Opinión

Mesianismo entre los indignados

La izquierda española (lo que está a la izquierda del bloque PPSOE) sigue tan preocupada por lo políticamente correcto y mediáticamente ortodoxo que corre el riesgo de colapsar por dos vías: su desaparición práctica arrollada por movimientos sociales de confusa ideología y/o convertida en apéndice del PSOE por el entreguismo y la falta de personalidad de sus dirigentes estatales.
Mesianismo entre los indignados
La izquierda española (lo que está a la izquierda del bloque PPSOE) sigue tan preocupada por lo políticamente correcto y mediáticamente ortodoxo que corre el riesgo de colapsar por dos vías: su desaparición práctica arrollada por movimientos sociales de confusa ideología y/o convertida en apéndice del PSOE por el entreguismo y la falta de personalidad de sus dirigentes estatales. Apuesto doble contra sencillo a que Rubalcaba –fíjese qué digo– se va a llevar consigo a muchos de los ‘indignados’ de postín, que son más de uno. Esta izquierda, con la que me identifico, está tan atrofiada por su falta de determinación que no es capaz ni de hacer una crítica al movimiento ‘indignado’ por miedo a ser acusada de cómplice de la derecha. Un buen número de esnobs dan cuerpo a este movimiento social que tiene toda la razón, toda, en el fondo de sus quejas. Pero habría que recordarles que ya existía indignación antes de ponerse ellos de moda (no existen a pesar de los medios, como dicen, sino gracias a los medios), que hay miles de personas que llevan toda su vida dejándose la piel en organizaciones discretas que ayudan a los demás, que hay una secular siniestralidad laboral en personas que trabajan en la industria básica, que hay pobres que duermen en la calle desde siempre, que no representan a la mayoría de españoles ante un régimen opresor pues la mayoría de españoles son complacientes aun hoy con el franquismo, que podían echar un pulso al poder con una candidatura antipolítica. Que el mundo ya estaba aquí ayer.