Opinión

Musicalidad y movimiento en ‘Os Lusiadas’ de Luis de Camoens

Musicalidad y movimiento en ‘Os Lusiadas’ de Luis de Camoens

El poema épico Os Lusiadas del ilustre poeta portugués Luis de Camoens fue publicado en 1572, cuando ya había transcurrido la historia trágico-marítimo de los lusitanos, por lo que era de esperar el cariz más tenebroso de la hazaña que se estaba cumpliendo. De ahí la impresión de hondo “realismo” de la epopeya así como también esa lírica sugestión de tañido elegíaco dentro de la clamorosa extensión de su mitología. Oriente y Occidente entrelazados mediante la aventura, la gloria bélica, la espiritualidad del ser humano y la convivencia de los pueblos.

¿Qué nos sugiere, pues, la “Isla de los Amores” que la diosa Venus trajo al encuentro de los navegantes, sino el acervo de todos los placeres que podrían anhelar los sentidos, con las esperanzas y los ambiciosos sueños? Y para estimular el deseo, el símbolo de las ninfas, quienes se resisten a la entrega. Las regiones del mundo conocido permanecen abiertas a la expansión de Europa, asumiendo las condiciones de las míticas compañeras de Venus: “Sígueme, firme y fuerte, con prudencia, por este monte espeso. Así te lo indica tu guía en un lugar siempre duro en el trato a los hombres”.

Desde el punto de vista formal Os Lusiadas nos ofrece la singularidad del léxico con el que Camoens logró dotar el idioma de entidad tanto como de prestigio. Sonoridad de las palabras al igual que vigorosa y epopéyica vibración que supera el lenguaje de Bernardim. Y mayor capacidad de sugestión merced a la musicalidad de su vocabulario e imaginación poética.

A manera de ejemplo, recordemos la estrofa ‘102’ del ‘Canto III’, en que Camoens describe la entrada de la hermosísima María en los umbrales del palacio paterno. Muy delicadamente nos indica la amplitud de las salas mediante la sonoridad de los vocablos, así como la femenina sutileza de la reina con el timbre musical de aquellos que a ella misma se refieren. Al término –ya en la estrofa ‘104’ del poema–, observamos el juego de la rima, otorgándoles a todas ellas finalizar en ‘ura’; se orquesta en leve música de flautas y violines, característica de los “lamentos” del “oficio de difuntos”. El poeta lusitano sabe adecuar su cadencia al significado que desea concederle.

¿Y qué comentar acerca de la expresividad del “movimiento” del verso y de la estrofa? Paradigmático es el que podemos señalar en la estrofa ‘55’ del ‘Canto V’, en la cual a través del discurso de Adamastor, se nos desvela su disolución amorosa. Las estrofas discurren en perfecta regularidad a lo largo de los primeros cuatro versos, concordando cada uno de ellos digamos en una “frase sintáctica”. Más súbitamente la ninfa aparece en lontananza: sola, desnuda. Y vemos al gigante en una perturbación del alborozo que se nos transmite gracias a la palabra. Entonces desaparece la, por decirlo así, “simetría” de los versos. Se nos descubren así, alterados, lo mismo que los ritmos del corazón.

Os Lusiadas de Luis de Camoens nos regala su musicalidad y belleza desde el ‘Canto Primero’ hasta el ‘Canto Décimo’. Son 1102 estrofas denominadas “octavas reales”, es decir, 8816 versos. Los matices de la obra se encuentran, si se leen debidamente los versos: buscando y esperando hallar cuanto de mérito musical y de movimiento está al servicio de la máxima energía de las palabras.