Opinión

Trump en Europa

La primera gira internacional de Donald John Trump es muy significativa. Primero, Arabia Saudita e Israel. Dos aliados clave y estratégicos para la geopolítica de Estados Unidos de América. Un retorno al neoconservadurismo plagado de millonarios acuerdos militares con diversos fines estratégicos: contener el ascendente peso geopolítico de Irán; disuadir a Rusia y Turquía ante la construcción de su eje euroasiático (que también incluye a Irán y China); y asestar un compromiso para luchar contra el Estado Islámico, objetivo éste más bien colateral.
Luego, el Vaticano y la surrealista foto de Trump y su familia “imperial” presidencial con un Papa con cara de circunstancias. La iglesia católica estadounidense necesita hacer las paces con la Santa Sede ante tanto caso de pedofilia. Pero puede que existan otros intereses geopolíticos. ¿Se habló algo sobre la crisis de Venezuela y la diplomacia vaticana? 
El final de la gira fue la siempre (in) tensa Europa. Cumbre atlántica de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), en Bruselas (Bélgica) y cumbre del G7 en Sicilia (Italia). Y primeras pinceladas en vivo y directo de la ‘Doctrina Trump’: “europeos. Ya está bueno que Estados Unidos de América sea el que más pague en la OTAN. Ustedes tienen que pagar más”. O lo que es lo mismo: “en la Alianza Atlántica manda Washington. Si no les gusta, búsquense la vida”. Y con el Oso ruso mostrando los dientes, Europa no se siente tan segura. No es casualidad que, tras esa cumbre, la canciller alemana Ángela Merkel, la auténtica ‘káiser’ de la Unión Europea, declarara que Europa “debe refundarse para labrar su propio futuro”.
Europa ve que Trump quiere la Alianza Atlántica anglosajona con el Brexit en fase definitiva. Y dejar suelta a la Europa continental, liderada por Merkel y a ver si el nuevo presidente francés Emmanuel Macron puede hacer algo de balance del neo-eje franco-alemán que Berlín quiere trazar ante tanto populismo suelto. 
El problema es que Donald J. Trump ‘escapó’ de Washington en su primera gira internacional precisamente cuando la Casa Blanca arde por las revelaciones de la supuesta trama rusa que ya alcanza incluso al yerno del mandatario americano. 
En la capital del ‘imperio’ ya se habla de impeachment. O lo que es lo mismo: que el Watergate de Trump puede hacerle terminar igual que su idolatrado Richard Milhous Nixon en 1974.