Opinión

Gran Hermano sí existe

Gran Hermano sí existe

El caso de Edward Snowden, informático al servicio de la Agencia Estadounidense de Seguridad (NSA) que ha revelado cómo Washington y sus aliados, principalmente Gran Bretaña, han venido espiando por todos los medios electrónicos posibles a prácticamente cualquier ser viviente de este planeta, obliga a la reflexión.
La odisea de Snowden parece un episodio de la guerra fría EEUU-URSS, pero con otros medios, mucho más sofisticados. El filtrador informático estuvo refugiado en China hasta que la semana pasada recayó en Rusia, país cuyas relaciones con Washington pasan por una compleja coyuntura.
Por su parte, China, para evitar problemas con EEUU, permitió su salida a Moscú, donde se esperaba pidiera asilo a Ecuador, país que ya se lo concedió a Julian Assange, creador de Wikileaks, el verdadero dolor de cabeza de Washington y los gobiernos e instituciones mundiales por sus constantes revelaciones sobre abusos del poder. Precisamente, un Assange refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, ya mostró su frontal apoyo a un Snowden que ya ha recibido respuestas de asilo por parte de Ecuador, Venezuela y Cuba.
Washington ha presionado con crudeza a Rusia, China y los países latinoamericanos que consideraron darle apoyo a Snowden, sobre posibles represalias y consecuencias. El episodio, por tanto, desnuda las entrañas del poder en Washington, donde la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado y demás servicios públicos y privados de inteligencia manifiestan una red global de espionaje que se creía levemente sepultada tras el final de la guerra fría.
En 1949, el novelista y futurista George Orwell escribió su famoso libro ‘1984’ donde, basado en el totalitarismo fascista y estalinista, desentrañaba una hipotética sociedad del futuro donde un Máximo Líder, el Gran Hermano, ejercía una vigilancia absoluta sin resquicio para la privacidad, a través de un oculto sistema burocrático de control.
Si tomamos en cuenta las revelaciones tanto de Wikileaks como de un Snowden cuyo futuro es una tensa incógnita, podemos inducir que el Gran Hermano de Orwell vive, de alguna forma, en el mundo de 2013. No es un mundo sombrío ni gris como el orwelliano, pero sí eficazmente “totalitario” en materia de manejo de información “confidencial”.