Opinión

‘Lucus Augusti’, ciudad bimilenaria, al pie de su muralla

‘Lucus Augusti’, ciudad bimilenaria, al pie de su muralla

Antes de la década de 1970 –cuando no pocas edificaciones adosadas a la muralla fueron liberadas– alcaldes y obispos nos dejaron su impronta. La supresión de un tramo de la muralla por parte de un regidor municipal con el fin de abrir la ‘Puerta del Obispo Odoario’ en 1921 desencadenó su declaración de “monumento nacional”. Y desde esa fecha, sea en mayor o menor grado, su conservación corrió a cargo del Estado, hasta que en 1994 su tutela pasó a la ‘Xunta’ de Galicia, la cual desarrolló distintos programas enfocados hacia su auténtica “restauración”.

Claro es que no resulta fácil distinguir las aportaciones de cada época histórica al esqueleto de sólido hormigón romano. La muralla, en efecto, no nos desvela muchos de sus secretos. Paulatinamente las intervenciones restauradoras así como las investigaciones arqueológicas van entregándonos renovadas perspectivas, aunque asimismo abriéndonos nuevas interrogantes. Lo más probable es que 5 de las 10 puertas sean romanas, si bien con remodelaciones y posteriores agregados: la ‘Puerta Miñá o del Carmen’, la ‘Puerta Nueva’, la ‘Puerta Falsa’, la ‘Puerta de Pedro o Toledana’ y la ‘Puerta de Santiago o del Puxigo’. En cuanto a las demás –‘Obispo Odoario’, ‘San Fernando’, ‘Estación’, ‘Puerta de la Cárcel’ y ‘Obispo Aguirre’– son ya modernas, pues son fruto de las urgencias del despliegue urbano del siglo XIX.

La más primigenia imagen de lo que constituía el aspecto de las torres romanas nos la ofrece el ‘cubo de la Mosqueira’, la cual todavía conserva dos ventanas en arco. Tal vestigio, además de otras referencias históricas, nos convida a una suposición: las torres originarias se elevarían una o dos plantas sobre el nivel del ‘adarve’. Una visión, por tanto, muy diferente de la que hoy nos regala la hermosa muralla. Digamos que los actuales accesos a la muralla –una rampa y cinco escaleras– son completamente modernos. Notablemente distinto era el sistema romano, puesto que de él conocemos varios ejemplos. Las escaleras se hallaban encajadas en el ‘adarve’, coincidiendo con los ‘cubos’. Aquellas de las que tenemos conocimiento están conformadas por dos tramos que convergen en un descansillo, del cual salen otros escalones. Lo que aún no sabemos, empero, es cómo se salvaba el desnivel con el suelo de la urbs: ¿una rampa?, ¿escaleras de madera?

Habremos de recordar que las excavaciones arqueológicas de solares de la denominada ‘Ronda de la Muralla’ nos permitieron detectar el comienzo del ‘foso’ por el exterior, en algunos lugares reforzado por otras ‘trincheras’. Ahora bien, la muralla –con torreones de dos pisos y escaleras interiores, abrazada por profundos ‘fosos’– fue transformándose en el decurso del tiempo hasta lograr su configuración presente. Recorrer la muralla, por ende, significa una experiencia cultural de primerísima categoría: un bello periplo a través de dieciocho siglos de historia. Su perímetro perdura completo, único caso en todo el amplísimo territorio que en tres continentes ocupó el Imperio Romano. El 2 de diciembre del año 2000, Lugo –la ciudad bimilenaria– recibió oficialmente de la UNESCO la inscripción en la lista de monumentos: “La muralla de Lugo, Patrimonio de la Humanidad”.