Opinión

‘Bolívar’, magna biografía de Salvador de Madariaga

“A Manuel Arocha, que hace veinticinco años me sugirió este libro” es el dedicatario de la magna obra titulada Bolívar, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1951, cuyo autor es el señero escritor y célebre historiador Salvador de Madariaga Rojo. Siguiendo la posterior edición de 1975, leemos en su ‘Prefacio’: “Con esta Vida de Bolívar se completa al fin la trilogía americana comenzada hace diez años. La Vida de Colón salió a la luz en 1940; la de Cortés en 1941

‘Bolívar’, magna biografía de Salvador de Madariaga

“A Manuel Arocha, que hace veinticinco años me sugirió este libro” es el dedicatario de la magna obra titulada Bolívar, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1951, cuyo autor es el señero escritor y célebre historiador Salvador de Madariaga Rojo. Siguiendo la posterior edición de 1975, leemos en su ‘Prefacio’: “Con esta Vida de Bolívar se completa al fin la trilogía americana comenzada hace diez años. La Vida de Colón salió a la luz en 1940; la de Cortés en 1941. El lapso mucho más largo que las separa del tercer término de la trilogía se ha debido en parte a la presión de otras obligaciones (en particular, de las de carácter internacional que se han vuelto a presentar en cuando terminó la guerra). Pero la causa principal del retraso ha sido la dificultad mucho mayor que el estudio de la vida de Bolívar opone al investigador”.

Salvador de Madariaga confiesa que las fuentes buscadas y halladas, a fin de entrar en la vida de Bolívar, son abundantemente abrumadoras. Todo el material impreso recogido con manifiesta habilidad por los historiadores hispanoamericanos es, a su juicio, casi inagotable: desde las órdenes y notas más importantes hasta alguna cuenta de sastre del tiempo de su estancia en Madrid. Para ello, Madariaga estuvo –con el propósito de navegar por este laberinto de papel impreso y manuscrito– en los archivos públicos y privados de Buenos Aires y Santiago de Chile, Lima y Quito, Bogotá, Popayán y Bucaramanga, Cartagena y Santa Marta, Caracas y Puerto Cabello, La Habana y México. Además, su labor en el Public Record Office de Londres y sus estudios en los Archivos del Ministerio francés de Negocios Extranjeros.

“La historia de Bolívar está erizada de dificultades para el investigador de buena voluntad –reconoce el propio Salvador de Madariaga–. Todo hay que estudiarlo a través de una bruma de nociones an-históricas. Los documentos no se encuentran siempre cuando más se desearían y, a veces, fallan en el momento de más interés”. Así le aconteció con el Diario de Bucaramanga, secreto hasta pasado mucho tiempo, publicado por ‘efracción’, el cual aparece mutilado, cuando Bolívar empezaba a conversar acerca de la ‘guerra a muerte’.

Pues en verdad que no existe ninguna faceta biográfica de Bolívar ya desde su cuna (¿era del todo ‘blanco’?) hasta su muerte (¿murió como cristiano?). Lo cual siempre ha provocado intensos debates y polémicas sin cuento en los que, en no pocas oportunidades, la pugna reside no en la gloria del héroe con un sentido realista de las “municiones que se manejan, ni aun de la posición que se defiende”. A modo de ejemplo, la entrega del prócer Miranda a las autoridades españolas después de la ‘Capitulación de la Victoria’. “Conflictos sí los hay en la mitología venezolana –prosigue Madariaga–, pues en este episodio el Libertador resulta ser uno de los conspiradores que entregan al Precursor”.

“Tan honda y tan secreta que une a Bolívar y San Martín con Napoleón es la que en sus respectivos pueblos une los mitos bolivariano y sanmartiniano al mito napoleónico. José de San Martín y Simón Bolívar son glorificados en Hispanoamérica como los dos Libertadores”, afirma Madariaga. Ambos ‘napoleones’ sudamericanos tuvieron cada uno su ‘Santa Elena’: Buenos Aires no quiso saber nada de San Martín y Venezuela, nada de Bolívar.