Opinión

Crisis

Acabado el saqueo, llegó al fin la presunta crisis. Qué alivio para los españoles. El vecino del primero había montado una inmobiliaria –era un tendero pero de pisos que inflaban sus precios de un día para otro– con la que se compró un descapotable en el primer año. Vivía a todo tren hasta que, dice, llegó la crisis.
Acabado el saqueo, llegó al fin la presunta crisis. Qué alivio para los españoles. El vecino del primero había montado una inmobiliaria –era un tendero pero de pisos que inflaban sus precios de un día para otro– con la que se compró un descapotable en el primer año. Vivía a todo tren hasta que, dice, llegó la crisis. El vecino del segundo, en sus ratos libres, se dedicó estos años a comprar pisos para revenderlos y en cada operación se sacaba –presumía de ello– un mínimo de 10.000 euros limpios. Ahora está a vueltas con la crisis. El vecino del tercero se empeñó hastas las cejas para comprar un par de pisos que dedicó a alquilar a precios abusivos a personas que necesitaban vivir en este barrio. Cobraba tal cantidad a sus inquilinos que, en los primeros años, éstos acababan pagando por él el importe íntegro de la mensualidad de la hipoteca. Ahora se tira de los pelos porque han subido los intereses. En el cuarto vive una familia con unos ingresos bastante bajos pero que, embebidos de aburguesamiento y convención, se metieron en un crédito atroz para ocupar una vivienda que está muy por encima de sus posibilidades razonables. Vivían al límite, les llamaban los Euribor porque no hablaban de otra cosa, como expertos consultores. Le echan la culpa a la crisis y al gobierno de turno de sus amarguras. Qué bien la crisis. El vecino de arriba lo está pasando realmente mal, pero el tío mira con admiración a los vecinos de los tres primeros pisos. Qué alivio la crisis.