Opinión

El pintor Jorge Castillo, ante el castillo de Elsinor

El pintor Jorge Castillo, ante el castillo de Elsinor

‘Jorge Castillo en Suecia’ es una monumental obra que rinde homenaje artístico a su autor, el pintor gallego universal, cuya fundación ‘Jorge Castillo’ coordina este volumen. Está editado por Imagen Repetida, S.L.’ y su diseño gráfico, maquetación y realización corrió a cargo de María Landeiro y Maridell Carbia, en ‘Táktika Comunicación’, Vigo, 2015. Al cuidado de sus textos estuvieron Vicente Valero, Yolanda Quirós y el propio artista Jorge Castillo. Con primorosa mano vigilaron las reproducciones de las obras los ojos pictóricos del admirable artista pontevedrés Jorge Castillo Casalderrey. De las imágenes del pintor se ocupó Manuel Quirós. Y de las fotografías de las obras, esmeradamente estuvieron al frente José Luis Municio, Alberto Rodríguez Pedroche y Lars Sandert. En cuanto a los agradecimientos, la Fundación ‘Jorge Castillo’ recuerda a la galaría ‘MDA’ de Helsingborg la colaboración prestada.

“Se diría que el primer encuentro entre un pintor y su paisaje escogido ha estado siempre marcado por una intensa sucesión de revelaciones no fácilmente explicables”, afirma Vicente Valero en su estudio ‘Jorge Castillo y los paisajes del frío’, con texto, al igual que todos los demás, en castellano e inglés. ¿Qué aspectos concretos pero también qué enigmas del paisaje artesiano conmocionaron por primera vez a Van Gogh?”, se interroga Valero. Signos de belleza. Tahití para Gauguin. Provenza para Cézanne. Sensaciones de un estado del alma acordes con una seducción repentina. Después, la transfiguración: la fusión en el lienzo y la pintura.

Durante las postrimerías de 2012 Jorge Castillo visitó Suecia por vez primera y percibió cómo acababa de descubrir un nuevo universo de silencio y de espacio y de tiempo. Al borde de los 80 años. Jorge Castillo se percató de que la pintura paisajística no había tenido presencia a través de su vasta trayectoria. Hace más de treinta años Nueva York significó para el artista Castillo un súbito deslumbramiento humano y ciudadano. Helsingborg, serena población del suroeste de Suecia –donde se halla la galería ‘MDA’, propiedad de un español allí afincado, en la que expuso una muestra suya en noviembre de 2012–, se transformó en los mágicos átomos del aire que lo convidaron al frío y a la nieve, al cielo y al mar, a la impalpable luz de los arenales y los bosques.

Siempre tras su afán de nómada de la belleza, Jorge Castillo residió y pintó en Buenos Aires y Madrid, Barcelona y París, Boissano y Ginebra, Berlín, Nueva York y la isla de Ibiza. “La pintura de Jorge Castillo –continúa Vicente Valero– se ha nutrido casi siempre de su propio mundo interior, basado en los vínculos entre la realidad y la fantasía, en el diálogo entre la forma y el color, un mundo interior figurativo a menudo de apariencia onírica –por lo que ha sido calificado, no siempre con acierto, como ‘surrealista’­– y tan alejado de la abstracción como el hiperrealismo”.

Helsingborg, esa pequeña localidad sueca, ante su vista tiene la costa de Dinamarca y, ¡oh milagro!, el inefable castillo de Elsinor y sus fantasmas que inspiraron a William Shakespeare. Hace bastantes años yo mismo pude, junto a muros de piedra y vacíos aposentos, vislumbrar aquella sombra de Hamlet. He ahí, a orillas del Oresund, el largo estrecho que abraza el Báltico con el Mar del Norte…