Texto integral de la carta a José Luis Rodríguez Zapatero
Excmo. Sr. Presidente, Estimado Presidente:
Queremos elevar a su consideración nuestra más honda preocupación en relación con la generalización del voto rogado en el voto exterior por correo, como consecuencia de la posible introducción del voto en urna en consulados. Si esta última idea nos parece una pista digna, nuestra responsabilidad nos obliga a llamar su atención en relación con las graves repercusiones que tendría sobre la participación electoral en caso de abandonarse la emisión automática desde España del material de voto por correo destinado a cada elector, tal como se ha acordado en la Subcomisión del Congreso de los Diputados.
Los ciudadanos españoles en el exterior, que actualmente ya pueden optar por entregar su voto en el consulado, no suelen hacer uso de este canal, prefiriendo ejercer su derecho por correo nada más llegarle automáticamente el material a domicilio. Por ello, solicitamos su intervención para evitar que se priorice erróneamente el voto en urna sobre el voto por correo en el voto exterior, ya que fuera de España las mesas electorales de los consulados se encontrarán en un radio de cientos de kilómetros, en vez de pocos metros en territorio nacional, lo cual invierte el esquema. El voto en urna debe pues ser una posibilidad complementaria, pero jamás ha de caer en la utopía de sustituirse al voto por correo.
También nos sorprende que sea precisamente bajo su mandato que se recorte totalmente el derecho de la diáspora al voto municipal, en vez de reformarlo a través de criterios que permitirían la aceptación ciudadana en el exterior. Numerosos expatriados españoles disponen de segundas residencias en sus respectivos municipios, quedando como vecinos directamente afectados por la política local. El retroceso derivado anularía el efecto positivo de la Ley del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior, que Ud. impulsó, ya que vendría a contradecirla en su principal aspecto: aquel que garantiza la igualdad de derechos democráticos y la participación electoral en todos los comicios.
Es indispensable que una reforma de tal calado en ambos aspectos sea fruto de un debate que sepa tomar en consideración la realidad para no hundirse en el tremendo error de legislar desde el desconocimiento. Y como bien dijo Ud. en su día, señor Presidente, "un país se mide, ante todo, por cómo trata a sus ciudadanos y, de manera singular, a los que están lejos de sus fronteras".
No queremos despedirnos sin antes comunicarle nuestro firme y leal apoyo a la tarea que está llevando adelante con acertada tenacidad en el ámbito de política económica y laboral. Reciba el más atento saludo de este Consejo, que queda a su disposición.
Queremos elevar a su consideración nuestra más honda preocupación en relación con la generalización del voto rogado en el voto exterior por correo, como consecuencia de la posible introducción del voto en urna en consulados. Si esta última idea nos parece una pista digna, nuestra responsabilidad nos obliga a llamar su atención en relación con las graves repercusiones que tendría sobre la participación electoral en caso de abandonarse la emisión automática desde España del material de voto por correo destinado a cada elector, tal como se ha acordado en la Subcomisión del Congreso de los Diputados.
Los ciudadanos españoles en el exterior, que actualmente ya pueden optar por entregar su voto en el consulado, no suelen hacer uso de este canal, prefiriendo ejercer su derecho por correo nada más llegarle automáticamente el material a domicilio. Por ello, solicitamos su intervención para evitar que se priorice erróneamente el voto en urna sobre el voto por correo en el voto exterior, ya que fuera de España las mesas electorales de los consulados se encontrarán en un radio de cientos de kilómetros, en vez de pocos metros en territorio nacional, lo cual invierte el esquema. El voto en urna debe pues ser una posibilidad complementaria, pero jamás ha de caer en la utopía de sustituirse al voto por correo.
También nos sorprende que sea precisamente bajo su mandato que se recorte totalmente el derecho de la diáspora al voto municipal, en vez de reformarlo a través de criterios que permitirían la aceptación ciudadana en el exterior. Numerosos expatriados españoles disponen de segundas residencias en sus respectivos municipios, quedando como vecinos directamente afectados por la política local. El retroceso derivado anularía el efecto positivo de la Ley del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior, que Ud. impulsó, ya que vendría a contradecirla en su principal aspecto: aquel que garantiza la igualdad de derechos democráticos y la participación electoral en todos los comicios.
Es indispensable que una reforma de tal calado en ambos aspectos sea fruto de un debate que sepa tomar en consideración la realidad para no hundirse en el tremendo error de legislar desde el desconocimiento. Y como bien dijo Ud. en su día, señor Presidente, "un país se mide, ante todo, por cómo trata a sus ciudadanos y, de manera singular, a los que están lejos de sus fronteras".
No queremos despedirnos sin antes comunicarle nuestro firme y leal apoyo a la tarea que está llevando adelante con acertada tenacidad en el ámbito de política económica y laboral. Reciba el más atento saludo de este Consejo, que queda a su disposición.