A sus 39 años, dejó Buenos Aires para estudiar FP en Galicia con una beca de la Xunta

Pablo Martín Amil: “La pandemia me dejó cansado para ejercer como sanitario y la fontanería encaja dentro de mi marco de interés”

El colapso sanitario que la pandemia provocó en Argentina y la repercusión económica que esta está teniendo en el país motivaron el traslado de Pablo Martín Amil Ramírez de Buenos Aires a Galicia para cursar estudios de Formación Profesional.

Pablo Martín Amil: “La pandemia me dejó cansado para ejercer como sanitario y la fontanería encaja dentro de mi marco de interés”
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El argentino Pablo Martín Amil, durante la presentación de la Estratexia Galicia Retorna 23-26.

A sus 39 años –“Soy el mayor de los alumnos”, comenta– decidió dar un giro a su vida, y qué mejor manera de hacer realidad su propósito que poniendo rumbo hacia la tierra de su padre, natural del municipio gallego de Mondariz (Pontevedra).

Dejó atrás esposa y dos hijos, a la espera de que se propicie también su traslado, y se instaló en Ferrol, donde, gracias a una beca de las que la Xunta concede a los gallegos del exterior que quieren formarse en el territorio, aprende fontanería, electricidad y telecomunicaciones, con la idea de ponerse a trabajar en una profesión que, según asegura, encaja dentro de su “marco de interés”.

La decisión le supuso “un cambio a nivel personal y también laboral”, dice, puesto que la formación a la que opta difiere considerablemente del trabajo que venía realizando hasta ahora, que tenía relación con la rama sanitaria.

Pablo Martín, quien el pasado 25 de enero, junto a otros jóvenes becados, asistió en Ferrol al acto de presentación de la Estratexia Galicia Retorna 2026, trabajó un tiempo en Buenos Aires en análisis clínicos, pero después de la pandemia “estaba bastante cansado de esto”, confiesa, y quería cambiar, por lo que, “ni me molesté en homologar el título” para ejercer en Galicia, reconoce.

Cuando tuvo conocimiento de la beca, Amil Ramírez se encontraba en el límite de edad marcado por la Administración gallega para conceder ayudas de estudios a los gallegos en el exterior y a sus descendientes y, apremiado por esta circunstancia, no dudó en aprovechar la oportunidad que se le presentaba, porque tenía “interés por salir de Argentina”.

“El país no está bien”, confirma, de ahí su ansia por abrirse paso en un ambiente distinto al que le rodeaba, que, por otra parte, no le era ajeno, ya que había viajado a la comunidad autónoma en otra ocasión para “conocer la tierra de mi padre”, dice.

Con motivo de aquella visita, “me enamoré desde el primer momento” de Galicia, asegura, y el traslado le está resultando sencillo. Y eso a pesar de que “uno llega con la ansiedad de querer gestionar todo rápido” por miedo a encontrarse con alguna traba. Pero “todo fue muy dinámico” y hasta el DNI se “renovó bastante rápido”, afirma.

Una vez instalado en el territorio, tanto él como su esposa están esperando a que se establezca mínimamente y consiga un piso para vivir todos juntos que, según sus previsiones, estará enclavado en el municipio de Narón. Mientras tanto, ambos están llevando a cabo los trámites para propiciar el traslado de toda la familia a la comunidad autónoma, condicionado por los dos niños que tienen en común (de 11 y 4 años) que necesitan ser escolarizados. “Hasta que no lleguen y traigan los papeles” no es posible realizar el procedimiento, asegura. En principio, conoce el plan educativo de la Xunta para los retornados y tiene cita para abordar el asunto, pero ya sabe que la enseñanza en Galicia es gratuita desde el nacimiento, por lo cual, los menores tendrían acceso a un centro educativo una vez lleguen a territorio gallego. Desde su punto de vista, lo importante es que “se escolaricen lo más rápido posible” y que puedan establecer contacto con “los niños de aquí”.

Amil se confiesa encantado con la decisión del traslado a Galicia, porque, según dice, “la experiencia está resultando muy bien, estoy muy contento en el instituto y la gente es muy hospitalaria”, al tiempo que se muestra dispuesto a establecerse en el territorio, pero “abierto” a cualquier posibilidad que se le presente en el plano laboral. Aunque, “si me surge aquí, encantado”, apostilla.