gallego no le ha quedado más remedio que desarrollar eso que se llama la inteligencia emocional, que es algo así como la habilidad para adaptarse al medio. Adaptación y un incuestionable espíritu emprendedor le colocan en una situación “muy ventajosa para triunfar y desarrollar el talento en la época que nos toca vivir”. Eso es lo que piensa Sara Dobarro, experta en comunicación emocional, quien lleva diez años estudiando el funcionamiento del cerebro, la gestión de las emociones y la comunicación no verbal y plasmando en libros, periódicos y revistas los conocimientos y experiencias adquiridas.

Los entresijos de la comunicación emocional y no verbal mantienen atrapada en el estudio a Sara Dobarro, gallega, natural de Ferrol, quien lleva 12 años residiendo en Zaragoza (Aragón), desde donde se mantiene en contacto con su lugar de origen, también a través de la Asociación de Empresarios Gallegos de Aragón y Riberas del Ebro (Aegare), entidad que preside y que le permite conocer el mundo de los empresarios gallegos en el exterior; un colectivo con un enorme potencial, del que sería bueno servirse en momentos de crisis como el que se vive en la actualidad. Porque el gallego emigrado supo utilizar el trabajo como “válvula de escape” para sobreponerse a la ‘morriña’ a la que lo dejó abocado la distancia. De ahí su carácter “emprendedor” que ha dado tantos empresarios de éxito, de los que es necesario aprender, pero también a los que hay que tender puentes para conseguir sacar a Galicia adelante en momentos tan críticos.

Es por eso que la Comunidad autónoma puede jugar un importante papel en la actual coyuntura política y económica. Sara Dobarro va incluso más allá y se atreve a sentenciar que “Galicia va a dar una lección al mundo”. “Al gallego le ha llegado la hora de pensar en grande”, asegura.

Pregunta. Entonces, ¿a qué esperamos para demostrarlo?

Respuesta. Lo hacemos, pero no hacemos ruido. Generamos riqueza, estabilidad, desarrollamos la capacidad de adaptación. Son todas características inherentes a la inteligencia emocional. El gallego es leal y fiel a su pueblo y a su sociedad; es muy solidario y entiende que España atraviesa por dificultades. Pero en lugar de actuar en plan catalán, el gallego va a apoyar a España. Hay muchos gallegos por el resto de España. En realidad, los gallegos nos sentimos gallegos, españoles, europeos y ciudadanos del mundo. El gallego no tiene fronteras ni es egoísta; es bueno y generoso y de esta manera deja en evidencia su inteligencia emocional.

P. Pero en una situación como la actual, ¿no estaría bien que nos lanzásemos con determinación a tirar del carro?

R. Lo estamos haciendo poco a poco. Lo que ocurre es que el gallego no es fanfarrón. Es trabajador pero no presuntuoso. Tenemos la ventaja de estar repartidos por todo el mundo y nos sentimos orgullosos de ser gallegos. Además, ahora contamos con una ‘Red empresarial’ que se basa en la confianza. Se trata de un ‘lobby’ para generar una economía que favorezca la internacionalización. Esta red nos va a permitir conocer las peculiaridades del país en el que vamos a invertir; conocer las ayudas existentes, cómo funciona, cómo son sus aranceles, su fiscalidad... En esos países residen paisanos que sienten como nosotros, porque lo que hemos hecho muy bien es el enraizamiento. Nuestra cultura se ha llevado a cantidad de países. Por eso es el momento de tirar de esa red, utilizando la inteligencia emocional. Y lo sabemos hacer. En este sentido, Galicia va a dar una lección al mundo. Yo estoy convencida de que talento tenemos. Solo tenemos que ponernos a trabajar.

P. ¿Qué necesitamos para que este proyecto salga bien?

R. La Administración tiene que saber que este trabajo necesita apoyos; es importante que se nos facilite la vía institucional. La Administración debe acercar a la clase empresarial porque todos estamos en el mismo barco. Es cuestión de comunicación y de actuar con responsabilidad social.

P. ¿Y se están obteniendo estos apoyos?

R. En Galicia, sí, pero con limitaciones. Todos quisiéramos más apoyos y hay momentos en los que hay que saber dar prioridades. Galicia ha sembrado mucho en el exterior y ahora es el momento de recoger lo sembrado; es el momento de hacer bien las cosas con los empresarios en el exterior. Al gallego le ha llegado la hora de pensar en grande.

P. ¿Vamos a poder cambiar entonces la imagen que se tiene de nosotros en el exterior?

R. La imagen del gallego es cuestión del pasado. Ese sentimiento de rubor y de vergüenza ha cambiado. El gallego ha evolucionado hacia la sabiduría, la fortaleza. El sufrimiento nos prepara para el gozo. El que sufre, por lo común, se levanta una y otra vez, y el gallego ha sufrido mucho en la distancia y ha levantado un imperio. Hoy podemos citar nombres como los hermanos Vázquez Raña que son ejemplo de fortaleza, dignos de admiración. Todo eso no se consigue llorando y escondiéndose. Se puede decir que hemos pasado del sufrimiento a saber gozar, a saber disfrutar.

P. Entonces, ¿estamos en el buen camino?

R. Creo que ahora estamos todos muy despiertos. Hemos compartido emociones e inquietudes y ahora estamos muy despiertos. Los gallegos tenemos fama de dinamizadores y motores del mundo. Estamos muy bien posicionados, solo es cuestión de que nos lo creamos.