Retornado de Venezuela, estudia FP dual de Automoción en Santiago de Compostela

Luis Ángel Parra Adrio: “Me gustaría quedarme en Galicia y trabajar en la automoción, para el Ejército o las petroleras”

Luis Ángel Parra Adrio, a la edad de 20 años, junto a su familia, abandonó la ciudad de Maracaibo y se instaló en Santiago de Compostela. Estudiaba Ingeniería Mecánica, pero lo tuvo que dejar. Gracias a las becas de Educación, disfruta de una ayuda para cursar el ciclo superior de Formación Profesional (FP) Dual de Automoción. Estos días realiza prácticas en un taller de Audi y Volkswagen en A Coruña. “Me gusta mucho la mecánica”, confiesa.

Luis Ángel Parra Adrio: “Me gustaría quedarme en Galicia y trabajar en la automoción, para el Ejército o las petroleras”
Luis Ángel Parra II
Luis Ángel Parra, durante una excursión a Manzaneda.

La situación en Venezuela es tan caótica que muchos jóvenes ven truncada su vida y sus estudios por la necesidad de abandonar el país. Pero una vez fuera, las oportunidades se multiplican para los que tienen talento y ganas de prosperar. Luis Ángel Parra Adrio lo pudo experimentar en carne propia a la edad de 20 años cuando, junto a su familia, tuvo que abandonar la ciudad de Maracaibo e instalarse en Santiago de Compostela. Estudiaba Ingeniería Mecánica, pero lo tuvo que dejar y estuvo un año en Galicia sin hacer nada. Gracias a las becas de Educación, disfruta de una ayuda para cursar el ciclo superior de Formación Profesional (FP) Dual de Automoción. Estos días realiza prácticas en un taller de Audi y Volkswagen en A Coruña.

Se confiesa orgulloso y por sus palabras se diría que también es ambicioso. Tiene 22 años y toda una vida por delante. Con 20, se vio en la obligación de abandonar Venezuela y sus estudios de ingeniero, pero el talento no se pierde por el camino cuando detrás de los aires que azotan la juventud subyace una voluntad férrea por hacer realidad un sueño. Luis Parra quiere ser ingeniero mecánico y algo en su interior le dice que su deseo será “posible”.

 “Me gusta mucho la mecánica. Mi abuelo y mis tíos son mecánicos y desde pequeño me crié en ese ambiente”, dice.

Comenzó la carrera en Venezuela, pero hace dos años la tuvo que dejar para trasladarse a Galicia con su familia, debido a los problemas que atraviesa el país bolivariano. Los seis (sus padres y los cuatro hermanos) se instalaron en el barrio de Milladoiro, en Santiago de Compostela, de donde es natural su madre, y el primer año lo pasó en blanco. Por lo que comenta, no sabía dónde situarse ni cómo. “No me pude inscribir en el INEM” para buscar trabajo, asegura, ni tampoco iniciar estudios.

Información por internet

Pero, transcurrido ese año, comenzó a ver la luz de nuevo. Dice que fue buscando becas en internet cómo se enteró de las ayudas del Gobierno gallego para los emigrantes retornados.

“Hice la solicitud y me seleccionaron”, comenta, y hoy en día, esa iniciativa de la Consellería de Educación, Universidade e Formación Profesional de la Xunta ofertando becas de FP para los retornados, la valora como “una buena oportunidad”.

Gracias a ello, este curso estudia un ciclo superior de FP Dual (con parte teórica y parte práctica) de Automoción en la capital compostelana y desde el pasado viernes hace prácticas en un taller de Audi y Volkswagen en A Coruña donde dice sentirse muy a gusto, tanto con los compañeros como con los jefes, que, confiesa, les dieron ropa de trabajo y les animan en todo momento a esforzarse para aprender.

Luis comparte estudios con otros 14 jóvenes, la mayoría nativos de Galicia, y entre los que tan solo sobresale una compañera hondureña que, según confirma, no disfruta de la beca de la Consellería de Educación.

Por delante tiene todavía dos cursos de formación, pero su ambición no termina ahí, ya que “si puedo ampliar más mis conocimientos y estudiar mecánica aeronáutica o naval, me gustaría mucho”, confiesa.

También su hermana disfruta de una beca de Educación y prepara la especialidad de prótesis dental, informa.

Lo de continuar con ingeniería mecánica, Luis no lo ve muy claro y se confiesa poco informado al respecto. Tal vez si le convalidan asignaturas se anima, porque le gustaría ser ingeniero, pero los problemas familiares también constituyen para él una traba para continuar estudiando. Por eso, prefiere trabajar y ganar dinero para ayudar a su madre, que percibe una Risga mientras cuida a personas de la tercera edad.

10.000 euros de ayuda

Los 10.000 euros que le dan de la beca para los tres años que dura el curso constituyen para Luis una buena ayuda, teniendo en cuenta que el ciclo que realiza le exigió comprar un ordenador y una impresora para realizar los trabajos que demandan en el aula.

Claro que su “idea era otra; era graduarme como ingeniero, convalidar el título en España y ayudar a mi familia”, dice, pero las circunstancias se torcieron y ahora piensa mucho en los suyos, sobre todo en su madre, que, al igual que su padre, le anima a seguir preparándose.

A Luis siempre le gustó estudiar, pero aquello que le gusta, y se confiesa un buen estudiante. “Mis notas del bachillerato eran excelentes, pero si me dicen que tengo que estudiar algo que no me gusta, digo, no”.

Cuando le llegue el momento de trabajar, le gustaría poder hacerlo para una firma tan importante como Audi, aunque también apunta hacia el sector de la industria naval o aeronáutica del Ejército. “Me encanta el lado militar”, confiesa. También le gustaría trabajar para la industria petrolera, por ejemplo, haciendo barcos para Repsol. En definitiva, para algo importante, porque “yo me siento importante, pero también querría dar lo mejor de mí”, matiza.

Encuentro con dirigentes de la Xunta

El pasado mes de noviembre, Luis tuvo la oportunidad de conocer a altos cargos de la Xunta con motivo de la concesión del certificado que le acredita como beneficiario de una beca de la Consellería de Educación, Universidade e Formación Profesional. Durante el acto, los dirigentes políticos les animaron y les pidieron motivación, porque las becas están pensadas para ayudar a personas como Luis, con el suficiente interés por estudiar, pero a los que la vida, por unos u otros motivos, les trunca sus aspiraciones.

También les pidieron que, si su deseo es quedarse, contribuyan a ayudar a Galicia y al país.

A Luis le gustaría quedarse en Galicia, “por supuesto”, lo único que no le gusta de esta tierra, confiesa, es el clima, “el frío, porque yo vengo de una tierra caliente”. Sin embargo, valora de una manera especial algunas de las cualidades que tiene Galicia.

“La calidad de vida, las personas y la tranquilidad que tienen aquí, te enamora”, sostiene.

No obstante, también echa de menos Venezuela, a sus amigos y a la familia que todavía tiene allí, y espera que estén bien y que el país pueda salir adelante, porque Venezuela se merece salir de este atolladero por su gente, por “la capacidad de trabajador del venezolano”.

Venezuela va a prosperar “por la capacidad de trabajar del venezolano”

Venezuela vive inmersa en el mal gobierno y la corrupción y la población sale profundamente perjudicada por la forma de afrontar el futuro de un país que debería sobresalir por su riqueza productiva, teniendo en cuenta su potencial petrolífero. Muchos son los jóvenes que en estos tiempos de crisis se ven obligados a abandonar la ‘nave’, con pesar.

Pero es que “de la noche a la mañana”, en Venezuela “cambió todo”. “Hay muchos narcotraficantes que bloquean las cuentas multimillonarias del dinero que le roban a Venezuela”. Y son los mismos políticos los que hacen eso, dice Luis Parra, entre ellos, señala a la hija de Hugo Chávez, que está “entre las mujeres más ricas del mundo”. “Tiene un apartamento cerca de la Torre Eiffel, en Francia, y tiene demasiada plata que es de Venezuela”, desvela.

Y mientras tanto, la población, muriéndose de hambre, o rescatando comida de los contenedores, o teniendo que salir del país a buscar fuera lo que su propio país debería proporcionarle.

Con un sueldo mínimo de España, que son 800 euros mensuales, en Venezuela solo se puede comprar un kilo de patatas, un kilo de arroz y una Coca cola, dice el joven Parra, quien pone el acento en la corrupción que invade al país. Porque, “tú ahorras y compras la comida de la semana y vienen los militares y te quieren quitar la comida”; “los militares te quieren extorsionar”, dice.

Aun así, confía en que el país pueda prosperar, no tanto por lo que “Venezuela tiene, sino por la capacidad de trabajar del venezolano”.

Como ejemplo, se pone a sí mismo y recuerda aquellos días en los que tenía que andar kilómetros para ir a clase, porque los autobuses no funcionaban, “porque había huelga”. Sus tíos le decían que si necesitaba dinero se lo pidiese, pero él se confiesa muy orgulloso y dice que no quería, “porque ellos también tienen sus necesidades, y sus hijos”, y “yo era más de decirles que no”.