Opinión

Malos

La historia y el presente está sembrada de malos. Hombres y mujeres de todas las ideologías ocupan ese lugar dudoso de la maldad. A la vista del tiempo y con perspectiva histórica se va diluyendo su maldad que es superada por otro que viene atrás. Pasa y pasó en Estados Unidos con el presidente peor valorado por los estadounidenses, Harry S. Truman, que se colocó en un segundo lugar después de ganarle el puesto George Walker Bush y que en un esfuerzo titánico y sin haber matado a nadie, los media se esfuerzan en que para siempre ocupe ese puesto Donald John Trump.

Hay un revisionismo interesado de toda nuestra historia juzgándola con comprensión y ‘buenismo’ según la época en la que se desarrollaba. Esto no deja de ser un intento vano y cínico de lavado de cara. Que los soviéticos tuviesen gulags no alivia la culpa de los campos de concentración alemanes o españoles durante la guerra de Cuba.

Hay decenas de países sin una historia de agresión ni conquista del otro, es más, son los más numerosos. Que los portugueses fuesen esclavistas, al igual que ingleses y holandeses, no exculpa a españoles ni franceses. Que los españoles acabasen con las mayores culturas de América y dominasen a espada y sangre a los indígenas supervivientes, por supuesto que es el espíritu de ese tiempo, pero no por eso debemos olvidarlo y disfrazarlo ni tampoco minimizarlo ni ‘reinterpretarlo’.

Durante la conquista de América los primeros en incumplir sistemáticamente la ley que trataban de imponer eran los conquistadores españoles. Uno de los argumentos de alguno de los delincuentes de las tarjetas ‘black’ era que “todo el mundo en todas partes a esos niveles hacía eso”. El ‘espíritu de nuestro tiempo’ lleva a esas paradojas en que aquellos que imponían su ley eran los primeros en incumplirla. Pero llamarlos, hoy, ‘buenos’ o ‘no tan malos’ escudándonos en el espíritu de ese tiempo no pasará el examen del tiempo y será un intento estéril.