Opinión

La consulta catalana

El decreto firmado a finales de septiembre por el presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas i Gavarró, para realizar la consulta soberanista pautada para el próximo 9 de noviembre constituye, sin duda, el paso más firme realizado hasta ahora para dirimir el histórico problema de las autonomías y los nacionalismos periféricos existente en el Estado español.
Mientras el gobierno de Mariano Rajoy Brey acelera sus baterías políticas a través del Tribunal Constitucional (TC) para evitar esta consulta, Mas i Gavarró parece convencido a jugarse su futuro político en la misma. No se descarta que esta consulta sea, igualmente, unas elecciones anticipadas para Cataluña, con lo cual Artur Mas y su partido Convergencia i Unió (CiU) se juegan el gobierno, mientras su socio de camino, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), se juega su posible ascenso político.
Las consecuencias inmediatas del referendo soberanistas escocés de mediados de septiembre gravitarán inmediatamente en la consulta catalana. La Generalitat de Catalunya ya acelera casi 3.000 puestos de votación, toda vez la polarización política puede hacerse presente en determinados municipios contrarios a la consulta. En todo caso, el legítimo derecho catalán a elegir chocará más duramente en Madrid, con su no menos previsible e inevitable coacción a través del Tribunal Constitucional.
Resta un mes para la consulta y la tensión y polarización irán en aumento. Cataluña está a las puertas de una consulta histórica, independientemente del resultado y de las presiones desde Madrid. Debe por eso observarse con atención qué sucederá allí el 9-N.