TRIBUNA ABIERTA DE KATIA JUBETE

De aquí y de allí

Recuerdo la última entrevista realizada a Federico García Lorca, dos meses antes de ser fusilado en la que, entre otras cosas, confesaba: Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, ...

Katia Jubete.

Recuerdo la última entrevista realizada a Federico García Lorca, dos meses antes de ser fusilado en la que, entre otras cosas, confesaba:

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.

Las palabras de García Lorca siguen sonando cercanas. Era un español del mundo que se alzaba contra el nacionalismo miope, que conduce a la prepotencia y a la ceguera, que excluye, censura, persigue y puede desembocar en guerras civiles.

A día de hoy, constatamos que sus inquietudes tienen una trascendencia particular ya que este fenómeno no solo sigue vivo sino que ha adquirido más fuerza, agudizando las tensiones entre culturas en nuestra sociedad. La crisis que sacude Europa es el mejor escenario para sus mensajes excluyentes. Algunos partidos nacionalistas difunden potentes mensajes populistas y extremistas que calan con facilidad en parte de la opinión pública. Y es que la crisis financiera en Europa es solo un ángulo de una crisis mucho más profunda.

En este contexto complejo, es hora de pasar de la indignación al compromiso, cada quien desde su ámbito, para defender un horizonte común sin verse condicionado por la nacionalidad, la lengua o la religión. Es el momento de superar los límites de las fronteras, impulsar una democracia más participativa, vincular la solidaridad a la condición humana que todos compartimos para construir un nuevo espacio político plural más justo y más ético. Para ello, tenemos que partir de lo que somos y no de lo que hacemos, aspirando a la búsqueda común de valores y una idea compartida de un futuro mejor. La clave está en saber encontrar ese sabio equilibrio de convivencia entre todas las culturas respetando la identidad específica de cada una de ellas.

Cabe destacar que Bélgica es un país especialmente avanzado en relación con la participación política, ya que desde el 2000 los residentes extranjeros originarios de países de la Unión Europea adquirimos el derecho de voto, activo y pasivo, en las elecciones municipales en las mismas condiciones que los belgas, siempre que nos inscribamos en el censo electoral. En 2006 este derecho se extendió a los residentes extracomunitarios para fomentar todavía más la participación.

Bélgica ha sido siempre un país de acogida, constituyendo hoy en día un mosaico multicultural en el que conviven grandes comunidades, esencialmente franceses, italianos, portugueses, marroquíes, turcos, congoleses, gente de Europa del Este y también muchos españoles. Sin embargo, últimamente se enfrenta al desafío de la integración.

Conforme se aproximan las elecciones municipales, los disturbios violentos ocurridos recientemente en un barrio de Bruselas por la detención de una mujer que vestía el niqab, prohibido en espacios públicos, se han transformado en debate sobre el tema de la integración, calificada de auténtico fracaso por los partidos liberales francófonos y los soberanistas flamencos.

A raíz de estos sucesos desafortunados, la comunidad musulmana y en particular, las segundas y terceras generaciones de inmigrantes, denuncian el peligro de hacer amalgamas, condenan con rotundidad los actos de violencia, reafirman que no se identifican con la doctrina predicada por los radicales y abogan por dejar de coexistir y pasar a convivir. Bruselas, por ser el corazón de Europa, tiene que seguir hoy más que nunca apostando por ser un ejemplo de convivencia, diversidad e inclusión.

Ante los riesgos que corremos, estos hechos demuestran que, aunque existan muchos avances en el régimen de libertades, tenemos que recuperar nuestros valores universales de respeto y solidaridad para transformar esta crisis en una oportunidad para lograr un mayor entendimiento. Es fundamental tejer puentes que unan a los ciudadanos independientemente de la nacionalidad o de la religión para que nuestra democracia no sea solo un instrumento de bien para unos cuantos. Es nuestro reto que después de tantos años, las palabras de Lorca no caigan en saco roto.

Katia Jubete Salvador

Hija y nieta de emigrantes es candidata n° 3 por el Partido Socialista belga para las elecciones municipales en Bruselas (Woluwe-Saint-Lambert)