Opinión

Felices navidades

Hay pequeñas croniquillas que se escriben al soplo tierno de la tarde ondulante y lluviosa. Esta de hoy es una de ellas. En cada mes de diciembre, al acercase las fiestas navideñas, sentimos una raudal alegría, y aunque parezca algo melancólico, nos volvemos a hacer un poco niños. Suelo, en ciertos aspectos, ser feliz en estas fechas.
Hay pequeñas croniquillas que se escriben al soplo tierno de la tarde ondulante y lluviosa. Esta de hoy es una de ellas.
En cada mes de diciembre, al acercase las fiestas navideñas, sentimos una raudal alegría, y aunque parezca algo melancólico, nos volvemos a hacer un poco niños.
Suelo, en ciertos aspectos, ser feliz en estas fechas. Siempre, durante las últimas semanas del año, desdoblo mi existencia y contemplo de forma diáfana la hermosura que nos rodea, pues cada vez estoy más de acuerdo con Anatole France, cuando dice que la vida resulta deliciosa, horrible, encantadora, espantosa, dulce, amarga..., pero para nosotros lo es todo, al ser lo único que en realidad poseemos.
Malvivo en un barrio dejado de la mano de las autoridades municipales y no le falta ninguno de los males de la gran urbe metropolitana: hacinamiento, basura por doquier, calles abandonadas repletas de huecos, pésimas aceras, malandros, y un equipo de recogelatas que limpian de botes la zona con la misma gracia que desvalijan carros, mientras pordioseros, borrachitos, niños de la calle y prostitutas, convierten cada noche las esquinas en pensiones de baja estofa.
Caracas es una capital donde la Navidad ha quedado para los centros comerciales o alguna empresa de refrescos. La mancomunidad de ayuntamientos que ahora nos gobierna, se limita a pequeños retoques de ambiente decembrinos en algunos lugares muy específicos. Sabemos de la presencia de las fiestas por la multiplicación de los puestos de buhoneros y las montañas de basuras, no por la alegría de las luces de colores, los pesebres en las plazas, los abetos o pinos y el sonido de villancicos.
La gaita zuliana que antaño era presencia viva en las calles y preludio de alegría raudal y suelta, ha quedado arrinconada en las cervecerías.
Nos abandonó la Navidad con sentido humanístico y cristiano por un ambiente de pesadumbre y alocadas compras.
Y es que los días de Navidad  guardan la esencia de nuestra fe cristiana y nos llenan de regocijo el alma. Es una fecha de recuerdos recónditos, quizás de madreselvas en flor y notas de melancolía cuando recordamos el entristecido villancico de nuestra infancia hace añales perdida: “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más”.
Aún con esas estrofas, uno tiene hoy ánimo para cantar con placer: “Bendito seas Diciembre, / el mes de la Nochebuena, / que a todos nos haces niños / al son de tu pandereta”.
A los lectores de este fabuloso medio llamado ‘Magazine Español’, mis mejores deseos para esta fiestas que se avecinan, y que el 2012 venga cargado de salud, prosperidad y paz.