Grupos humanitarios clamaron justicia por los 37 muertos que dejó la masacre

Guatemala recuerda, 34 años después, a las víctimas de la quema de la Embajada española

Cuando se cumplen 34 años de la quema de la Embajada de España en Guatemala, grupos humanitarios clamaron justicia el pasado viernes, día 31, por los 37 muertos que dejó la acción perpetrada por soldados para desalojar a los indígenas que tomaron la sede para denunciar las atrocidades ocurridas en la época de la dictadura militar.

Guatemala recuerda, 34 años después, a las víctimas de la quema de la Embajada española

Cuando se cumplen 34 años de la quema de la Embajada de España en Guatemala, grupos humanitarios clamaron justicia el pasado viernes, día 31, por los 37 muertos que dejó la acción perpetrada por soldados para desalojar a los indígenas que tomaron la sede para denunciar las atrocidades ocurridas en la época de la dictadura militar.

“En este horrendo crimen, la justicia ha avanzado” de forma insignificante porque solo una persona ha sido detenida, el exjefe policial Pedro García Arredondo, que ordenó la matanza, lamentó el director del humanitario Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), Mario Polanco.

El juicio contra García Arredondo posiblemente se inicie en octubre próximo.

Polanco llamó a los grupos humanitarios y familiares de las víctimas a ejercer más presión para impedir que los responsables queden en la impunidad y la masacre en el “olvido”.

El 31 de enero de 1980, un grupo de indígenas, campesinos y universitarios tomó la sede diplomática para denunciar la represión en sus comunidades por parte del Ejército, que había silenciado por todos los medios posibles, incluso asesinando líderes en el campo y las ciudades.

Para desalojarlos, los militares y policías quemaron la sede, en la que murieron carbonizadas 37 personas, la mayoría indígenas, en una acción considerada por grupos humanitarios como una de las peores atrocidades cometidas por los militares durante la guerra (1960-1996).

Entre las víctimas figura Vicente Menchú, padre de la premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú; el cónsul español, Jaime Ruiz del Árbol; el exvicepresidente de Guatemala Eduardo Cáceres y el excanciller guatemalteco Adolfo Molina.

El único sobreviviente fue el ex embajador español Máximo Cajal, pues un indígena que fue rescatado con vida, posteriormente fue secuestrado del hospital y su cadáver lanzado en el campus de la estatal Universidad de San Carlos.

“Vamos a colaborar por todos los días, por todos los años de nuestra vida, y nuestros nietos y nuestras generaciones van a colaborar con la justicia guatemalteca”, prometió Menchú, quien durante la dictadura militar perdió a su madre, varios hermanos y otros familiares.

Menchu exigió que se “haga justicia, que se castigue a las personas responsables de estos crímenes para que nunca más vuelva a ocurrir y que ningún guatemalteco vuelva a ser víctima de una quema masiva de personas inocentes”.

“La masacre de la Embajada de España es parte integral de la memoria de tantas víctimas, de la memoria del genocidio, de los crímenes contra la humanidad que se cometieron en Guatemala”, recordó la dirigente indígena.

Al clamor se sumó la Asociación Guatemalteca para la Comunicación, el Arte y la Cultura (Comunicarte), que demandó “la aplicación de la justicia a los responsables de este crimen de lesa humanidad”.