Opinión

Cocina Gallega

Frío polar en esta orilla del Plata, la misteriosa Buenos Aires reseñada genialmente por Manuel Mujica Lainez, re-creada mitológicamente por un Borges que no dudó en poblarla con gentes que bajaban de los barcos como del arca de Noé; Reina del Plata ansiada como paraíso por las pupilas de las casas malas frecuentadas por Toulouse- Leatrec, El Dorado de tantos millones de emigrantes de una Europa agonizante, y el territorio donde el Rufián

Frío polar en esta orilla del Plata, la misteriosa Buenos Aires reseñada genialmente por Manuel Mujica Lainez, re-creada mitológicamente por un Borges que no dudó en poblarla con gentes que bajaban de los barcos como del arca de Noé; Reina del Plata ansiada como paraíso por las pupilas de las casas malas frecuentadas por Toulouse- Leatrec, El Dorado de tantos millones de emigrantes de una Europa agonizante, y el territorio donde el Rufián Melancólico de Roberto Arlt (hijo, él también, de inmigrantes) evaluaba al paso de risueñas porteñas, francesitas, polacas, italianas o españolas, cuanto rendirían a su servicio, bajo su marital protección. Frío, mucho frío,  y una vaga incertidumbre sobre el futuro. Ya nadie escribe candorosas cartas en “papel de avión” encabezadas con frases como “espero que al recibo de la presente os encontréis bien de salud, nosotros bien G.A.D., salvo dos muertos” (una de esas cartas, ya amarilla, casi provoca la muerte de una de las Madres de Plaza de Mayo, de origen gallego, por contener la frase “cuatro muertos” que los animales que allanaron su casa en 1975 interpretaba a su antojo). Pero las comunicaciones instantáneas, electrónicas, de mínimos caracteres, en ambas direcciones a través del Atlántico, hoy por hoy, no transmiten buenas nuevas, la crisis global enturbia los mensajes, y no se puede mentir piadosamente cuando todo se refleja en imágenes que inundan acusadoras la Red. Tenemos allí parientes y amigos en el paro, y aquí luchamos por mantener las fuentes de trabajo; aires de corrupción en todas partes, dirigentes que se desviven por salvar a los bancos rebajando presupuestos para salud y educación. Tecnócratas que ensayan teorías económicas con ciudadanos indefensos, con la misma frialdad con que se diseñó el bombardeo a una desarmada Guernica. Frío hace, en mi Buenos Aires querido, mucho frío. Y los muchos ancianos que persisten en no abandonar a ‘su’ Centro Gallego, pagando una cuota criminal aún cuando disponen de atención gratuita vía Pami, por ser jubilados o pensionados, sentimentales sin remedio, observan azorados (¿o esperanzados?) cómo el presidente Vello renuncia, el vicepresidente 2° renuncia, y doña Marta Donsion de Ferreiros, vicepresidenta 3°, toma el mando, timón de un barco a la deriva. No estoy seguro, pero debe ser la primera mujer que accede a la presidencia de la centenaria Institución. Tal vez era  necesaria una mujer, como lo fue en las casas de muchos inmigrantes, para poner orden, disponer de monedas para la alcancía. No conozco los antecedentes de doña Marta, pero la sensatez indica que una administración tan compleja como la hospitalaria requiere el aporte de profesionales del sector, y no la inevitable mala praxis de ‘enchufados’, parientes y amigos de los dirigentes de turno.

No es tiempo de política, ni de nepotismo, sino de aunar esfuerzos para que el entrañable Centro vuelva a ser lo que siempre fue: un ejemplo de lo que pueden lograr los gallegos cuando tiran todos para el mismo lado, y piensan en el bienestar de sus paisanos, y en devolver algo de lo mucho que se recibió en este país maravilloso. Un país en el que estudiaron gratuitamente todos los hijos y nietos de aquellos paisanos expulsados de su tierra. Un país en el que todavía cualquiera se puede atender gratuitamente en sus hospitales. Un país, en suma, notablemente generoso. Que no puede, sin embargo, escapar de las ondas expansivas de una crisis provocada por una banda de especuladores internacionales a los que los gobiernos de turno tienden a proteger una y otra vez. Que forma parte de esta civilización ‘posmoderna’ que no respeta a los mayores, desdeña tradiciones, acalla a sus artistas y carece de códigos morales y éticos, reemplazados por consignas mediáticas y objetivos difusos, consumistas. Donde ni siquiera el tan humano placer de compartir una comida es visto con buenos ojos. A veces no hay más remedio, cuando podemos parar, bajar de la vorágine, para almorzar, que recurrir a fiambres, sándwich o una hamburguesa fría, de parado, y sin dejar de lado el móvil o la tablet. Se puede resolver un almuerzo rápido con un ‘fiambre’ natural, sin aditivos químicos, o conservantes. ¿Por qué perder el tiempo cuando se puede comprar hecho? Porque elaborarlo también será una excusa para compartir un momento de distensión en pareja o en familia, de charlar como seres humanos. Hablar más, comprendernos más, compartir, acercarse lo suficiente para escuchar el palpitar del corazón del otro, el semejante. No es tan difícil, y necesario para paliar el frío  que amenaza apagar el fuego ancestral.

Fiambre casero de pollo-Ingredientes: 2 pechugas de pollo cocidas (sin piel ni huesos), 2 huevos (1 cocido), 100 grs. de jamón cocido, 1 copa de vino blanco (si es frutado, o dulce, mejor), Perejil, orégano, Pimienta, sal, 2 lonjas finas de jamón crudo (o tiras de morrón asado).                                    

Preparación: Procesar las pechugas, el huevo cocido, y el jamón cocido. Echar en un bol. Añadir el huevo crudo, el orégano, el perejil, la sal, la pimienta, el vino, mezclar todo muy bien. Cortar un trozo de papel aluminio, y ponerlo sobre una mesada. Colocar la mitad de la mezcla sobre el papel, encima el jamón crudo, el morrón, o ambos. Añadir el resto de la mezcla. Formar un rollo envolviendo el papel aluminio, llevar a horno medio 30 minutos. Dejar enfriar poniendo encima un peso para que ligue bien y tome forma. Cortar en rodajas finas y servir acompañado con ensalada verde o con tostadas.