Opinión

El Dorado, Venezuela y El Libertador Simón Bolívar

El Dorado, Venezuela y El Libertador Simón Bolívar

“La exploración del interior en busca del fantástico El Dorado, señuelo que atrajo tanto a alemanes como a españoles hasta las entrañas del continente, dio lugar al encuentro singular de tres expediciones que, como si se hubieran dado cita, llegaron al tiempo por tres caminos distintos a la meseta de Bogotá: la de Federmann, desde Maracaibo y Barquisimeto; la de González Jiménez de Quesada, desde Santa Marta; y la de Benalcázar desde Quito. Tres marchas cualquiera de las cuales, aun con los medios de hoy, sería muy de admirar”, escribe el notorio historiador y escritor Salvador de Madariaga Rojo en su imprescindible obra Bolívar, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1951, segunda edición, Madrid, 1975.
El hecho es que todas estas hazañas a la búsqueda de quimeras no provocaban sino la devastación del país. Ello hasta el extremo que, a fin de conseguir fondos con los cuales mantener las expediciones a El Dorado, incluso se “cazaban” indios como “rebeldes”, que se vendían en Coro como esclavos. El cronista Padre Las Casas avisó al Emperador acerca de este innombrable abuso. Tanto fue así que –al igual que por reiterativas quejas de los españoles contra las exacciones de los gobernadores alemanes– se decidió dar término a la concesión.
Es preciso recordar cómo Juan Pérez de Tolosa, nombrado Gobernador General interino en 1546 –aunque hombre de garnacha y, en general, gobernador prudente–, emprendió, cuando menos, dos expediciones militares, ninguna con triunfo. Habría que aguardar la llegada de su sucesor Juan de Villegas –uno de los apellidos, por cierto, del árbol familiar del Libertador Simón Bolívar– para que los españoles de la Costa Firme se dedicaran por entero y con coraje a la labor de “fundar y poblar”. Lo cual había sido ya en las demás tierras del Nuevo Mundo la faceta más creadora de la denominada “conquista”, si seguimos el más certero resumen de tales acontecimientos explicados por el historiador Jules Humbert en su obra publicada en Burdeos y París en 1905.
Ahora bien, el caos continuó durante gran parte del siglo XVI. Saltan así en esta época otros apellidos que figurarán junto al de Villegas dentro del árbol genealógico de Bolívar. Elena Fajardo es uno de los casos, quien por la línea Ladrón de Guevara-Villegas enlaza con la del Libertador. He ahí el apellido del provocador mestizo –astucia y osadía–, quien de 1555 a 1564 impera en el ambiente histórico de Tierra Firme. No era sino Francisco Fajardo, nacido en Isla de Margarita, hijo de un español y de una india descendiente del cacique del Valle de Maya, en Tierra Firme. “Ya español, ya indio, ya bregando, ya negociando, pudo haber llegado a reducir a su obediencia todo el país, de no haberle traicionado su propia impetuosidad o sus rivales, Alonso Cobos, Justicia Mayor de Cumaná, lo ahorcó en 1564, siendo a su vez ahorcado por ello por orden del Justicia Mayor de Margarita”, según el criterio de Salvador de Madariaga, apoyándose en la obra de Rafael María Baralt, publicada en Brujas y París, 1939.
A esta atmósfera turbulenta pertenece asimismo la controvertida historia del tirano Aguirre, otro de los apellidos del árbol familiar del Libertador.