Opinión

Morir en el intento

No hay nada mejor para un ‘pescador’ que un río revuelto. La pandemia golpeó como un terremoto la vida de todos, y cuando digo de todos quiero decir de todos. Ricos y pobres, políticos, gobiernos, creyentes y descreídos.

No hay nada mejor para un ‘pescador’ que un río revuelto. La pandemia golpeó como un terremoto la vida de todos, y cuando digo de todos quiero decir de todos. Ricos y pobres, políticos, gobiernos, creyentes y descreídos.

Una guerra silenciosa que cuando acabe no habrá acabado. Sus ‘daños colaterales’ son inimaginables y tal vez lo que nos ayude a seguir hacia delante sea simplemente el vivir día a día.

En ese ‘río revuelto’ que es la pandemia aparecieron distintos ‘pescadores’; desde los negacionistas del virus, los negacionistas de la vacuna pero no del virus, los conspiranoicos que acusaban al gobierno de Estados Unidos de la invención y propagación de la enfermedad hasta llegar a los militantes, tanto de izquierda como de derecha, que alegan que la imposición de medidas tan draconianas a la población representa una intromisión en la vida privada de los ciudadanos y un recorte de las libertades en un Estado de derecho.

Y es verdad. Siempre habrá alguien que en los momentos más inoportunos preguntará ‘a qué hora se come aquí’ o alegará la violación del Convenio de Ginebra antes de entrar en una cámara de gas alemana.

Debatiéndonos entre la vida o la muerte. Con los contados recursos sanitarios que tenemos; con el desconocimiento del comportamiento del virus, con la economía por el suelo, el incremento de la pobreza y la macabra cuenta de muertos aparecen en este ‘revuelto’ los ‘a qué hora se come aquí’ o los que defienden la libertad de movimiento antes que la vida humana.

Hace unos meses el papa Francisco llamó a capítulo a las asociaciones antiabortistas en Estados Unidos. La Iglesia y el papa comparten la defensa inquebrantable del derecho a la vida del que va a nacer, pero el papa les recordó que no sólo los que van a nacer tienen derechos sino también los nacidos. Transliterando la llamada de atención papal a la situación actual los derechos muy bien, pero las normas que los restringen por la pandemia son para que podamos ejercerlos y nos tutelen y no muramos en el intento.