Opinión

Mito y realidad sobre el nacimiento del Padre Miño

Mito y realidad sobre el nacimiento del Padre Miño

“A bacía do Miño ocupa máis da terceira parte, perto da mitá, do terreo de Galiza. Nasce o río Miño na fonte chamada Fonmiñá, á que concurren os regatos ‘Meira’ e ‘Longo’, perto de Meira, e no debalo da serra diste nome. Forma unha comba convexa cara o Norde até a confluencia do ‘Támboga’, e baixa logo de Norde a Sul pola depresión lucense, que ven enfiada dende a ría de Foz. Ao chegar aos Peares, recibe o seu meirande afluente: ‘o Sil’, que ven de Castela, e alí remata o que podemos tomar como curso superior do Miño. A porfía de si o verdadeiro Miño é o que ven por Lugo ou o Sil, proposto, entre outros, polo Pai Sarmiento, non está resolto dun xeito indubidábele; mais o que leva dende que hai memoria de homes o nome de Miño, é o brazo lucense, río inteiramente galego e propio do Macizo, namentras que o Sil ven doutros terreos, tendo que furar as barreiras que se lle opoñen”, escribe el admirado escritor y ensayista ourensano Don Ramón Otero Pedrayo en su memorable estudio geográfico Os ríos galegos, ediciones Castrelos, Vigo, 1977.

¡El “Pai Miño”! El mito en compañía del mayor río de Galicia desde su nacimiento –en el pedregal de Irimia–, donde la leyenda nos convida a aguardar por el “renacimiento de un pueblo convertido en piedra”. Aproximadamente el 40º de la superficie de la Tierra Gallega es cuenca del Miño, el cual asimismo hace frontera con Portugal, tras haber alimentado algunas de las mayores presas hidráulicas de la Comunidad gallega y recibir las aguas de un dadivoso afluente, El Sil, que –procedente de tierras de León– horada los más asombrosos “cañones” de la geografía gallega.

Nacido en la sierra de Meira, el Miño se halla alrededor de 700 metros de altitud. Alcanza un recorrido de 350 quilómetros y su cuenca comprende 17.026 quilómetros cuadrados, desembocando entre A Guarda y Caminha, en la frontera hispano-portuguesa. Si bien la tradición popular sitúa el nacimiento del Padre Miño en la laguna de Fonmiñá, la realidad, según los geógrafos del presente, nace a 6 quilómetros del lugar. Así, pues, la primigenia fuente del Miño está situada bajo el “Pedregal de Irimia”, en la sierra de Meira. ¿Qué es entonces? Un cúmulo de enormes bloques pétreos que sirven de bóveda a los primeros pasos del río; por debajo de ellos, discurre el agua de continuo caudal que dará la génesis del mayor río de Galicia.

Preciso es poner de relieve que el peñascal –formación de tipo “periglaciar”, sorprendente por su disposición y el tamaño de las piezas– debió constituirse a partir del cambio de temperatura que, al helar el agua de los intersticios del roquedo– fue fraccionándolo hasta dividirlo en un sinnúmero de pedazos, a juicio del profesor Augusto Pérez Alberti.

¿Y qué nos dice la tradición popular, libre de las cadenas de la coherencia científica? La transmisión oral del pueblo atribuye a esta aglomeración de piedras una muy diferente procedencia. Las rocas son “hombres de una antigua raza convertidos en pedruscos por sus veleidades pecadoras”. ¡Y ahí continúan, esperando ser purificados por las aguas que manan a sus pies! Idéntica raíz de origen popular ubica el nacimiento del Padre Miño en la laguna de Fonmiñá: una pequeña hondonada de 3.500 metros cuadrados, a 2 quilómetros de la villa de Meira.