Opinión

‘A Praza do Obradoiro’, Manuel Vila y ‘Arte na Pedra’

‘A Praza do Obradoiro’, Manuel Vila y ‘Arte na Pedra’

“Tanto ten cal das catro entradas escollas, o resultado vai ser igual de soberbio. Cando optar pola rúa de San Francisco ou polo arco arzebispal é o conxunto o que soprende, cunha maxestosidade e un equilibrio monumental único. Se accedes pola rúa de Fonseca, rodeando o pazo máis emblemático da Universidade, serán o antigo Hospital Real, o Pazo de Raxoi e, como sempre, a Catedral, omnipresente, os que enchan todo o que os ollos acertan ver”, escribe Néstor Rego Candamil, ‘concelleiro’ de Cultura de Santiago de Compostela, al frente del libro A Praza do Obradoiro, cuyo autor es Manuel Vilar, ediciones ‘A Nosa Terra’, ‘Concello’ de Santiago, 2005, ‘Ano de Ánxel Casal’.

O “Obradoiro” es como denominan de modo familiar los de Santiago a este singular patrimonio del humano universo de la Historia y la Cultura. Porque, en efecto, Santiago de Compostela es una ciudad nacida alrededor del “sartego” del Apóstol, que va evolucionando urbanísticamente a medida que adquiere fama y esplendor este “enterramiento”, hasta transformarse en uno de los tres más señeros y célebres de peregrinación del mundo occidental. De manera que el lugar que va a ser el centro aglutinador de la ciudad será el edificio que albergue el supuesto sarcófago del Apóstol Santiago, el Zebedeo, “el hijo del trueno” del Nuevo Testamento. Esta almendra de mística religiosidad será la Catedral.

A los lados de la Catedral irá creciendo y articulándose una ciudad en la cual sus “rúas” son los “camiños” que conducen hacia ese inefable templo, o progresan a la sombra del mismo. Será preciso, pues, debido a la construcción y agrandamiento del templo, una “ordenación urbana” que da comienzo con la apertura de espacios delante de las cuatro fachadas de la Catedral, así como la configuración urbanística en el perímetro de esos mismos lugares. En el situado en la cara este, es decir, el espacio que ocupaba el antiguo convento de Antealtares, se configura como una plaza pública, además de cementerio y lugar donde estaba la casa del “Concello”; el del norte será el espacio en que finaliza el llamado “Camiño Francés”, y en el sur se establecerán los orfebres, después del derrumbamiento del viejo palacio episcopal hacia 1120. Y en el del oeste era el lugar donde se celebraban espectáculos, sin olvidar que se trataba de uno de los espacios en los que había “mercado”: era el “sitio das tendas”. He aquí, pues, las semillas de las actuales “prazas da Quintana, da Acibechería, Pratarías e Obradoiro”, que irán consolidándose a lo largo de los siglos.

Tras un estancamiento a fines de la Edad Media –influido por la pérdida del protagonismo político de Galicia, dado por la unión de los reinos de Castilla y León y el avance de los mismos hacia el sur de la Península Ibérica– será a finales del siglo XV y comienzos del XVI, y bajo el reinado de Isabel y Fernando, y con los Fonseca en la ciudad, cuando Santiago de Compostela experimentará destacados cambios, dejando atrás aquella imagen de ciudad medieval y del “trazado” escasamente ordenado o en apariencia caótico.

Organismos y personas con poder político, económico y prestigio social permitirán emprender obras merced a los reyes y al Cabildo.