Opinión

La ‘Misión Salesiana’ en Territorio fueguino

“Los misioneros salesianos en general y el padre Alberto De Agostini en particular, bautizaron muchos lugares. Hoy persisten los topónimos siguientes: paraje de La Misión, con río y fondeadero homónimo; lagunas Don Bosco, de Los Cisnes y Larga; Misión Fagnano y laguna Taps o de los Pescados; monte y sierra Alvear; sierra Beauvoir, monte y valle Carbajal; sierra Vicinguerra, monte Tonelli y lago De Gásperi”, asevera el distinguido historiador de raíces vascas Juan E. Belza en el capítulo dedicado a la “Misión Salesiana” de su ineludible libro Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.
La ‘Misión Salesiana’ en Territorio fueguino

No sería en absoluto baladí el recordar que Don Juan Bosco fue un sacerdote católico italiano, quien estaba entusiasmado por su misión de evangelizar y educar a los jóvenes, a los más desvalidos sobre todo. Don Bosco había nacido el 16 de agosto de 1815 en las colonias piamontesas de Chieri. Desde 1841 desarrollaba la labor del sacerdocio en la ciudad de Turín. En 1849 ya soñaba con que sus primeros alumnos viajasen a la Patagonia y a la Tierra del Fuego, a fin de atraer a la religión y a la civilización a los indígenas. Como anécdota digamos que, cuando se le preguntaba por qué razón elegía por meta a Tierra del Fuego, ésta era su respuesta: “Porque pienso que es uno de los lugares donde los aborígenes están más abandonados”.

Así, pues, en 1875 envió a la Argentina a diez de sus religiosos, a fin de ‘misionar’ en tierras australes. La Santa Sede creó el 16 de noviembre de 1883 el “provicariato” de la Patagonia, así como la “Prefectura Apostólica” de la Patagonia Meridional y Tierra del Fuego. Para este propósito encomendó ambas tareas a dos salesianos: el primero, a monseñor Juan Cagliero; la “Prefectura” a monseñor José Fagnano, quien por entonces administraba al “curato” de Carmen de Patagones.  Bien pronto Fagnano buscó la forma de apropincuarse a esa especie de diócesis misionera de nada fácil acceso. “La primera oportunidad al alcance de su mano –señala el reconocido historiador y filólogo Juan E. Belza– se la brindó la expedición ‘Ramón Lista’, en las postrimerías de 1886. Se ofreció de capellán y compartió las peripecias de la aventura”.

Una vez establecido en Punta Arenas en 1893 –y después de varias expediciones de reconocimiento– encomendó al padre José María Beavoir la creación de la “Misión de la Candelaria” en las desoladas márgenes del Río Grande. Allí residieron, entre indígenas, los salesianos y las “Hijas de María Auxiliadora” hasta 1896. A partir de 1905 organizaron misiones “volantes”, recorriendo a uña de potro todos los rincones del Territorio. En Ushuaia se instalaron en 1905. Tres años después, abrieron la “Misión de Santa Inés” o “Río Fuego” en la estancia de los Bridges y, al año siguiente, en 1909, comenzaron a viajar a la cabecera del Lago Fagnano, en donde se fijaron en 1911.

Ante mi vista tengo la vieja fotografía del Padre Alberto De Agostini con el indígena –impresiona su figura vestida de pieles, al modo de un oso–, esto es, “joon selknam”, de nombre “Halimink”. De Agostini había nacido en Pollone, Vercelli, en Italia, el 2 de noviembre de 1883. Su tarea exploratoria no se agota, sino que se extiende a Santa Cruz y al hielo continental.