Este yacimiento, situado en un islote en la Ría de Arousa, se encontraba en riesgo de desaparición

La Xunta invierte unos 60.000 euros para recuperar los restos arqueológicos de la mámoa de Guidoiro

Dentro de su apuesta por la gestión integral del patrimonio arqueológico de Galicia, la Xunta invirtió un total de 59.900 euros en la recuperación de la mámoa 4 de Guidoiro Areoso, un yacimiento que se encuentra en un islote en la Ría de Arousa y destaca por la riqueza de los restos prehistóricos en un contexto natural de excepcional valor. 

La Xunta invierte unos 60.000 euros para recuperar los restos arqueológicos de la mámoa de Guidoiro
Guidoiro
Obras de recuperación de la mámoa de Guidoiro Areoso.

Dentro de su apuesta por la gestión integral del patrimonio arqueológico de Galicia, la Xunta invirtió un total de 59.900 euros en la recuperación de la mámoa 4 de Guidoiro Areoso, un yacimiento que se encuentra en un islote en la Ría de Arousa y destaca por la riqueza de los restos prehistóricos en un contexto natural de excepcional valor. Esta tumba estaba en riesgo de desaparición, ya que se encuentra en un territorio de alta vulnerabilidad por causa de la erosión natural que se está produciendo en todo el sistema de dunas que cubren y protegen los diversos yacimientos que allí se encuentran. Los trabajos de campo, que finalizaron el pasado mes de septiembre, los realizó un equipo de cinco arqueólogos y una restauradora de la empresa Tomos, bajo la dirección de la arqueóloga Patricia Mañana.

La primera fase de la intervención consistió en la retirada de unos tres metros de duna que enterraban los restos de la tumba y se llevó a cabo con la colaboración de varios especialistas en paleoambiente de la Universidad de Santiago de Compostela con los que el equipo realizó un análisis y recogida de información que permitirá reconstruir cómo se fue formando este sistema dunar tan singular, seguramente en los dos últimos milenios. 

La excavación propiamente dicha comenzó con la retirada de las distintas capas que se superponían al monumento megalítico y que estaban llenas de material arqueológico. A pesar de que el área a excavar es muy pequeña permitió saber que el islote fue ocupado en varios momentos de la prehistoria. Hay evidencias de actividad de hace unos 2.000 años, ya que había cerámicas semejantes a las que se encontraron en los castros y también varias piezas metálicas, entre las que destaca un broche de la Edad de Hierro. 

También se sabe que a comienzos de la Edad de Bronce, hace unos 4.000 años y varios cientos de años después del abandono de la mámoa como enterramiento, hubo una importante actividad, ya que se formó uno de los concheiros más antiguos documentados en Galicia. La tumba se convirtió en un basurero cuyo principal componente eran conchas de mejillones, lapas y ostras, así como huesos de diversos animales y restos de cerámica con la decoración típica de esa época, entre los que se encuentran varios cacharros campaniformes. 

Durante su trabajo, el equipo arqueológico constató que en ese momento ya se removió el enterramiento original y las personas que consumieron todo este marisco retiraron varias grandes losas que tapaban el acceso al interior de la cámara y posiblemente removieron su interior. 

Tras la retirada de todas esas capas que se formaron tras el abandono del monumento, pudieron descubrir la estructura original de la tumba neolítica que destaca por su tamaño, formada por ocho pilares, algunos de ellos actualmente partidos, y abierta con un pequeño corredor. 

Rodea la cámara una coraza, una capa de piedras imbricadas entre sí que, en las partes que no derribó el mar, tiene una estructura fuerte y muy bien construida cubriendo completamente la masa tumular que rodea el monumento. Por la zona del corredor la coraza se interrumpe y permite el acceso al interior de la cámara, una zona donde destaca el hallazgo de varios cientos de pequeños abalorios planos de piedra, del tamaño y forma de nuestras actuales lentejuelas. 

En el interior de la cámara, en un estrato muy homogéneo que indica que aún se conservaba intacto desde su deposición, apareció un vaso entero boca arriba, tal y como lo habían depositado los usuarios del monumento, en el que, por fuera, se apoyaban un par de machados y una esfera de piedra. En esta altura, en el interior de la cámara, también fueron registradas posibles evidencias de huesos. Su fragilidad obligó a retirar la tierra y estos restos en un bloque, para ser analizados y excavados en el laboratorio y así procurar un registro lo más completo e íntegro posible. Aún está por confirmar que sean huesos y, de serlo, si pueden ser humanos. Igualmente, aún está pendiente excavar el interior del vaso de cerámica, que no se hizo en el campo para evitar que se rompiera.

El trabajo en el sitio finalizó con el tapado parcial de la zona de la excavación dejando a la vista la cámara megalítica y la reubicación de la pizarra de cubierta de la cámara y la de cubierta del corredor, con el que el equipo espera fortalecer la estructura megalítica ante próximas mareas. 

Tras el trabajo de campo, se continúa con el análisis de toda la información registrada: cerca de 1.000 fragmentos de cerámica, 200 objetos líticos, varios de metal, carbones, huesos de fauna y cerca de una centena de muestras de tierra y del contenido del concheiro. En los trabajos colaboran diversos especialistas de las universidades de Santiago, Vigo, León, Burdeos, y del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC. El procesado de todos estos materiales seguramente permitirá descubrir más novedades interesantes de este monumento megalítico tan particular. 

Cistas en la Illa de Arousa

Otro de los yacimientos arqueológicos que se encuentra en peligro son las Cistas de Punta Riasón, en plena línea de costa al este de la Illa de Arousa, en la Playa de Tarais. Esta necrópolis de cistas (cajas funerarias formadas con piedras) se encuentra en una zona intermareal y tiene una cronología indeterminada. Se documentaron por primera vez en 2005 y desde entonces la acción del mar, que las cubre totalmente durante la pleamar, las ha alterado considerablemente. 

El proyecto de intervención de la Xunta, a través de la Dirección Xeral do Patrimonio Cultural con la autorización del Servizo Provincial de Costas de Pontevedra, contó con un presupuesto de 15.028 euros. 

Esta actuación de urgencia tiene como objetivo documentar este tipo de cistas antes de que sean destruidas por la acción del mar. En concreto se llevó a cabo una excavación arqueológica en el interior de la cista 1 y se realizaron tareas de sondaje por el exterior para evaluar su sistema constructivo y de cimentación de la estructura. 

También se llevó a cabo una excavación en la cista 2 para determinar su planta, excavar lo que se pueda conservar de su interior y evaluar el sistema constructivo y de cimentación de la estructura. 

En la cista 3 se llevó a cabo un sondaje para excavarla íntegramente. Una vez delimitada en planta, se llevó a cabo una excavación arqueológica integral de su interior y se realizaron sondajes del exterior para evaluar el sistema constructivo y de cimentación de la estructura, así como la posible presencia de otros elementos en su entorno. 

Los trabajos realizados también incluyeron la realización de sondajes arqueológicos en el espacio intermareal entre las cistas y en sus proximidades para evaluar la posible presencia de materiales o otras estructuras arqueológicas; la prospección superficial intensiva, con limpieza y documentación de perfiles; el traslado de los ortostatos, una vez fotografiados, a un almacén de la Consellería donde permanecerán hasta que en un futuro se designe un emplazamiento definitivo; y la divulgación de los trabajos llevados a cabo y de los valores del yacimiento en la comunidad local.