Opinión

Doña Lucía fue presidenta por un día

La barra anda a las vueltas con el hecho de que los uruguayos se muestren reacios a elegir a una mujer como presidenta. Los muchachos creen que hay aún mucho atraso en la sociedad que sigue teniendo una mentalidad bastante machista. Hay aún demasiados ciudadanos que consideran que el espacio natural de la mujer está en el hogar.
Doña Lucía fue presidenta por un día
La barra anda a las vueltas con el hecho de que los uruguayos se muestren reacios a elegir a una mujer como presidenta. Los muchachos creen que hay aún mucho atraso en la sociedad que sigue teniendo una mentalidad bastante machista. Hay aún demasiados ciudadanos que consideran que el espacio natural de la mujer está en el hogar.
–La verdad, amigos, creo que es un buen avance que Lucía fuese presidenta para disipar la venda que muchos boludos tienen en los ojos. En Chile gobernó una mujer y mirá que el hombre chileno es flor de machista –mucho más que nosotros– y ahora en Alemania. Acá sería muy positivo también porque a nosotros nos hace falta un poco de su especial sensibilidad.
–El Pocho tiene razón. Yo lo apoyo en que para las próximas el Frente Amplio presente una candidata que nos haga reflexionar un poco sobre los derechos humanos y la igualdad. No olvidemos que sobre todo en el interior la mujer hace el doble de laburo que el hombre pero sin cobrar un mango. Limpia la casa, hace la comida, educa los hijos y todavía le queda tiempo para plantar unas lechuguitas en el fondo.
–Bueno, Tito, a lo mejor resulta que los chilenos son más abiertos que nosotros que le damos mucho a los versos pero llegada la hora de la verdad nos quedamos paraditos. Se imaginan si Alba Roballo hubiese sido la presidenta cuando estaba en la colorada lista “15”. Haciendo una elucubración me animo a afirmar que con ella de mandataria se hubiese evitado la gran cagada pachequista que nos hundió en la peor de las miserias.
–Ta, Flaco, pará que te das manija y te perdés. Si bien ustedes saben de mi admiración por Alba no creo que tuviese madera de estadista. Era muy dialogante. En la presidencia no hubiese durado mucho al tener que ponerse a cortar cabezas, la primera la del malandra jefe de filas que dilapidó la herencia del viejo Batlle. Por desgracia para que una mujer llegue tiene que ser el no va más, en cambio cualquier político de segunda tiene más fácil el camino. Si en parte es así se debe a que muchos hombres somos unos acomplejados que confundimos el mandar con el hacer. En mi casa es mi esposa la que administra: antes cuando laburaba en el diario y ahora que estoy jubilado.
–A lo mejor don José es que usted es flor de vivo. Para no romperse el mate le deja a su esposa toda la responsabilidad. Creo que las tareas deben ser compartidas. Nosotros utilizamos la vieja excusa del laburo. Algunos venimos cansados pero la esposa siempre está cansada después de todo el día con la cocina y educando a los hijos. La cosa es complicada pero me parece que va mejorando al incorporarse la mujer al mundo laboral. Supongo que nuestro presidente comparte las tareas domésticas con Lucía porque es hombre serio y responsable.
–Creo que en parte, Tito, diste en el clavo. Después de 50 años de convivencia quiero a mi mujer como el primer día pero nunca lavé un plato, la verdad. A lo mejor fue también porque ella se crió en otra época en que la mujer debía encargarse de la casa. Sobre Lucía les tengo que contar que siendo ‘gayega’ por parte de madre sería una grandísima presidenta porque la mujer gallega fue la heroína que mantuvo la economía familiar mientras el hombre estaba en la emigración. Le pregunté a mi amigo Miguel Alfonso que se crió acá nomás –justito frente a la barraca ‘Panamericana’– y me mandó información desde Madrid. Me dice que su apellido Saavedra significa “Sala Antigua o Vieja”. La evolución del lenguaje gallego hizo que se perdiese la ele intervocálica como sucedió con el apellido Saa o Sáa [Sala]. La palabra “vedra” viene del latín, “veteram”, es decir, antiguo o viejo.
–No crea don José que me gusta llegar a casa del laburo y ponerme a preparar la cena. Pero soy consciente de que mi compañera tiene todo impecable. Además durante tres horas por la tarde imparte clases particulares de física y matemáticas. Cae de cajón que me ponga a pelar unas papas para la cena. No es ningún esfuerzo pero, ojo, otra cosa sería si ella tiene todo el día libre.  Ahora les pongo un ejemplo en el que el hombre sería un cornudo. Al llegar al hogar es recibido por la amable compañera que está viendo la comedia en la tele y que le dice: “Viejito...en la heladera tenés fiambre...hacéte un refuerzo, ¿querés?”.
–Bueno, muchachos, hay que analizar cada situación. Un matrimonio es siempre cosa de dos. Es una unión para compartir una vida en común. Si me decís que la señora que vuelve a su hogar es por ejemplo nuestra intendenta municipal, entonces, le podemos dar vuelta a la media. El marido está viendo un partido de fútbol y le dice a nuestra primera edila: “Esperá que termine el primer tiempo y enseguida te preparo unos lomos de merluza que recién compré y que tienen una pinta bárbara”. Cada familia es un mundo pero las estadísticas nos dicen que salen adelante aquellas en las que hay armonía y colaboración en las tareas del hogar.