Opinión

Cocina Gallega

Se dice en general que el pueblo que no conoce su origen nunca encontrará el futuro, y repetirá cíclicamente errores. Tal vez reyes y nobles, soberbios hijosdalgo del Antigo Reyno de Galiza, olvidaron entre vahos de alcohol y desenfrenos orgiásticos ofrecidos en las Cortes castellanas sus palacios, su tierra, sus deberes y su origen, el mandato de sus antepasados y el bienestar de sus vasallos.

Se dice en general que el pueblo que no conoce su origen nunca encontrará el futuro, y repetirá cíclicamente errores. Tal vez reyes y nobles, soberbios hijosdalgo del Antigo Reyno de Galiza, olvidaron entre vahos de alcohol y desenfrenos orgiásticos ofrecidos en las Cortes castellanas sus palacios, su tierra, sus deberes y su origen, el mandato de sus antepasados y el bienestar de sus vasallos. Tamaña acción individual (que el pueblo llano fue ajeno) redunda en siglos de ostracismo para nuestra cultura, logra que continuamente los no avisados del devenir histórico en la península ibérica nos espeten aquello de “¿vuestra lengua se parece al portugués, verdad?”.
Hoy no faltan en los discursos políticos la mención de emblemáticos hombres como Castelao, pero mencionan “su nombre en vano” si traicionan sus ideas. Representantes de esta Galicia Autónoma que supimos conseguir se rigen por los símbolos patrios, y olvidan que éstos se originaron en la diáspora, que la Galicia moderna misma se gestó allende los mares gracias al esfuerzo y patriotismo de cientos de miles de “residentes en el exterior”.
La emigración masiva generó un status particular precisamente por que los emigrantes nunca olvidaron su tierra ni su cultura, una cultura que siguió evolucionando en aires de libertad y democracia, a la espera de poder hacerlo dentro de los límites políticos de nuestro país. Cuando finalmente llegó la democracia, cuando nacieron la mayoría de los dirigentes actuales, “la mesa estaba servida”. No es imposible que muchos de ellos hayan estudiado en escuelas financiadas con dinero enviado por los emigrantes, o con libros editados en América.
Solo los miopes pueden pensar que Galicia es una pequeña región recostada sobre el Atlántico y el Cantábrico al norte de España. Galicia es una entidad cultural, políticamente activa, de la que participan millones de seres humanos esparcidos en el ancho mundo. Cercenar los derechos de esta ciudadanía residente en el exterior es mutilar el enorme patrimonio cultural que nos debe enorgullecer como gallegos, es ceder a intereses mezquinos, de coyuntura, olvidar errores del pasado. Solo los ignorantes pueden pensar que son más gallegos los que nunca salieron del territorio, deshacerse de un valor agregado que muchos países quisieran para sí.
A propósito, nos viene a la memoria un editorial de Maruja Boga para su programa radial “Recordando a Galicia” en la década del 40. El texto, que sigue teniendo una vigencia estremecedora, fue publicado en “Gavieiro” número 2; y en él la actriz se refiere a lo que significa ser gallego en estos términos: “¿Puede determinarse cuál es el auténtico gallego? ¿Es posible establecer de manera indubitable cuál es el gallego que ama a Galicia y el que se olvida de sus deberes de ciudadano de una tierra de glorias, tradición y nobleza? En verdad que a primera vista, el problema no es tan difícil de resolver. En los tiempos que corremos, cuando se confunden los valores, cuando los más recalcitrantes amantes de la libertad inclinan su cabeza cargada de pecados ante el plato de lentejas con que se pretende a veces comprar las conciencias y que por desgracia se consigue más a menudo de lo que Dios deseara y los hombres honestos también; en estos tiempos en que vacilan imperios que parecían inconmovibles y en los que se entregan las conciencias a las más bastardas imposiciones de las conveniencias materiales, es necesario saber quién es quién y por qué se es cuando se es.
Ser gallego no significa simplemente haber nacido en Galicia. El privilegio de ser nativo de un país no da títulos honrosos cuando esos títulos no tienen la base firme que solamente puede proporcionar el sentirse orgullosos de ser nativo de determinado suelo. Quien estas palabras les dice, argentina de nacimiento, y que siente el legitimo orgullo de ser por privilegio y gracia de la Providencia, es también gallega por afinidad, porque esa es la patria de sus padres y porque a esa patria debe el caudal de su cultura y de sus aspiraciones espirituales. Y es por ello también que ve con dolor como gallegos nativos, lejos de sentirse orgullosamente tales, entregan el preciado don de su origen al bastardo sentimiento entreguista que lo niega todo sin construir nada.
En esta época de confusiones mayores, es menester saber quién es quién y por qué se es algo…, cuando se es.”
Mientras esperamos que, a quien “le quepa el sayo”, se tome nota de las sabias reflexiones de la señora Boga, vamos a la cocina con uno de esos platos que nos reconcilian con nuestra esencia.


Ingredientes-Conejo con castañas: 1 conejo, 300 gramos de castañas peladas precocidas en leche, 3 dientes de ajo, 2 taza de tomate triturado, 2 hojas de laurel, sal, pimienta, 1 vaso de vino blanca, aceite de oliva, 1 litro de caldo de verdura.


Preparación: En una cazuela, con cuatro cucharadas de aceite, rehogar el conejo cortado en trozos pequeños hasta que esté bien dorado. Echar los ajos picados, dar unas vueltas con la cucharada de madera, incorporar el vino y dejar evaporar el alcohol. Incorporar las castañas, el laurel, el tomate y salpimentar. Añadir el caldo y dejar cocer a fuego lento una hora, hasta que la carne está tierna, removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Presentar en fuente honda.