Opinión

Ingobernables

La imposibilidad de formar un gobierno por parte de Pedro Sánchez y Pérez-Castejón resultó en la convocatoria de unas nuevas elecciones para el 10 de noviembre de 2019. Mientras gran parte de los medios de comunicación señalaban con el dedo a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias Turrión por la teórica obligación de ponerse de acuerdo mientras la otra mitad aplaudía su teórica imposibilidad de ponerse de acuerdo porque demostraba su “ineptitud” y su “incapacidad” para gobernar.

Lo cierto es que la imposibilidad de formar gobierno es una buena noticia. Demuestra que la clase política elegida por los votantes es igual que ella, que el pueblo al que representa. La que llaman ‘sociedad civil’ no se pone de acuerdo en nada. No hay más que verlo en la calle. Exigir que los políticos sean distintos al pueblo que representan además de injusto es irreal.

Darse una vuelta por el panorama político europeo nos confirma ese ‘matrimonio’ soluble o indisoluble entre pueblo y clase política. Desde la ingobernabilidad y corrupción de Italia que define muy a su pueblo hasta el neoconservadurismo con un fuerte componente de derechos sociales de los países nórdicos, Holanda y Finlandia que los retrata como sociedad.

Convocar a elecciones en democracia nunca es una derrota. La alambicada democracia española que impide que los ciudadanos elijan a su presidente y delega en los diputados el derecho a elegir quien manda aquí trae estos lodos.

Ningún país es ingobernable por la falta de un gobierno. Italia y Bélgica son buena prueba de ello y muchos Estados, con gobiernos, distan mucho de la gobernabilidad. 

Estos últimos años vemos una representación real de la sociedad española en el Congreso. Era falsa esa división entre derecha e izquierda… aquí hay otras muchas sensibilidades y cuando repiten que la diversidad enriquece… ahí tienen diversidad e imposibilidad de formar gobierno.