Rodríguez Fauré, entre el violoncelo y el clarinete

José Rodríguez Fauré nació en Avellaneda, sus padres –de apellidos Baltasar y Rodríguez Pérez– eran naturales de Ourense. A los cinco años, comenzó a aprender música con su padre. Tan sólo cuatro años después, compuso pequeñas obras para bandas e hizo arreglos de obras de distintos compositores.

Rodríguez Fauré, entre el violoncelo y el clarinete
5.CG Avellaneda.Fauré
José Rodríguez Fauré.

José Rodríguez Fauré nació en Avellaneda, sus padres –de apellidos Baltasar y Rodríguez Pérez– eran naturales de Ourense. A los cinco años, comenzó a aprender música con su padre. Tan sólo cuatro años después, compuso pequeñas obras para bandas e hizo arreglos de obras de distintos compositores.

Estudió violoncelo y clarinete con el maestro J. Fernández y continuó sus estudios de composición y piano con los maestros Adolfo Castro y Cayetano Marcoli. Poco después, y en un intento por satisfacer su sed de conocimiento, profundizó los estudios de contrapunto, instrumentación y dirección de orquesta (esto último lo hizo con el maestro Hugo Mariano, fundador de la filarmónica de la N. B. C. de New York). Finalmente, se integró a las corrientes musicales de vanguardia realizando estudios de los tratamientos corales en la ópera con el maestro Pizzetti en Roma.

La labor realizada por Fauré en Argentina fue inmensa en todos los niveles. En su ciudad natal fundó y dirigió la Escuela Orquestal, también fundó y dirigió la orquesta sinfónica de la Ciudad de Avellaneda, con la que recorrió todo el país.

Desde el teatro Roma, Fauré convirtió a Avellaneda en una ciudad musical en la que, bajo su dirección actuaron grandes y calificados solistas. Tal fue el éxito y la repercusión de sus presentaciones, que el teatro Roma de Avellaneda se convirtió en el tercer teatro de la República, después del Colón de Buenos Aires y el Argentino de La Plata.

En el año 1957, viajó a Europa y, poco tiempo después, debutó en Italia dirigiendo la orquesta Sinfónica Alexandro Scarlatti de la RAI. No hubo de pasar mucho tiempo para que triunfase al frente de los más grandes organismos musicales del viejo mundo. Tanto es así, que llegó a convertirse en el director argentino de mayor permanencia ininterrumpida en los escenarios de Europa y Asia.

Durante casi 30 años cosechó aplausos, homenajes, distinciones, condecoraciones y títulos honoríficos. Dentro de este marco, el presidente de Italia, Giuseppe Saragat, y el primer ministro, Aldo Moro, le confirieron el título de Caballero al Mérito Cultural; la fundación de la casa natal de Mozart, lo nombró socio protector y fue designado ciudadano ilustre en su propia ciudad.

Cabe consignar finalmente, que además de dirigir las orquestas sinfónicas más importantes de distintos lugares del mundo, compuso la música para 56 películas, alguna de las cuales lo hizo merecedor de premios internacionales.