TRIBUNA ABIERTA DE ANTONIO ÁLAMO

Ayudas 2011

La crisis que vivió España entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado obligó a numerosos españoles, especialmente canarios, a abandonar su tierra rumbo a América. Fue una época difícil, muchos tuvieron que embargar sus paupérrimas propiedades, aquellos ‘chajocos’ que nada producían, y dejar a sus familias, a la espera de que en tiempos mejores pudieran reunirse con ellos.
La crisis que vivió España entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado obligó a numerosos españoles, especialmente canarios, a abandonar su tierra rumbo a América. Fue una época difícil, muchos tuvieron que embargar sus paupérrimas propiedades, aquellos ‘chajocos’ que nada producían, y dejar a sus familias, a la espera de que en tiempos mejores pudieran reunirse con ellos. A Venezuela unos llegaron de forma legal y otros de manera clandestina en veleros, cumpliendo amplias odiseas, suficientemente reseñadas.
En las nuevas tierras, hubo algunos, los menos, que “hicieron las Américas”, como se decía de aquellos que amasaron grandes fortunas. Otros se dedicaron a asentarse en su nueva patria, mejorando su calidad de vida. Los unos y los otros se dedicaron a constituir nuevas familias y la mayoría se concentró en dar a sus descendientes la educación de la que ellos carecieron.
Han pasado los años, Venezuela ha cambiado y numerosos isleños, por unas causas u otras, no tuvieron la oportunidad de acumular bienes para una vejez tranquila y sosegada. Hoy, ya mayores y solos en ocasiones, ven que no pueden mantener la vida digna que merecen.
A algunos de ellos, desde hace un tiempo, el Gobierno de Canarias ha dedicado su atención y destina una cantidad puntual que les hace llegar una vez al año.
Pues bien, finalizando este 2011 llegaron las “ayecas”, mejor conocidas como “ayudas” y, como se suponía, aunque hace un tiempo representantes del ente gubernamental aseguraron que la crisis no afectaría al sector socio-sanitario, fueron reducidas tanto en número de personas como en importe monetario. No precisamente porque hayan cambiado su condición económica y de la noche a la mañana su poder adquisitivo se haya incrementado, al contrario, los hay que aún tienen más necesidades que antes.
En esta ocasión fueron aprobadas 4.826 de un total de 6.826 solicitudes, o lo que es lo mismo, dejaron por fuera a 2.000 personas y lo que es peor, según información recibida de algunos directivos de asociaciones que colaboran ad-honoren con el Gobierno de Canarias en la elaboración de las peticiones un buen porcentaje de los declarados  “no aptos” fueron precisamente  los más necesitados.
Esta situación mueve a preguntarse si un funcionario a 8.000 kilómetros de distancia tiene el conocimiento suficiente en cada caso para decidir quién es apto y quien no para recibir la ayuda. Por otro lado, el promedio de la subvención está en el orden de los 300 €, lo que es lo mismo, 25 euros mensuales. Según las cuentas que todos pueden sacar, especialmente los beneficiarios y sus familiares, para poder acceder a esos 300 euros es necesario pagar viajes para desplazarse a la entidad por la planilla, ida y vuelta al médico que dará la constancia del padecimiento correspondiente y costear en ocasiones esa consulta; pagar otra vez cuando vuelve a la institución con todos los recaudos y finalmente, después del anuncio de que recibió la subvención, acercarse al lugar que le indiquen, el día que le ordenen, para recibir el correspondiente cheque. Como podemos ver, esta cantidad después de estos gastos se ve bastante mermada, sin contar que para trasladarse varios lo hacen con dificultad debido a los achaques propios de la edad.
Esto sucede con los que tuvieron la suerte de aparecer como “aptos” pero ¿qué pasa con aquellos rechazados o “no aptos”? ¿Quién cubre los gastos que tuvieron que hacer estas personas muy necesitadas?
Estas ayudas, en cierta forma nacieron torcidas, recordamos cómo en las primeras entregas en Caracas, representantes del ente autónomo reunían en un solo día en el Hogar Canario Venezolano a más de 5.000 beneficiarios que en ocasiones permanecían en el sitio de 6 de la mañana a 5 de la tarde, sin apenas algo más que un vaso de agua que les hiciera superar esta larga espera. Vimos a gente salir del sitio llorando pues cumplida la larga espera no recibió nada.
Mal que bien estas entregas se fueron corrigiendo. Con el tiempo se distribuían cheques de acuerdo con la asociación o club que presentaba la solicitud. Igualmente ha mejorado la atención a los mayores con la presentación de un refrigerio.
Lo que no se ha logrado aún, a pesar de la constante insistencia, es que se abra una cuenta bancaria a los beneficiarios para depositarles el dinero con la finalidad de que no obliguen a las personas un día determinado a colas de horas por recibir un cheque. Lo han prometido consejeros, viceconsejeros, delegados y funcionarios, pero todo sigue igual. ¿Qué pasaría en Canarias si se reuniera una vez al año a los necesitados en un lugar determinado para entregarles esta ayuda específica, repetimos de 300,00 euros?
Y no queda aquí la cosa, pues en las islas numerosos canarios como consecuencia de la propaganda, creen que el gobierno se desvive por sus hijos en América, al extremo de que se ha creado malestar y enfado en algunos sectores de la población que llegan a preguntarse cómo mandan “tanto dinero” para los que viven en ultramar, si ellos las están pasando “canutas” y terminan diciendo “¡que se arreglen como puedan los que están lejos!”, que la fraternidad y la solidaridad quedaron para otros tiempos en los que a quienes se iban a las nuevas tierras y la suerte les sonreía, se les reconocía como emigrantes nobles y generosos. Señores honorables y útiles porque adquirían propiedades en sus pueblos y daban trabajo con el que mejoraban las condiciones de vida de los que se quedaron. Los que así piensan, desconocen la historia.

Antonio Álamo Lima
Canarios en el Mundo