Opinión

Prensa y crisis

No hay crisis en un país en el que hay millones de viviendas vacías pero en el que se sigue edificando, en un país en el que los bancos siguen dando beneficios de escándalo y se siguen vendiendo coches deportivos o los políticos se permiten el lujo de gastar millones de euros en campañas de imagen que no benefician al ciudadano sino a sí mismos.
No hay crisis en un país en el que hay millones de viviendas vacías pero en el que se sigue edificando, en un país en el que los bancos siguen dando beneficios de escándalo y se siguen vendiendo coches deportivos o los políticos se permiten el lujo de gastar millones de euros en campañas de imagen que no benefician al ciudadano sino a sí mismos. No hay crisis; hay un modelo económico injusto (en los momentos de mayor crecimiento económico de EE UU, los niveles de pobreza y precariedad laboral seguían aumentando) que se suma a unos hábitos de consumo disparatados. Dicho esto –además de la incredulidad de ver a ultraliberales de derechas manifestándose para reclamar mayor intervencionismo del Estado– lo que más me ha llamado la atención es la carrera informativa en la que se han metido los medios de comunicación, que han asumido que ya no se puede informar sin excitar, sin alarmar. Las licencias consentidas en los últimos años a la información deportiva –si un equipo gana por un único gol, se permite que se mienta diciendo que ‘destroza’, ‘humilla’ o ‘fulmina’ al rival– se han extendido a la información convencional. Puesto que la sensación de crisis vende porque es muy excitante, ha sido más importante crear informativamente una crisis que ver si existía. Por eso en los telediarios sólo han aparecido carnicerías desabastecidas y sin embargo no conocemos a nadie real que haya tenido verdaderos problemas para comprar carne. Es una actitud criminal.