Opinión

Alberico Spátola, la superstición y su tango ‘El 13’

Alberico Spátola, la superstición y su tango ‘El 13’

“El año 1913 fue recibido por la superstición universal con similares agorerías que el 1900, cuando astrónomos de azotea y astrólogos de almanaque de los sueños relacionaron el fin de siglo con el de nuestra planeta”, escribe el poeta y tangólogo Francisco García Jiménez en su ensayo Así nacieron los tangos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980. Y agrega: “Entonces, muchas gentes (en espeso plural y con macarrónica lengua) habían clamado: ‘¡Se viene la fin del mundo!”.

En el Buenos Aires del 1913 no podía faltar, desde luego, la consecuente melodía en dos por cuatro, a fin de conservar el tango en su carácter de “glosador oficioso” de la linda vida porteña tanto en títulos como en carátulas. De modo que un oportunísimo tango –titulado El 13– un músico que exhibe el pie derecho en la ópera y el izquierdo en la milonga. Toca el trombón en teatros líricos y ha acompañado varietés criollas en el piano de un café-concierto de la calle Esmeralda. He ahí a Alberico Spátola, quien naciera en Montevideo y después criado y afincado en Buenos Aires, “la reina del Plata”. Tras haber intentado la composición tanguista con escasa fortuna, una noche encuentra a Villoldo, quien ha sido su camarada del modesto trabajo en el café ‘Parisién’. Entonces le hace oír su tango, ya bautizado con la enigmática cifra del año. Y Villoldo escribe una letrilla para el pegadizo ritmo: “¡Qué lindo es bailar/ un tango así acompasado!”. La compañía de operetas ‘Caramba-Sconamiglio’, que era por aquel entonces la más aplaudida del género, presenta en el teatro ‘Coliseo’ un espectáculo de circunstancias, cuyo título es ‘¡Trece!’.

Así, pues, Spátola consigue que le incluyan su tango en un ‘cuadro’, obteniendo una súbita popularidad, de manera que, durante varios años, él es encargado por la empresa de ese teatro, al igual que el ‘Politeama’, para constituir y dirigir las orquestas de sus celebrados bailes carnavalescos. Alberico Spátola continúa componiendo tangos ‘cronológicos’: El 14, El 15, El 16, y así sucesivamente. Ninguno, no obstante, como El 13 perduró entre los tangófilos. Conservamos una estupenda interpretación fonográfica de Ángel D’Agostino con Ángel Vargas, que va de perlas para la mejor antología armónica del ‘porteñismo’. Desde 1934 recordémoslo, Alberico Spátola –“el de los tangos numerados por años”– fue alabado director de la ‘Banda de Policía’ de la capital federal. Según nos relata, en su ya citado ensayo, Francisco García Jiménez, Spátola, en medio del fervor de su tango El 13, pertenecía a la orquesta del teatro ‘Colón’, donde cantaba el tenor Enrico Caruso, con quien mantenía un afable trato que se expandía incluso fuera del escenario. Una noche concurrieron ambos a un café céntrico, en el cual tocaba un “quinteto típico”. Nadie se percató allí de la presencia del afamado Caruso. El director del ‘quinteto’ señaló al público la figura de Spátola antes de ejecutar El 13. Entusiásticamente el público lo ovacionó, con el consiguiente ‘bis’. Por lo bajo, Caruso expresó un ocurrente comentario desde su “estado de incógnito”: “Nunca había experimentado esta bella emoción de andar acompañando a una celebridad”.

El 7 de julio de 1941 falleció Alberico Spátola, infaltable para la partida semanal de ‘póquer’. Con el éxito de su tango Spátola hizo añicos la negra fama del ‘13’.