Opinión

La Academia Porteña del Lunfardo y el ‘Libro de los 40 años’

La Academia Porteña del Lunfardo y el ‘Libro de los 40 años’

“El 21 de diciembre de 1962, concluida la reunión fundacional de la Academia y suscripta el acta respectiva, los fundadores nos corrimos a un restaurante próximo para celebrar el acontecimiento a la mejor manera porteña: compartiendo una cena entre amigos. Éramos, por orden alfabético, León Benarós, José Gobello, Joaquín Gómez Bas, Juan Carlos Lamadrid, Nicolás Olivari, Luciano Payet, Francisco L. Romay, Luis Soler Cañas, Ernesto Temes y Amaro Villanueva”, escribe Don José Gobello, Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo –cuyo fallecimiento en octubre del próximo pasado año 2013 todos los lunfardólogos lloramos–, en el ‘Prólogo’ escrito para el Libro de los Cuarenta Años, Ediciones Papeles de Boedo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2002, primera edición, cuya tapa corresponde a Eduardo Jorge Bernal.

“Todos nos sentíamos como en una celebración –agrega el ilustre y venerable Gobello, emocionadamente–. Esa acta que yo, secretario, atesoraba en mi bolsillo, no era sino la realización de muchos sueños y la coronación de muchos esfuerzos. También proponía una dura responsabilidad, un desafío a la perseverancia, una exigencia a nuestro espíritu de equipo. Y nos preguntábamos cuántos aniversarios de aquel fasto serían celebrados en el curso de los años. Estamos festejando el cuadragésimo. No es poca cosa. Y al hacerlo recordamos a aquellos soñadores de 1962 –de los cuales con dos podemos contar todavía ahora– y a todos quienes, como académicos numerarios o correspondientes, integraron nuestras nóminas y aportaron cada uno lo suyo a lo que no es de nadie en particular y es de todos los que se acercan a nuestra casa, a consultar nuestra biblioteca o a traernos su adhesión, su solidaridad y, en todo caso, su curiosidad. Este volumen es un homenaje a quienes creyeron en la Academia, la amaron no menos que a sí mismos y le fueron fieles hasta la muerte”.

Al inicio de esta memorable publicación leemos los nombres de todos los académicos de número, los académicos eméritos y los académicos correspondientes tanto en la Argentina como en los países extranjeros de América y Europa, al igual que todos los fallecidos hasta la fecha. Contemplamos asimismo el “facsímil” del Acta Fundacional de la Academia Porteña del Lunfardo, Buenos Aires, 1962. “El pueblo agranda el idioma”, alrededor del “farolito” porteño como símbolo universal, nos saluda y nos da la bienvenida desde su logotipo instalado en el bello palacete de la calle Estados Unidos, al 1379, de Buenos Aires.

A continuación nos hallamos ante la noble evocación de la vida y obra intelectual de las insoslayables figuras entrelazadas por el sempiterno amos hacia “el habla”, música, literatura y valores del cosmos porteño a través de décadas de historia y geografía humana. Henos ante José Barcia y Arturo Berenguer Carisomo. Luis Melquíades Bernaldo de Quirós y Alejandro Eugenio Berruti. Beba Bidart y Antonio Juan Bucich. Osvaldo Luis Capellini Borges. El gran poeta y compositor Cátulo Castillo y el escritor gallego Camilo José Cela. Nyda Cuniberty y Santiago Dallegri. Martín Vicente Darré, Aníbal de Antón y Enrique de Gandía. El vallisoletano Tomás de Lara, profesor y ensayista, estudioso de, entre otros, Góngora, Leopoldo Lugones y Amaro Villanueva. Enrique Ricardo del Valle y Juan Bautista Devoto. El asturiano de origen Joaquín Gómez Bas, a quien se le debe el logotipo de la Academia. Juan Carlos Aráoz de Lamadrid, de honrosa prosapia en la guerra de la Independencia sudamericana. Marcos Augusto Morínigo, Nicolás Olivari, Piana, Soler Cañas, Sierra, Soliño…