El tenor y presidente de la Casa de Burgos en Madrid expuso su proyecto en el Congreso celebrado en Salamanca

Miguel de Alonso quiere convertir una cantera burgalesa en escenario “ideal” para interpretar ópera y zarzuela con decorados de verdad

El tenor burgalés Miguel de Alonso envejece con un montón de buenas ideas en su mente, entre las que toma forma el convertir una cantera de su pueblo (Hontoria del Pinar) en un magno escenario donde interpretar ópera y zarzuela al estilo de los viejos tiempos, con vestuario y decorados de los de verdad. Convencido de que se trata de un “sitio ideal” para este tipo de representaciones, el proyecto fue dado a conocer el pasado octubre en Salamanca durante el II Congreso Internacional de casas regionales de Castilla y León.
 

Miguel de Alonso quiere convertir una cantera burgalesa en escenario “ideal” para interpretar ópera y zarzuela con decorados de verdad
Miguel de Alonso
Miguel de Alonso, presidente de la Casa de Burgos de Madrid.

Las óperas y zarzuelas que interpretó por distintos escenarios del mundo las lleva tan en sus venas que el tenor Miguel de Alonso (Hontoria del Pinar-Burgos) sigue soñando, a sus años, con los trajes y decorados que le acompañaban en las representaciones de ‘Rigoletto’, ‘Tosca’, ‘La Traviata’ o ‘Madame Batterfly’. Muchos de ellos –cuenta con material para más de 30 obras– los conserva intactos en el lugar de la casa donde sus padres “almacenaban la paja y la hierba” y su idea es ponerlos en valor, hastiado como está de la tendencia que ha logrado imponerse a la hora de recrear escenas, a base de espacios en negro iluminados tan solo con luz cenital.

“A esos escenógrafos los barría a todos, en todo el mundo”, asegura, conteniendo la rabia. Pero “la gente va al teatro con mucha pompa y no se da cuenta de que están viendo porquería, porque todo está simplificado y muy poco trabajado”, denuncia.

En su haber, De Alonso reúne un interesante patrimonio de pintura escenográfica hecha sobre grandes tablones, “pintados maravillosamente”, en los que se reflejan “paisajes, palacios, pirámides o castillos” con tanto realismo que incluso parece que “puedas tocar las piedras, un tiesto…”. Y hasta simulan “que las flores cuelgan de verdad”, relata, con cierta nostalgia.

Con la experiencia que le proporciona su dedicación al mundo de la ópera y de la zarzuela, así como su edad, su propósito es sacar toda esa creación a la luz gracias a un proyecto singular que el pasado mes de octubre se atrevió a exponer al empresario Isidoro J. Alanís, durante la celebración en Salamanca del II Congreso Internacional de casas regionales de Castilla y León en el exterior. La idea es convertir una cantera de su pueblo en un gran escenario donde se puedan representar óperas y zarzuelas y donde estos decorados –algunos miden hasta 12 metros de alto– puedan lucir en todo su esplendor.

“La cantera hay que limpiarla y poner butacas” –“Si pueden ser 4.000, mejor que 2.000”, demanda–, pero la sonoridad ya la tiene “estudiada” y está convencido de que se convertiría en un “sitio ideal para representar ópera, zarzuela” e incluso “conciertos de música”.

La iniciativa requiere del apoyo de empresarios dispuestos a invertir en el proyecto, por lo que, finalizada la intervención del presidente y CEO de Global Exchange en el congreso de Salamanca, se acercó a él para comentarle su idea y solicitarle su colaboración”. “Me lancé a hablarle antes de que se marchase, porque esto tiene que salir adelante”, comentó a ‘Castilla y León en el Mundo’.

¿El coste del proyecto? “Ni lo he pensado”, asegura el tenor. De lo que sí tiene certeza es de que iniciativas como esta pueden resultar interesantes para sacar a los pueblos del vacío en que los sumió la industrialización. En su caso, ya aportó su grano de arena, organizando, en un anfiteatro natural en el Cañón del Río Lobos –reserva natural–, frente a un puente romano del siglo I y cercano a su pueblo, un festival de ópera y zarzuela que atrae a público diverso en cada nueva edición.

Más de 8.000 representaciones

El arte de cantar le adornaba a Miguel de Alonso siendo todavía un niño y fue desde entonces que comenzó a prepararse para convertirse en alguien importante en el mundo de la ópera. Su madre –una mujer “de campo”, pero con una “inteligencia, sabiduría, belleza y finura” digna de ser resaltada– le “impulsó a aprender” y el joven Miguel atendió a su recomendación, seleccionando a los mejores “maestros” para “estudiar todas las facetas de la ópera, que son muchas”. La determinación tuvo consecuencias positivas: el éxito le acompañó durante toda su vida y actuó en los mejores teatros del mundo, codeándose con lo más sobresaliente de este género musical y también de la Zarzuela.

El tenor cuenta en su currículum con más de 8.000 representaciones como protagonista principal en obras del calado que le llevaron, entre otros, hasta el Madison Square Garden de Nueva York, así como a teatros de Rusia y Arabia. Asimismo, formó parte de la compañía de José Tamayo como primer tenor y con ella cosechó éxitos en la ciudad de los rascacielos, haciendo “patria” y actuando para la “gente más sencilla”. Con el tiempo, montó su propia compañía, que lleva su nombre, y cuenta con numerosos galardones en su currículum. Entre otros premios, fue reconocido por la Academia de la Hispanidad como Académico de Número en honor a sus méritos artísticos, su contribución a la difusión de la Zarzuela y por su interpretación, de manera “extraordinaria”, de numerosas óperas.

Presidente de la Casa de Burgos

Como hombre que se considera sencillo y de pueblo –“Es de donde vengo”, asegura–, Miguel de Alonso se cuidó a lo largo de su vida de huir de la pompa y boato de que se rodean los grandes divos. De todos cuantos han destacado en los últimos tiempos, solo le salen elogios hacia Alfredo Kraus, porque no se dejó manipular “por la mafia” que mueve todo este mundo.

A este tenor burgalés le gustan las cosas sencillas y el contacto con la gente. Por eso, en Madrid, donde vive –donde “siempre he vivido”–, agrupa en torno a sí y a la Casa de Burgos (que preside desde hace ocho años) a los burgaleses y castellanos y leoneses en la capital que buscan refugio en las instituciones, para mantener vivas las tradiciones de sus pueblos. Es en esta Casa y por impulso de su presidente, donde ofrecen conciertos los guitarristas, pianistas y cantautores más destacados del momento, pero “mal pagados” por el Teatro Real y que, precisamente por ello, “malviven” en Madrid. Y “eso es denunciable”, dice De Miguel, quien reclama justicia para estos grandes músicos que han llegado para relevar a su generación, así como una vuelta a los decorados, el color y la “autenticidad” que rodeaba al Real en otros tiempos.

“Yo no les daba mi material, no se lo daba –asegura, en alusión al teatro madrileño–, porque han optado por técnicas más de moda que De Alonso no comparte. “Ellos lo han quemado todo”, lamenta, porque cuidar estos trajes y escenarios “da mucho trabajo” y para ellos “es mucho más fácil poner un cenital que ilumine todo”.

Mucho se guarda de hacer lo mismo en ‘su’ casa de Burgos en la capital –“El centro cultural más importante de Madrid”, dice–, donde cuenta hasta con un teatro y donde pone en escena representaciones en las que utiliza vestuario y algunos decorados adaptados al espacio que le permiten revivir tiempos pasados. “Son cosas sencillas, pero muy bonito todo”, afirma el tenor, quien anima a los castellanos y leoneses en el exterior a que se vinculen a las entidades que los representan, pero, puntualiza, que lo hagan por “amor al sitio”.