Opinión

‘La era colonial’ en Argentina, según José Luis Romero

“La conquista de América por los españoles es una empresa de principios del siglo XVI. Es la época de Leonardo, de Maquiavelo, de Erasmo. Como el pensamiento humanístico y como la pintura de ese instante, la conquista tiene el signo del Renacimiento; es indagación de lo misterioso, aventura en pos de lo desconocido. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, caminando por el Brasil hasta Asunción, pertenece a la misma estirpe de Paracelso, indagando los secretos del cuerpo humano. Pero cuando la conquista termina y comienza la colonización sistemática, en la segunda mitad del siglo XVI, también el Renacimiento ha terminado”, escribe el reconocido historiador argentino José Luis Romero al inicio del capítulo ‘La era colonial’, en la segunda parte del libro Breve historia de la Argentina, Fondo de Cultura Económica, 9ª reimpresión, colección ‘Tierra Firme’, Buenos Aires, 2009.
‘La era colonial’ en Argentina, según José Luis Romero

“La conquista de América por los españoles es una empresa de principios del siglo XVI. Es la época de Leonardo, de Maquiavelo, de Erasmo. Como el pensamiento humanístico y como la pintura de ese instante, la conquista tiene el signo del Renacimiento; es indagación de lo misterioso, aventura en pos de lo desconocido. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, caminando por el Brasil hasta Asunción, pertenece a la misma estirpe de Paracelso, indagando los secretos del cuerpo humano. Pero cuando la conquista termina y comienza la colonización sistemática, en la segunda mitad del siglo XVI, también el Renacimiento ha terminado”, escribe el reconocido historiador argentino José Luis Romero al inicio del capítulo ‘La era colonial’, en la segunda parte del libro Breve historia de la Argentina, Fondo de Cultura Económica, 9ª reimpresión, colección ‘Tierra Firme’, Buenos Aires, 2009.

Evoquemos, por un momento, aquella España imperial de Carlos V, triunfadora en gran parte del mundo, la que ha sido relevada por el reinado de Felipe II, con su militancia en pro del catolicismo y contra la Reforma protestante. Época de Felipe II, cuando los corsarios ingleses asaltaban por mar aquellos galeones atestados de oro y plata de América. El hecho es que ni España ni Portugal –los países descubridores, por excelencia– serán capaces de sostener durante mucho tiempo la talasocracia de las rutas marítimas.

Nos hallamos en el siglo XVII, cuando los Austrias aumentan su declive hasta los ásperos tiempos de Carlos II el Hechizado. Tanto Holanda como Inglaterra empiezan a dominar los mares, impelidas por los ricos burgueses, quienes, al cabo, no titubean en asumir el poder. A mediados del siglo XVII, la monarquía inglesa se derrumba con la cabeza de Carlos I, mientras que la república le sucede al calor de la inspiración de Oliverio Cromwell. Sólo habrá un intento: que Inglaterra ordene y mande en todos los mares del mundo. ¿Quién podría competir con ella? Ni siquiera la Francia absolutista del cardenal Richelieu y de Luis XIV. 

“En este mundo de los siglos XVI y XVII –nos señala el historiador José Luis Romero– se desliza la primera etapa de la vida colonial argentina”. El autoritarismo de los Austrias, claro es, absorbe toda la vida de la colonia. Pues, al igual que el rey, sagrado es el ‘encomendero’, a quien se confían los grupos de indios para su cristiana educación, así como para las labores en las tierras del amo. Espíritu autoritario y dogmático que cristaliza en las prédicas misioneras y la enseñanza de las doctrinas neoescolásticas de la Universidad de Córdoba, fundamentadas en los textos del teólogo Francisco Suárez. Ahora bien, ¿cómo acomodar las relaciones de dependencia entre la población indígena y los habitantes españoles conquistadores? “Puede decirse que la región que hoy constituye la Argentina, excepto como exportadora de cueros, apenas existía para el mundo”, afirma José Luis Romero.

He aquí que, al comenzar el siglo XVIII, poderosa Inglaterra en los mares del mundo, España estrena dinastía: los Borbones reemplazan a los Austrias. El racionalismo y el empirismo iban de la mano de la revolución científica de Galileo y Newton, imponiéndose a las tradiciones del espíritu medieval.