Opinión

Los hospitales del ‘Camino de Santiago’ y las mujeres

“La presencia minoritaria de mujeres en el caudal de peregrinos que anualmente recorría el ‘Camino de Santiago’, hace que las instituciones dedicadas únicamente al alojamiento de mujeres sean muy escasas. Naturalmente nos estamos refiriendo tan sólo a aquellos hospitales cuya función es albergar a pobres, viajantes y peregrinos y no instituciones para la acogida de enfermos con males específicos, como la lepra”, escribe la historiadora Marta González Vázquez en su esencial monografía Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, Compostela, 2000, reedición ‘Camiño do Xacobeo’/ 2004.
Los hospitales del ‘Camino de Santiago’ y las mujeres

“La presencia minoritaria de mujeres en el caudal de peregrinos que anualmente recorría el ‘Camino de Santiago’, hace que las instituciones dedicadas únicamente al alojamiento de mujeres sean muy escasas. Naturalmente nos estamos refiriendo tan sólo a aquellos hospitales cuya función es albergar a pobres, viajantes y peregrinos y no instituciones para la acogida de enfermos con males específicos, como la lepra”, escribe la historiadora Marta González Vázquez en su esencial monografía Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, Compostela, 2000, reedición ‘Camiño do Xacobeo’/ 2004.

Es preciso recordar que un mismo hospital tenía pabellones o edificaciones completamente separadas para el uso de mujeres, caso del de Montmajour, en la Provenza francesa. Ahora bien, por regla general era común la organización en un solo edificio en el cual la separación de sexos era la costumbre. Ello desde los primeros siglos, como fue el hospital fundado por Santo Domingo de la Calzada, donde asimismo existía un ala separada para los sacerdotes, si bien se tiende a una preocupación más intensa por tal complejidad cuanto más nos aproximamos al término de la Edad Media. Esto mismo acontecía, si atendemos a las cárceles. El rey Alfonso X el Sabio incluso legisla en el “Fuero Real”.

Ahora mismo estoy contemplando una ilustración miniada de la “cantiga XCI” de las Cantigas de Santa Maríade Alfonso X el Sabio: “Cómo estaban en una villa en Francia muitos doentes do fogo de San Marçal”. Digamos que en el “memorial” de la obra del Hospital Real de Santiago incluso se habla de “dos vergeles uno a la parte de las mugeres y otro a la parte de los ombres”. Además, de “dos capillas, es á saver, una para ombres y otra para mugeres”. Así lo recomienda el Papa Alejandro VI en la “bula” que concede en diciembre de 1499 dando licencia a los Reyes Católicos para la construcción de este hospital.

“La decadencia general de la peregrinación, a causa de la aparición de multitud de vagabundos y ‘belitres’ que con los romeros se confunden –señala la historiadora Marta González–, da lugar en algunos casos a la conversión de ciertos hospitales y alberguerías en principio mixtos en exclusiva o preferentemente femeninos. Es el caso del hospital de Santa Catalina, en Pamplona, abierto en el siglo XIV y que en el XVI no da cabida a hombres ‘en caso de que hayan prevenido mugeres’. Lo mismo ocurre con el hospital de San Miguel de la misma ciudad”.

La medievalista Marta González desarrolla después “la actividad profesional de las mujeres en los hospitales y alberguerías del ‘Camino de Santiago”. También analiza “los establecimientos privados a lo largo del ‘Camino’ y la actividad de la mujer”. Ahora me detengo en otra ilustración miniada: “Cómo una moller fortou a faryna e os romeos que pousaron en su casa”, perteneciente a la “cantiga CLVII” de las Cantigas de Santa María.

He aquí una admirable escultura: la de “Santiago y una pareja de peregrinos” del Museo de la Catedral de Ávila. Es claro que las mujeres medievales –con sus donaciones y fundaciones– contribuyeron decisivamente a favorecer la acogida a través de las rutas seguidas por los peregrinos a la tumba del Apóstol Santiago.