Opinión

‘Como abrazao a un rencor’, tango de Rossi y Podestá

‘Como abrazao a un rencor’, tango de Rossi y Podestá

“De Rafael Rossi, nacido en 1896, hablo hoy. Un hombre para el cual la suma de años no cuenta más que para las fórmulas de la vida civil, pues su estampa y espíritu siguen conservando agilidad joven. Pertenece a una esforzada ‘guardia nueva’ de hace medio siglo, que cinchó por el tango al lado de los primitivos, en una hora crucial que ahora calificamos de gloriosa”, afirma el inconmensurable compositor y tangómano Francisco García Jiménez en su tan emocionada como erudita obra Así nacieron los tangos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980.

Durante años continuó Rossi apegado a su género en la modalidad de ejecución simplista, siempre respetuosa con la línea melódica. Llegado el tiempo de las nuevas orquestas, se infiltró el “vanguardismo” que después arribaría entre la hojarasca de la polémica. Rafael Rossi, pues, trasladó su escueta manera interpretativa a un repertorio misceláneo, acorde con el gusto del interior de la República Argentina. Salió en giras y también grabó discos. Y tocó en trío, flanqueando su bandoneón con dos guitarras. Tocó en cuarteto, agregando violín. Y con orquesta, incluyendo cantores en dúo. Asimismo tocó desde el “vals” criollo hasta el “foxtrot”, del pasodoble a la ranchera, del tango al “bailecito” boliviano. Y, ¿cómo no?, también tocó “baión”, “pachanga” y “twist”. Simpatiza con sus leales “chacareros”. “Mantengo un íntimo afecto con Rafael Rossi –prosigue Francisco García Jiménez– y me deleito escuchándole aventurillas de sus primeros tiempos tangueros, cuando tocaba en los pirigundines equívocos de los pueblos”.

Tras aquellos episodios y viejas anécdotas de la época de “comer salteado”, llamemos a la palestra a uno de sus grandes tangos. Rossi le cuenta a García Jiménez cómo fue el origen del célebre Como abrazao a un rencor. En 1931 frecuentaba las tertulias “noche ras” del diario vespertino Última Hora, entre cuyos redactores sobresalía Antonio M. Podestá, fallecido en 1949, apodado ‘el gauchito’. Podestá le entregó a Rossi unos versos con el fin de que los considerase: “Esta noche, para siempre, terminaron mis hazañas;/ un chamuyo misterioso me acorrala el corazón./ Alguien chaira en los rincones el rigor de una guadaña/ y anda un ‘algo’ cerca el catre olfateándome el cajón…”.

Y a Rafael Rossi lo cautivó el asunto dramático de esa estrofa y la que le seguía. Así, pues, les concedió ritmo de tango e hizo por su cuenta la complementaria segunda parte musical. Entonces ‘el gauchito’ Podestá realizó la adición de la respectiva letra de la que nacería el título: “Yo quiero morir conmigo,/ sin confesión y sin Dios,/ crucificado en mis penas/ como abrazao a un rencor…”. Natalio Pirovano, el editor tradicional, imprimió la pieza musical… y a los seis meses le comunicó al músico: “¡No se ha vendido un solo ejemplar!”.

Desde Montevideo, no obstante, los comerciantes musicales solicitaban ejemplares del tango Como abrazao a un rencor. ¿Qué ocurría? Pues que Carlos Gardel actuaba allá, estrenó el tango y lo transformó en un clamoroso éxito. Tres ediciones al hilo salieron de la editorial ‘Pirovano’ para Montevideo. Cuando Gardel regresó a Buenos Aires contratado por ‘Radio América’ –una emisora de mucha audiencia por entonces–, su interpretación del amargo tango de Rossi y Podestá fue muy celebrada. Y al llevarlo al disco, pervivió aquel triunfo tanguero.