Opinión

Don Luis, Balcarce argentina, nostalgias del País Vasco

“En una ocasión, recuerdo que mi idea era irme a Buenos Aires a estudiar para ingeniero industrial, y para eso tenía que revalidar mi título de bachiller. Así que le dije al viejo: ‘Papá, me quiero ir a Buenos Aires a estudiar…’. Y él me dijo: ‘¡Estás loco!’. Pero igual viajé desde Balcarce, donde vivíamos, hasta la ciudad de Azul”.
Don Luis, Balcarce argentina, nostalgias del País Vasco
“En una ocasión, recuerdo que mi idea era irme a Buenos Aires a estudiar para ingeniero industrial, y para eso tenía que revalidar mi título de bachiller. Así que le dije al viejo: ‘Papá, me quiero ir a Buenos Aires a estudiar…’. Y él me dijo: ‘¡Estás loco!’. Pero igual viajé desde Balcarce, donde vivíamos, hasta la ciudad de Azul”. Así se explaya Don Luis González Uriarte, nacido en Portugalete, en la industriosa ría de Bilbao, capital de Vizcaya, en el País Vasco, quien es de los pocos que aún residen en Balcarce, en plena Pampa húmeda y sureña de la provincia argentina de Buenos Aires. “En la ciudad de Azul quería realizar el trámite. Y en el Hotel ‘Argentino’ de esa localidad trabé conocimiento con un pibe que estaba con sus padres. Eran de ‘Las Flores’. Como el chico debía cumplir la reválida con el fin de llevar a cabo el ingreso en Medicina, yo mismo, al tener unos días libres, pude prepararlo en matemática,” prosigue evocando antiguas emociones en la entrevista concedida al diario La Vanguardia de Balcarce, suplemento especial ‘Los vascos en Balcarce’, del 22-23 de agosto de 2009.
Reviviendo anécdotas familiares, Don Luis cuenta cómo el padre del chico lo invitó a cenar. Al preguntarle qué iba a estudiar, él naturalmente le respondió que ingenieros, aunque el caso era la dificultad debido a la escasez de recursos económicos. Entonces el hombre levantó el teléfono y al retornar a la mesa le dijo: “Bueno, pibe, ya tenés trabajo en Buenos Aires”. El joven Luis se viene, pues, para Balcarce. Y su padre, vuelta a insistirle: “¡Qué te vas a ir, si estamos los tres solos con mamá! Además que ya te conseguí trabajo en la Metalúrgica”.
“Y así fue como decidí quedarme, postergar los estudios que, en realidad nunca inicié. Y fui ascendiendo en la empresa hasta alcanzar el cargo de jefe de compras. Tras ocho años logro independizarme y en 1968 abro la ‘Mecánica Agrícola’, que estuvo acá, sobre la avenida del Valle. Todo hasta 1996, cuando nos vimos obligados a cerrar”, rememora con tintes de melancolía en su casa balcarceña, junto a la mesita sobre la cual reposan escudos y fotografías del afamado “puente colgante” entre Arenas y Portugalete, que resplandece en la fabril y húmeda ría bilbaína.
A su esposa, Marta Mastropietro, la conoció una noche en lo que antes era ‘El Prado Español’. Don Luis susurra y se sonríe: “La vi entrar, la saqué a bailar, y la primera vez me dijo que no. Pero como buen vasco insistí como un año, hasta que logré que me prestara atención. Eso fue en 1957. Después, en 1961, nos casamos. Tuvimos dos hijos: María y Javier, el cual actualmente vive en Palma de Mallorca”. Don Luis González Uriarte regresó en dos oportunidades al País Vasco, su pago natal. Primeramente fue en 2000, al lado de su esposa Marta. Volvió a su casa originaria que, según afirma, “estaba igual”. Asimismo visitó la casa de sus primos y tíos. “Fue un momento muy especial –añade, suspirando tímidamente–, porque siempre es especial volver al lugar donde uno nació. Fui al colegio, me encontré con el fraile, ya anciano, con el que pasé parte de mi infancia. También me reencontré con muchos amigos y compañeros. Ya en 2004 volví otra vez. ¿La sensación? La misma. Por más lejana que esté, la tierra de uno, la madre, jamás se olvida, está allá, muy honda”. Don Luis, con sus padres, antes de dejar España. El viejo y el nuevo pasaporte. De pequeño, en su pueblo, con los de su grupo colegial, y posando a caballo de cartón, y con sus compañeros de fútbol. Estampas en el saudoso sepia de la fotografía.