Opinión

Flor de asado

Los muchachos de la esquina están contentos. Coinciden en que se hizo algo con acierto al organizar el asado más grande del mundo. Los medios informativos recogieron el evento y las imágenes recorrieron el mundo. Comentan que finalmente ganamos en algo diferente de tomar mate debajo del arbolito.
Los muchachos de la esquina están contentos. Coinciden en que se hizo algo con acierto al organizar el asado más grande del mundo. Los medios informativos recogieron el evento y las imágenes recorrieron el mundo. Comentan que finalmente ganamos en algo diferente de tomar mate debajo del arbolito.
Se acerca don José Gervasio y comienza el debate porque para la barra el viejo periodista jubilado siempre tiene puntualizaciones para hacer o al menos enfoca los acontecimientos desde otro ángulo.
–¿Qué nos cuenta don José? Estará contento de que aparecemos en los diarios y televisiones de todo el mundo. Somos los capos haciendo asado. No tenemos rivales. Por suerte a los giles porteños no se les ocurre nada. Andan siempre boludeando con la joda peronista y pa\' todo hay que pensar. Ahora van a comenzar las exportaciones de carne y entrará guita en el país…que buena falta hace.
–Ya sabía yo que me iban venir con el asado de la Rural. Ta…bien, es normal que se alegren pero sin ánimo de romperles la fiesta, de verdad, que lo único positivo es que nuestros emigrantes al poner la televisión en Madrid, Barcelona o Santiago de Compostela se sorprenden con las imágenes de más de mil parrilleros delante de veinte mil quilos de carne.
–Por favor, don José. No hay que ser tan negativo. Usted me parece que se está volviendo medio roña. Es un éxito y no hay vuelta de hoja. Somos grandes. Tenemos carne. Exportamos riqueza. Entramos en el libro ese famoso de los récords. Es una buena promoción para el país ¿no le parece?
–Bueno, bueno. No quiero ser quien les quite la alegría por lo del asado. Ustedes son muy jóvenes. Está bien que se animen. Está bien que apoyen al Frente Amplio para salir del fondo del aljibe después de años de gobiernos malandras del binomio blanco-colorado. Pero sin perder el norte –si es que lo hay en alguna parte– de la realidad.
–Ya estamos con los frenos. Usted pone reparos a todo. Alégrese un poco. Vamos… a ver si es capaz de sentir el olorcito del asadito que llena los pulmones de vida. Piense en el protagonista del libro ‘El perfume’ que se moriría de placer al saturar su hiperdesarrollado sentido al caminar por medio de las parrillas instaladas en el Prado. El hombre se olvidaría de la lavanda de Grasse para hacerse hincha de una tira de asado que vino de un campo de Tacuarembó.
–Reconozco que a veces me pongo trascendente. El ejemplo que ponés del libro de Süskind es un gol de Peñarol. Ustedes usan el cerebro pero les falta espíritu crítico. Se puede, botijas, ser patriota uruguayo a la vez que se critica o disiente con lo que sea. Yo voté al gran Pepe Mujica y con los milicos casi voy en cana porque en medio de los comentarios deportivos entreveraba críticas a la dictadura. Antes apoyé a Frugoni, a Erro…lo que me negó la posibilidad de dirigir el diario en el que laburé treinta años.
–Pero don José…ya sabemos que usted es buena gente. Lo que no entendemos es que ande así como medio ‘depre’ o media tinta. Que nunca haya una expresión de euforia. Como todo medio gris o ‘in medio veritas’ o medio ‘tano-gayego’ sin expansión emotiva.
–Algo hay de lo que dicen. Creo que la sangre emigrante me hizo así, es decir, poco amigo de los excesos al haber poco que festejar. Pero no salgamos del tema del asado. Quiero seguir intentando dar en el clavo. Una primera pregunta directa es qué se benefician ustedes de que se venda más carne al exterior. Les contesto que ustedes serán los primeros en comer cueros. Me explico: si aumentan las exportaciones la mejor carne se irá. Quedará la berreta. La poca buena que queda sube mucho su precio y la guita que ganan no les permite comer lomo entonces se tienen que joder con pecho cruzado de segunda. No invento nada porque esto ya pasó con las vedas. Se iba a buscar un par de quilos a La Paz y era contrabando. Sí, muchachos, en el Uruguay se tipificó como delito algo que jurídicamente no se sostiene por ningún lado. Un ciudadano cometía delito de contrabando al entrar con carne de un municipio vecino. Como en la Edad Media…aquello si que era un récord pero de la insensatez o del afane de unos chorros que oficiaban de gobernantes.