Opinión

Cocina Gallega

Llego a mis manos el último número de la revista ‘Galicia’, órgano oficial del Centro Gallego de Buenos Aires, icono de la labor asociativa de la emigración en América.

Llego a mis manos el último número de la revista ‘Galicia’, órgano oficial del Centro Gallego de Buenos Aires, icono de la labor asociativa de la emigración en América. Sin dejar de añorar los días en que la publicación era dirigida por el poeta Rodolfo Alonso (a quien tuve el honor de entrevistar para la revista ‘Xa’ que este cociñeiro-xornalista dirigió), y el excelente material periodístico cultural que contenía en esa época, me atrajo la calidad de impresión y el papel utilizado en este número de Agosto 2011, también el título de tapa sobreimpreso sobre la imponente imagen del edificio del Centro: “recuperándolo…, con la fortaleza de nuestros orígenes”. En el editorial (sin firma) se hace referencia a la leyenda del ave Fénix, como analogía de la propia resurrección de la Institución que está cumpliendo sus 104 años de fructífera vida al servicio de la colectividad gallega en particular, y la sociedad argentina en general. Como muchas leyendas, la del ave Fénix no es conocida sino en su síntesis: ser mitológico que resurge de sus cenizas. Pero pocos saben que alimentó a varias doctrinas y concepciones religiosas; fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliopolis, el griego Herodoto, los latinos Plinio el Viejo, Ovidio, Seneca, los cristianos Pablo de Tarso, el Papa Clemente, y San Ambrosio. En el Antiguo Egipto se lo llamaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección y el sol. Según el mito, sus lágrimas eran curativas. Se decía que volvía a Egipto cada 500 años, y aparecía en Heliopolis llevando sobre su espalda el cadáver de su padre para depositarlo en la puerta del templo del Sol. Durante el reinado del emperador Claudio, un supuesto Fénix fue capturado en Egipto y trasladado a Roma, donde fue expuesto, pero el pueblo lo tomó en broma, y nadie sabe dónde terminó su vida la pobre ave, aunque suponemos que la mesa de un banquete fue su postrer escenario. El poeta Claudio Claudiano la imagina así: El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros. No sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna. Ahora bien, según el cristianismo, el ave Fénix vivía en el Jardín del Edén, y anidaba en un rosal; cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió fuego al nido del Fénix, haciendo que ardiera este y su ocupante. Por ser el único animal que se había negado a probar la fruta prohibida, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado el de la inmortalidad a través de su capacidad de renacer de sus propias cenizas. Coincidimos con el editorial mencionado cuando expresa: “Creemos que cuando una entidad está sumida en una situación complicada o enfrentada a un grave problema que la tiene al borde del abismo, debe luchar y volver al camino, y por eso de alguna manera aprender del ave Fénix, restituirse y convertirse en otra nueva…”, pero no está demás recordar, que, en el concepto cristiano, la mitológica ave es recompensada con el don de regenerarse por no haber cedido a la tentación de comer la fruta del pecado, a acceder al cohecho, ni corromperse ante promesas de logros materiales, mantenerse pura, fiel a sus principios. Y en ese contexto, ¿Qué dirían los fundadores del Centro Gallego si vieran el desamparo en que quedaron los miles de socios que confiaron su salud y ancianidad a la protección de “su” Centro? Sin duda, algo falló en el camino, alguien olvidó los principios fundacionales de la institución, otros confiaron a extraños su manejo, no faltaría el que lavó las manos en la palangana de Pilatos, o el que tomó los 30 dineros de Judas a cambio de una medalla. “Desde el comienzo elegimos el camino del trabajo y del esfuerzo honesto, tratando de cumplir con las prioridades y necesidades de quienes confían a esta casa el cuidado de su bien mas preciado: la salud…” remata el editorial de la revista ‘Galicia’. Estamos de acuerdo: solo el camino del trabajo y esfuerzo honesto, como nos enseñaron nuestros mayores, llevará al objetivo prefijado. No es necesario que personas ajenas a la emigración, que desconocen su historia y su presente, apuntalen como bastones costosos los pasos necesarios para llegar a destino. Tampoco que aves (más negras que el Fénix) ávidas de lucro aniden en las instituciones empollando futuras ganancias. Por el bien de tantos ancianos que han hecho grandes esfuerzos, pagando cuotas altísimas, para permanecer como socios, esperamos que la actual conducción presidida por el señor Vello (quien en su “mensaje”, incluido en la revista, comienza diciendo: “La gestión hospitalaria del Centro Gallego nuevamente está en manos de sus autoridades, de las que no debió haber salido nunca…”) tenga éxito en su gestión. No será sencilla tarea, pero tampoco imposible si se deponen ideologías mezquindades partidarias que poco tienen que hacer cuando se habla de la salud de los ancianos.


Huevos rellenos-Ingredientes: 6 huevos, 100 grs. de anchoas en aceite, 2 tomates fritos, 3 cucharadas de mayonesa, perejil picado, 1 diente de ajo, ½ pimiento morrón asado.


Preparación: Poner los huevos en agua fría, llevar al fuego y cocer 10 minutos. Sacarlos, enfriarlos y pelarlos. Cortar los huevos a la mitad longitudinalmente y poner las yemas en un bol con la mayonesa, el tomate frito picado y el perejil. Trabajar los ingredientes con un tenedor hasta obtener una pasta homogénea. Desmenuzar las anchoas, y añadirlas a la pasta. Rellenar la mitad de las claras cocidas y adornar con un poco de hinojo y tiras finas de pimiento.