La escritora ingresó como miembro de honor en la Real Academia Galega

María Rosa Lojo reivindica la significación de los gallegos en la construcción de la identidad argentina

La escritora y crítica literaria María Rosa Lojo, una de las principales figuras de las letras argentinas contemporáneas, habló de la búsqueda de la memoria familiar y de sus raíces gallegas, durante su intervención en el acto de ingreso como miembro de honor en la Real Academia Galega (RAG). La intervención fue también una reivindicación de la contribución gallega a la identidad argentina y un recorrido por el Buenos Aires de Castelao, Luis Seoane, Maruja Mallo o Amparo Alvajar. Actualmente, destaca, los vínculos se siguen tejiendo entre ambas orillas del Atlántico. “Las redes afectivas e intelectuales de la migración nunca se cortaron”, expresa.

María Rosa Lojo reivindica la significación de los gallegos en la construcción de la identidad argentina
Rosa Lojo RAG
Rosa María Lojo, junto con los otros miembros de la Real Academia Galega.

Como en sus libros, Lojo (Argentina 1954) asume su ingreso en la RAG con el propósito de desarrollar “una función especialmente hermosa, porque se desempeña al entrelazar mundos y reunir horizontes”. “Implica ser extraterritorial o pluriterritorial y estar de maneras distintas en varios puntos al mismo tiempo”, reflexiona la autora, hija de madre castellana y padre de Boiro. De ella heredó el amor por los libros, pero en el lugar en el que se fijó fue en el del padre. “Por eso me defino también, especialmente, como gallega hija”, confesa la académica, que tituló precisamente su discurso ‘Una gallega hija en Buenos Aires’. “Los relatos de mi padre de la aldea, de la casa, del río, eran mi ‘taiel’ o ‘tayül’, mi canto del linaje. Este canto que, según la nación mapuche, vincula cada ser y cada familia con su identidad ancestral dentro del cosmos, con la cadena de generaciones pasadas y próximas, y revela la asociación entre los humanos y los elementos naturales con los que se emparentan”, compara la autora, en cuya obra la huella del legado paterno dialoga con elementos de la cultura de los pueblos indígenas de Argentina.

El presidente de la RAG, Víctor F. Freixanes, fue el encargado de darle respuesta a la nueva académica en nombre de la institución. Más allá de la dimensión literaria de María Rosa Lojo, con ficciones en la búsqueda de las raíces como ‘Árbol de familia’ (2010) y ‘Todos éramos hijos’ (2014); Víctor F. Freixanes destacó en las palabras de bienvenida su dimensión científica, como investigadora y crítica literaria, con trabajos sobre la huella gallega en América como ‘Los gallegos en el imaginario argentino. Literatura, sainete, prensa’; y su faceta como divulgadora y activista a favor de la cultura gallega y de la memoria de Galicia.

De las cartas familiares a la novela: la escritura que tiende puentes

La escritura es desde siempre para María Rosa Lojo la manera de tender puentes entre los dos lados del océano. Primero, como para tantas familias separadas, “a través de las cartas que unían los ‘finisterres”. “A menudo tuve la sensación de que buena parte de mi vida estaba a la otra orilla, actuada y completada por familiares que yo aún no conocía, que eran letras en un papel, imágenes en una foto”, evoca la escritora, quien explica que, más adelante, incluso antes de su primer viaje a Galicia en 1993, tomaría forma de feliz expresión literaria. “Cuando por fin crucé el mar en la búsqueda de la totalidad perdida, el ovillo de cartas se fue desarrollando como un hilo de Ariadna. (...) Comprendí que mi patria estaba en las palabras, que en ellas se reunirían mis mundos y que no serían únicamente mías, sino de todos”, ya que “somos apenas un canal, una garganta por la que se escurre el coro de la voz colectiva”, advierte.

“La historia argentina no sería lo mismo sin Galicia”

María Rosa Lojo no sólo reivindica sus raíces gallegas, también la influencia que ejercieron los millones de gallegos que migraron a Argentina en su historia y en su identidad, y lamenta el escaso reconocimiento del país de acogida al papel de la diáspora gallega. “Parte de la historia gallega es argentina y, a la inversa, la historia argentina no sería lo mismo sin Galicia, como dejó escrito Antonio Pérez Prado. Los gallegos son tan fundadores del país del Plata como sus pobladores originarios, pero los argentinos aún no cayeron en la cuenta de que llevan esas básicas identidades cruzadas e inscritas en el ADN biológico y cultural. Indígenas y gallegos sufrieron, en diversos grados, el bullying de los perjuicios y los etnocentrismos hegemónicos y a menudo se ocultaron o los ocultaron bajo el paraguas de ‘español’ o de ‘crioulo”, analiza.

La nueva académica se detiene en esa parte fundamental de la historia gallega contemporánea escrita en Argentina y repasa algunos de los hitos del galleguismo que Castelao se esforzó en reavivar durante el franquismo desde Buenos Aires, “el centro extraterritorial de una patria soñada”. Fue allí donde el rianxeiro escribió e imprimió ‘Sempre en Galiza’ (1944), donde pronunció su discurso ‘Alba de groria’, y donde fue despedido por miles de personas tras su muerte en 1950. La capital porteña fue igualmente la ciudad donde Eduardo Blanco Amor creó y publicó ‘A Esmorga’, donde se editaron las ‘Memorias dun neno labrego’ (1961) de Xosé Neira Vilas, y donde Luis Seoane desarrolló “una labor prodigiosa”, añade en referencia a la revista ‘Galicia Emigrante’ (1954-1959) o a las iniciativas editoriales que el artista impulsó o en las que participó. “Un riquísimo panorama cultural y literario de autores clásicos y contemporáneos de Galicia, en gallego y castellano, se ofreció gracias a él en diversas casas, algunas con un largo futuro, como Emecé, Nueva y Botella al Mar, y otras muy especializadas pero efímeras, como la emblemática Citania”, valora.

Hoy aquel espíritu encuentra relevo generacional en iniciativas como el grupo Lectores Gallegos en Buenos Aires, coordinado por Andrea Cobas Carral y Débora Campo, miembro correspondiente de la RAG, periodista y editora de la revista ‘Ñ’ del diario ‘Clarín’, donde escribe artículos que buscan “la restauración de Galicia como referente patrimonial para los argentinos”. María Rosa Lojo pone también como ejemplo de la continuidad de las “redes afectivas e intelectuales de la migración” el Colegio Argentino-Gallego Santiago Apóstol, fundado en 1998 y dirigido por el también académico corresponsal Carlos Brandeiro; la Cátedra Libre de Literatura y Cultura Gallegas de la Universidad Nacional de La Plata, en funcionamiento desde 2013; la Cátedra Galicia-América de la Universidad Nacional de San Martín, creada en 2016 y de la que el académico de número Manuel Rivas es director general; la Cátedra Libre de Literatura y Cultura Gallegas de la Universidad Nacional de La Plata (2013); o el sello Mar Mayor de la Editorial Galaxia, una iniciativa impulsada en 2016 por Víctor F. Freixanes.

El ámbito de la producción literaria también deja muestras de lo vivo que sigue el vínculo entre ambos lados. Siguen dándose a conocer biografías, memorias y novelas escritas por personas con ascendencia gallega, muchas de ellas de autoras, como Claudia Piñeiro, Milagros Díaz Martínez o Celia Otero, que ponen rostro a un “valiosísimo florecimiento de un circuito memorial que no deja de crecer, gracias a que hoy los migrantes, y especialmente las mujeres, están en posesión de recursos simbólicos y bien aprovechadas oportunidades que sus ancestros no tuvieron”.

De Rosalía de Castro a Maruja Mallo, mitohistoria y ‘saudade’

El discurso de María Rosa Lojo reflexiona también sobre el concepto antropológico de mitohistoria y ‘saudade’, partiendo de Rosalía de Castro y llegando a Maruja Mallo. La académica se hace eco de la crítica de autoras como Helena Miguélez, que advierte del empeño que se puso históricamente en diluir los aspectos transgresores que perturbaran la imagen que se construyó de Rosalía de Castro como epítome de todas las “virtudes” consideradas femeninas, y que acabó por convertirse en símbolo de una Galicia sentimental y subordinada políticamente. Sin embargo, consciente de la posibilidad de “manipulación política” y de los estereotipos que pueden operar alrededor del concepto de ‘saudade’, del que Rosalía fue icono, considera que esto no puede deslegitimar ni invalidar el sentimiento mismo. “Los hijos y hijas de migrantes podemos testimoniarlo. Los que marcharon, para salvarse de las represalias, para encontrar nuevas oportunidades, o por ambas razones, vivieron su genuina ‘saudade’ y la legaron a su descendencia. Esto no les impidió que, en muchos casos, estuvieran también comprometidos con una lucha por la descolonización gallega en todos los planos”, reflexiona.

Los migrantes gallegos llevaron a la otra orilla del Atlántico su paisaje, pero una vez allá este se transformaba y se ensanchaba, sostiene la autora. “Fuera, el sentimiento de lo perdido se compensa con la admiración por el (re)encontrado. En el reverso de la migración y del exilio hay una épica que reafirma lo propio desde un punto de vista diferentes”, analiza la académica. La figura de Maruja Mallo ilustra la reflexión. La artista de Viveiro enriqueció su simbología con el paisaje de acogida y con la cultura de los pueblos originarios americanos y de los afrodescendientes: “Llevó en la maleta la costa de Galicia y la comunicó con todos los mares de la tierra. La convirtió en incumbencia del universo”, concluye.