La opinión de

‘As Torres do Oeste’, Cambados, Carril y Vilagarcía

Continuando nuestro viaje por tierras de la comarca de la Ría de Arousa, hemos de evocar cómo en el siglo VIII y posteriores estos paisajes sufrieron los ataques de pueblos llegados del norte y sur de Europa. Ya los normandos, ya los sarracenos, llevaron a término incursiones sin cuento en toda esta zona costera, de modo que se levantó una torre de vigilancia en A Lanzada, donde se encendían enormes hogueras que eran vistas desde San Sadurniño. De idéntica manera, ésta comunicaba con ‘As Torres do Oeste’ –en Catoira–, alertando así a la ciudad de Santiago de Compostela de posibles invasiones.

La comarca del Salnés y la Ría de Arousa

Nos hallamos en la comarca de la Ría de Arousa. Vinculada a la vida y la fecundidad, con nosotros vive y revive la “Romaría da Nosa Señora da Lanzada”, cuya imagen los devotos veneran dentro de una ermita románica, a las orillas del mar, sobre los mágicos arenales que inexorablemente la besan y la abrazan. Es el postrer domingo de agosto cuando acuden miles y miles de personas, a fin de cumplir su promesa y presentar su ofrenda. Luego, la ‘rogativa’: las mujeres que anhelan tener descendencia, antes del amanecer exaltan el “rito das nove ondas” y, en ocasiones, acostadas sobre las impávidas rocas. La Virgen, empero, también atiende otras ‘rogativas’ que se llevan a cabo merced a esta bellísima ‘cantiga’: “Levei á miña muller á Lanzada/ leveina a desinfectar / e botar os demos fóra”.

Coquimbo, El Callao, La Serena: la costa chilena

El “País de la Senda Interrumpida” no nos muestra puertos estimables, pues Caldera, frente a Copiapó, es la inexcusable salida de la región minera: una señera fundición de cobre y un ferrocarril que la enlaza con esa ciudad. Ante nosotros, Coquimbo, frente a La Serena, exhibe otro puerto de más entidad. Además, Carrizal Bajo, Huasco, Los Vilas, Papudo y Zapallar, que no son sino meras caletas de emergencia. “Al norte de Coquimbo, la costa se accidenta en forma de islas, cabos y bahías. Es una zona atormentada, donde las Islas de Pájaros, junto con la de Choros y Chañaral, simulan un diminuto Mar Caribe con fuerte oleaje y blancos rompientes cubiertos de espuma”, escribe el gran geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su insoslayable obra Chile o una loca geografía, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, abril de 1988, décimonovena edición de la obra.

El ‘Camino de Santiago’ del Barbanza: ‘A Orixe’

Si seguimos la tradición jacobea, tras la muerte del Apóstol Santiago el Mayor en la ciudad de Jerusalén, sus discípulos recogieron su cuerpo y zarparon en una “barca de piedra” hacia un destino apropiado, a fin de concederle sepultura. Dentro de esta “mágica embarcación” que no precisaba guía, atravesaron el mar Mediterráneo hasta atracar en un puerto situado en los confines de la tierra. ¿Y cuál era este territorio? Aquel que se hallaba dominado por una “reina pagana”, la reina “Lupa”, a quien los discípulos solicitaron ayuda para transportar el “cuerpo santo” del Apóstol, el cual fue conducido en un “carro” tirado por bueyes hasta el exacto lugar donde hoy está enterrado. Su cuerpo, empero, estuvo olvidado durante siglos, hasta que un eremita vecino descubrió el punto exacto, tan sólo guiado por el inmenso resplandor de las estrellas. De modo que este misterioso hallazgo sería el germen de una de las más florecientes ciudades de la Europa del Medievo. Esto es, una nueva “Ciudad Santa”, así como una hermosa Catedral que llegaría a atraer a fieles cristianos de todo el mundo.

Hacia la tierra chilena que mana leche y miel

El obrero de la mina chilena vive en el “Pueblo Hundido”. Hay nombres ya engastados en el coruscante metal que brota de la montaña. “Catemu”, junto al Aconcagua, próspera fuente de cobre, al igual que antaño lo fue “Tamaya”. El negro y pesado fierro en “Algarrobo” y “El Tofo”. Y la plata…, una arcaica memoria de antiguas fortunas que se denominaron “Agua Amarga”, “Arqueros”, “Chañarcillo” y “Tres Puntas”. “Antes de que el salitre fuera chileno, ya lo explotaban ellos. Y no contentos con esto, penetraron en el corazón metálico del Altiplano y lo sacaron a relucir en ‘Llallagua’, ‘Caracoles’ y ‘Huanchaca’, tres nombres que son una gloria para el esfuerzo nacional y, a la vez, tres vergüenzas que despertaron el vicio de la especulación en nuestra Bolsa de Comercio”, puntualiza el geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su documentada obra Chile o una loca geografía, Editorial Universitaria, calle San Francisco, número 454, Santiago de Chile, abril de 1988.

La reconstrucción del ‘Coro Pétreo’ de la Catedral de Compostela

Continuando con el pensamiento y la composición del ‘Coro Pétreo’ de la Catedral de Santiago de Compostela, en su fachada –según San Pablo en su “epístola a los Efesios”– el “rey de Reyes” se manifiesta a las naciones en los brazos de María, la Virgen-Madre. Henos ante el “Trono de Dios-Hombre en la tierra”, adorado por los Magos, exaltando la Epifanía. Nos hallamos en un lugar de resonancias de representaciones litúrgicas –los antecedentes del teatro de la Edad Media–, así como del “canto antifonal” con la evocación de la primeriza “polifonía europea”, recogida en el Liber Sancti Iacobi.

El ‘Coro Pétreo’ del Maestro Mateo en la Catedral de Compostela

Merced a la reconstrucción del ‘Coro Pétreo’ del Maestro Mateo de la Catedral de Santiago de Compostela, la Fundación ‘Pedro Barrié de la Maza’ llevó a cabo una empresa de sobresaliente calado artístico e histórico. Necesario es recordar que el ‘Coro’ fue construido alrededor del año 1.200 y demolido en 1603. Una gran parte de sus piezas sirvieron para diversas obras de la misma Catedral. Fuera de ella, algunas como simple material de construcción; otras, con carácter ornamental, entre las que descuellan las figuras que decoran la fachada de la ‘Puerta Santa’ o bien las que albergan el Museo Catedralicio y el Museo Arqueológico Nacional. Empero, muchas esculturas y fragmentos escultóricos que formaron parte del ‘Coro’ se han ido rehabilitando paulatinamente. Sus sucesivos hallazgos, además, impulsaron el anhelo –ya expresado por señeros investigadores y académicos– de reconstruir, en la medida de lo posible, el ‘Coro’, a fin de impedir la definitiva pérdida de una obra de singular trascendencia para el Patrimonio artístico internacional.

En el ‘País de la Senda Interrumpida’

La alta planicie del Norte de Chile acrecienta su altura a medida que se expande hacia el Sur. La cordillera de la costa por una parte se nos presenta por el Oeste, mientras que por otra la cordillera andina ofrece ‘cordones’ paralelos a su masa. Elevación e interrupción que paulatinamente se vuelven oblicuos, y después perpendiculares a la costa. Entonces, la llanura se detiene y empiezan a propagarse los cerros al modo de ilimitados brazos que engarzan la cordillera con el mar.

Pazos, museos y viñedos de la ‘Ribeira Sacra’

Nos saluda el ‘Pazo de Muíños de Antero’. Construido entre las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX, desde entonces siempre perduró en manos de la misma familia. ¿Su fundador? Manuel Antero Yánez Rivadeneira, quien provenía de uno de los linajes más sobresalientes de Monforte de Lemos. Luego, nos trasladamos al ‘Pazo de Tor’, que es una de las mejores residencias señoriales del sur de la provincia de Lugo. Situado en un reducido alto desde donde se divisa casi todo el ‘Val de Lemos’, su origen data del siglo XIV; no obstante, la edificación que hasta nuestros días ha llegado, procede en su mayor parte del siglo XVIII.

Salitreras y ferrocarriles de Chile

Y tras aquellos milenarios nombres, adscritos al Norte de Chile, nos saludan las bellas palabras consumidas por el polvo inmisericorde. Bendita magia de estas tierras. “Un ferrocarril parece ser el mecanismo menos práctico para una región accidentada e inhospitalaria como es el Norte”, matiza el reconocido geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su obra ‘Chile o una loca geografía’, Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, abril de 1988. Recordemos que la zona salitrera exhibe más ferrocarriles que todo el resto del país. He ahí… 4.000 quilómetros de vías férreas. De ellas, dos líneas internacionales: Arica hasta La Paz y Antofagasta a La Paz. Asimismo, una línea central: el Longitudinal, que casi llega hasta Pisagua. Larguísimo trazado que finaliza en Calera, donde enlaza la red Norte con las líneas del Valle Central hasta Puerto Montt.

Arquitectura religiosa de Monforte y el Museo del Ferrocarril

Estamos delante del ‘Colexio da Nosa Señora da Antiga”. La iglesia se inspira en la de ‘Gesú’ de Roma, iglesia-madre de la Orden Jesuita. Su cúpula nos ofrece diez metros de diámetro y se halla sostenida por cuatro arcos sobre los cuales se sitúan cuatro ángeles que sostienen los ‘emblemas’ de Jesús y del Cardenal. He aquí la Capilla del Santo Cristo donde vemos un ‘Crucificado’, obra de Valerio Cioli, artista de esculturas para la tumba de Miguel Ángel. Un patio abrazado por soportales hermosea su claustro. Como era de esperar, en el centro de cada una de las fachadas luce un escudo, correspondiente al Cardenal, a la casa de Lemos, a la Casa de Alba y a las ‘Escolas Pías’.

El puerto chileno de Iquique, antes de avistar la pampa

La mayoría de ciudades ‘nortinas’ se encuentran situadas en la costa; Calama y el pueblecito de San Pedro, en el interior. Sencillos oasis. Muy cerca, el mineral de Chuquicamata, que tiene viviendas para sus trabajadores y un buen hospital. Desde luego que en la costa se hallan las mejores ciudades. Antofagasta y también Iquique son las principales. Otras poblaciones han quedado al modo de ‘simples salidas del salitre’, tales como Junín y Caleta Buena. Iquique es venerable cuyo origen fueron las prósperas minas de plata de Huantajaya, en la época de la ‘Colonia’. A mediados del siglo XIX surgieron los paseos y las refinerías de azúcar, sus fábricas de licores y manufacturas de tejidos, sus 40.000 habitantes, sus fideos y su Corte de Apelaciones.

Bibliografía y arquitectura en Monforte de Lemos

Henos ante la Exposición Bibliográfica acerca de la historia de Monforte de Lemos. La sala 1 de la Casa de la Cultura ‘Poeta Lois Pereiro’ de Monforte –situada en la Plaza de España– nos ofrece una exposición bibliográfica permanente dedicada a la historia monfortina, constituida por alrededor de 150 volúmenes en los que sobresalen los 90 títulos cedidos al ‘Concello’ por el reconocido coleccionista José Luis Martínez Montero, sin olvidar la aportación de los señores Carlos Rodríguez Fernández y Javier Rodríguez Casares. Con nosotros, la memoria de aquellos hombres y mujeres que se erigieron en protagonistas, desde los abades de San Vicente “do Pino” hasta los poderosos Condes de Lemos.

‘Rúas’, casas, arte, en Monforte de Lemos

Continuando por las antiguas y hermosas sendas de Monforte de Lemos, nos hallamos en la Plaza Dr. Goyanes que otrora se denominaba ‘Rúa dos Ferradores’ y, más tarde, ‘Cantón de Bailén’. ‘Cantón’...

Tradición histórica y modernidad de Monforte de Lemos

La rebelión de ‘Os Irmandiños’ –según las ‘crónicas’ de la época– llegó a destruir 130 castillos y fortalezas en toda la comunidad durante dos años. La fortaleza de Monforte de Lemos, desde luego,...

Ríos, montañas e indígenas de las tierras chilenas

Si observamos las laderas de la “puna”, veremos que algunos de los indígenas “quéchuas” y “aimaraes” han labrado sus terrazas de cultivos, captando algunos riachuelos. Ellos han construido toscas viviendas que configuran pequeños lugares suspendidos sobre los abismos. Alejados del mundo, viven ahí, apartados de la influencia de la civilización: sosegados y hieráticos, su mirada alargada de los ojos incaicos, cara enjuta y cierta fraternidad que mantienen desde la época de Atahualpa.

Monforte y la familia Castro de Lemos

Nos hallamos en Monforte de Lemos, la capital de la denominada “Ribeira Sacra”, donde el poder del Condado de Lemos, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, legó numerosas huellas en la fisonomía de la ciudad, muchas de ellas pueden ser todavía visibles. He aquí las murallas, pazos y conventos. Sus museos y puentes. Sus plazas y el nombre de sus calles. Excelencia de sus mágicos viñedos y selectos brindis gastronómicos. Anocheceres de ocio en la “rúa Cardeal” y su entorno. Ese tramo del río Cabe que fluye entre “a Ponte Medieval” y “a Ponte Nova”, además de “o Campo da Compañía”.

Mapas de Chile y cordillera de los Andes

“Visto en el mapa de América, Chile aparece como un largo ribete amarillo que bordea a la Argentina por el oeste. Se diría una simple coquetería cartográfica para que las fronteras de aquel país no mojen en las aguas heladas del Pacífico. Mirado en un mapa regional, Chile aparece un poco más ancho y dividido en provincias de diferentes colores. Es lo que llaman un mapa político. Su aspecto es deplorable y confuso. Su estudio también”, escribe el geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en las páginas de su clásica obra Chile o una loca geografía, Editorial Sudamérica, Santiago de Chile, 6ª edición, abril de 1988.