Opinión

Nación mapuche: Nada que celebrar

Nunca fuimos/ el pueblo elegidopero nos mataron/ por la señalde la cruz.Graciela HuinaoLa Nación Mapuche no obtuvo su libertad en 1810. Por el contrario, su condición de pueblo independiente, desde el Bío Bío hasta el Canal de Chacao, había sido lograda luego de infligir significativas derrotas militares al ejército español.
Nación mapuche: Nada que celebrar
Nunca fuimos/ el pueblo elegido
pero nos mataron/ por la señal
de la cruz.

Graciela Huinao

La Nación Mapuche no obtuvo su libertad en 1810. Por el contrario, su condición de pueblo independiente, desde el Bío Bío hasta el Canal de Chacao, había sido lograda luego de infligir significativas derrotas militares al ejército español. A partir del establecimiento de la República de Chile, se inicia una segunda guerra: la de mestizos del naciente estado contra la etnia aborigen, a través de la continua ocupación de tierras en favor de los nuevos terratenientes.
En 1861, el presidente José Joaquín Pérez Mascayano inicia la ocupación de la Araucanía (denominada en los documentos oficiales chilenos como “Pacificación de la Araucanía”), zona que comprende los terrenos ubicados entre el río Biobío, por el norte, y Toltén por el sur. Fue un proceso de invasión militar y aculturación de los territorios mapuches autónomos por parte del estado chileno, mediante la hábil utilización del fusil y el aguardiente… Se prolongó durante casi toda la segunda mitad del siglo XIX. La ‘hazaña’ militar, con su consecuente genocidio y proceso de degradación cultural, fue culminada por el general Cornelio Saavedra (hoy, héroe ilustre de la galería castrense). Colonos chilenos, alemanes, italianos y yugoeslavos, fueron recibiendo, de manos del gobierno de Chile, las tierras arrebatadas y usurpadas al pueblo mapuche. La propiedad “legal” de la inmensa mayoría de los terrenos agrícolas y forestales, cuyos dueños y empresarios impetran airados protección policial y aplicación de la Ley Antiterrorista, está sustentada sobre la moral del crimen y el despojo.
Los medios de comunicación, faranduleros y mendaces, orquestan una grosera campaña de descalificación de la justa causa mapuche, calificando de “terroristas” a los comuneros que se enfrentan, con palos y hondas, a la policía militarizada de Carabineros. La cabeza de esta campaña –¡cómo si no!– la dirige el diario ‘El Mercurio’, como lo viene haciendo desde mediados del siglo XIX, cumpliendo a carta cabal la metáfora de su nombre: “dios de ladrones y comerciantes”.
Lean esta joyita periodística del 24 de mayo de 1859.
“...Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del género humano; y una asociación de bárbaros tan bárbaros como los pampas o como los araucanos no es mas que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en el bien de la civilización...”.
Mientras los comuneros mapuches sostienen una larga huelga de hambre, la que pone en grave riesgo su integridad física y psicológica, el país vive, a través de la televisión y la radio (y buena parte de Internet) la farándula, más o menos hueca, del Bicentenario. A los manoseados “héroes militares” se suman los deportistas, y ahora, los treinta y tres mineros y la epopeya de su rescate, cubierta de patriotería y chauvinismo alentados desde La Moneda.
El Presidente empresario ha hecho un llamado a “todas las iglesias”, para que insten a los comuneras a deponer su movimiento huelguístico, mientras envía al Parlamento una iniciativa legal para enmendar la actual normativa antiterrorista. (Ni las iglesias ni las leyes huincas (1) devolverán a los mapuches su dignidad).
Pero estas operaciones de ‘cosmética’ no apuntan a lo esencial: el reconocimiento de la nación mapuche, el respeto por su lengua, cultura y tradiciones, la restitución de al menos parte de los territorios usurpados… Se trata, más bien, de consolidar los propósitos de integración de los aborígenes a Chile: hacerlos definitivamente chilenos, es decir, destruir de una vez por todas su identidad; camino semejante se vislumbra para aymaras y pascuenses.
El pueblo mapuche no tiene nada que celebrar en esta fiesta republicana de sus opresores mestizos, salvo que sus organizaciones opten por conmemorar la tragedia étnica y cultural que padecen hace cinco siglos. Después de todo, también hay comunidades que se empeñan en alimentar las cenizas de la historia.

(1) Huinca: extranjero, opresor, en mapudungun.